¿Qué tiene que pasar en un país para que, en pleno 2017, el Congreso esté discutiendo si convoca al pueblo a un referendo claramente encaminado a prohibir a las parejas de la comunidad LGBTI el derecho a adoptar? Detrás de esto está el fanatismo religioso, y en esas aguas tempestuosas se extravió una gran constitucionalista, la senadora Viviane Morales, quien lidera la infame cruzada.
Lo primero y más grave es, por supuesto, el desconocimiento de derechos constitucionales para las parejas LGBTI. Suponer que la condición sexual determina la capacidad para criar bien o mal a una persona es tan absurdo como desconocer la incontable cantidad de parejas heterosexuales que han educado monstruos. Conozco hijos de parejas homosexuales que son personas dignas de admirar y que crecieron en un hogar ejemplar y lleno de amor.
Pero no solo es una cuestión de derecho sino de hecho, pues las ciencias sociales se han pronunciado en innumerables ocasiones sobre la carencia de cualquier prueba que permita establecer que los padres homosexuales puedan tener un efecto negativo en sus hijos, más de la que puedan tener los padres heterosexuales.
Argumentos y estudios hay de sobra y sobre ello se ha dicho suficiente. Lo que debe llamar especialmente la atención sobre este esfuerzo de convocar a un referendo para imponer la exclusión y el odio es el mezquino propósito de desconocer una decisión de la Corte Constitucional, por vía del deseo de las mayorías. Conviene que alguien les recuerde a los promotores de este proyecto de la intolerancia que así no funciona ninguna democracia. No se reconocen derechos por cuenta de lo que piense la mayoría, precisamente para ello existen mecanismos antimayoritarios que protegen la existencia y el ejercicio de los derechos de las minorías. Este discurso sirvió por mucho tiempo para proteger a las mismas minorías religiosas que ahora pretenden imponer su visión miope del mundo.
Y ello es otro de los asuntos que más llaman la atención, la participación de las iglesias cristianas y católicas en la promoción del referendo discriminatorio. Los curas y pastores dirán que tienen derecho a promulgar desde sus púlpitos la doctrina del rencor y el repudio a quienes consideran ateos o herejes, pero viene siendo hora, especialmente en una Nación en la que estamos ahogados de impuestos, que las iglesias empiecen a poner de su parte. Especialmente si se portan como actores políticos fundamentales que intervienen en la arena pública y en los debates de reconocimiento de derechos. El ejercicio de la ciudadanía política impone deberes y ellos se expresan, entre otras, en el pago de tributos, así que señores, el asunto no es solo rezando y dividiendo sino pagando.
Por último, y como liberal de convicción, debo decir que la permanencia de la senadora Morales en el Partido Liberal hoy es insostenible ideológica y éticamente hablando. En esta época de inconsecuencias, qué bueno sería que alguien en el partido impartiera la voz de la razón e hiciera lo que se debió hacer hace mucho tiempo. Me refiero a negar la militancia en el partido a quienes, escudados en el trapo rojo, promueven el sectarismo y la estigmatización. La bancada siempre iracunda e irreflexiva del Centro Democrático tampoco está a salvo, pues fue la única en votar 100 % por el referendo, aunque varios de sus senadores, entre ellos Iván Duque y Paloma Valencia, en los pasillos del Congreso se lavaban las manos rechazando esa convocatoria al pueblo, pero después votaron a favor de ella. Por fortuna los nuevos tiempos que soplan en la Procuraduría la sacaron del oscurantismo y la han puesto a defender los derechos fundamentales.
En un país pobre, desigual y sobre todo corrupto, que se niega a vivir en paz, este referendo odioso es una muestra más del difícil camino que se viene. Y lo peor de todo, el #referendodiscriminatorio cuesta la bobadita de $280.000 millones. No hay derecho, ¿en qué los invertiría usted? #Con280MilMillonesYo.
Adenda. Ojalá el Gobierno no les de más vueltas a las solicitudes de refugio que están solicitando varios militares venezolanos. Hay que acogerlos ya, en vez de someterlos a comités y a la siempre perversa burocracia.
notasdebuhardilla@hotmail.com
¿Qué tiene que pasar en un país para que, en pleno 2017, el Congreso esté discutiendo si convoca al pueblo a un referendo claramente encaminado a prohibir a las parejas de la comunidad LGBTI el derecho a adoptar? Detrás de esto está el fanatismo religioso, y en esas aguas tempestuosas se extravió una gran constitucionalista, la senadora Viviane Morales, quien lidera la infame cruzada.
Lo primero y más grave es, por supuesto, el desconocimiento de derechos constitucionales para las parejas LGBTI. Suponer que la condición sexual determina la capacidad para criar bien o mal a una persona es tan absurdo como desconocer la incontable cantidad de parejas heterosexuales que han educado monstruos. Conozco hijos de parejas homosexuales que son personas dignas de admirar y que crecieron en un hogar ejemplar y lleno de amor.
Pero no solo es una cuestión de derecho sino de hecho, pues las ciencias sociales se han pronunciado en innumerables ocasiones sobre la carencia de cualquier prueba que permita establecer que los padres homosexuales puedan tener un efecto negativo en sus hijos, más de la que puedan tener los padres heterosexuales.
Argumentos y estudios hay de sobra y sobre ello se ha dicho suficiente. Lo que debe llamar especialmente la atención sobre este esfuerzo de convocar a un referendo para imponer la exclusión y el odio es el mezquino propósito de desconocer una decisión de la Corte Constitucional, por vía del deseo de las mayorías. Conviene que alguien les recuerde a los promotores de este proyecto de la intolerancia que así no funciona ninguna democracia. No se reconocen derechos por cuenta de lo que piense la mayoría, precisamente para ello existen mecanismos antimayoritarios que protegen la existencia y el ejercicio de los derechos de las minorías. Este discurso sirvió por mucho tiempo para proteger a las mismas minorías religiosas que ahora pretenden imponer su visión miope del mundo.
Y ello es otro de los asuntos que más llaman la atención, la participación de las iglesias cristianas y católicas en la promoción del referendo discriminatorio. Los curas y pastores dirán que tienen derecho a promulgar desde sus púlpitos la doctrina del rencor y el repudio a quienes consideran ateos o herejes, pero viene siendo hora, especialmente en una Nación en la que estamos ahogados de impuestos, que las iglesias empiecen a poner de su parte. Especialmente si se portan como actores políticos fundamentales que intervienen en la arena pública y en los debates de reconocimiento de derechos. El ejercicio de la ciudadanía política impone deberes y ellos se expresan, entre otras, en el pago de tributos, así que señores, el asunto no es solo rezando y dividiendo sino pagando.
Por último, y como liberal de convicción, debo decir que la permanencia de la senadora Morales en el Partido Liberal hoy es insostenible ideológica y éticamente hablando. En esta época de inconsecuencias, qué bueno sería que alguien en el partido impartiera la voz de la razón e hiciera lo que se debió hacer hace mucho tiempo. Me refiero a negar la militancia en el partido a quienes, escudados en el trapo rojo, promueven el sectarismo y la estigmatización. La bancada siempre iracunda e irreflexiva del Centro Democrático tampoco está a salvo, pues fue la única en votar 100 % por el referendo, aunque varios de sus senadores, entre ellos Iván Duque y Paloma Valencia, en los pasillos del Congreso se lavaban las manos rechazando esa convocatoria al pueblo, pero después votaron a favor de ella. Por fortuna los nuevos tiempos que soplan en la Procuraduría la sacaron del oscurantismo y la han puesto a defender los derechos fundamentales.
En un país pobre, desigual y sobre todo corrupto, que se niega a vivir en paz, este referendo odioso es una muestra más del difícil camino que se viene. Y lo peor de todo, el #referendodiscriminatorio cuesta la bobadita de $280.000 millones. No hay derecho, ¿en qué los invertiría usted? #Con280MilMillonesYo.
Adenda. Ojalá el Gobierno no les de más vueltas a las solicitudes de refugio que están solicitando varios militares venezolanos. Hay que acogerlos ya, en vez de someterlos a comités y a la siempre perversa burocracia.
notasdebuhardilla@hotmail.com