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Las fantasías con rasgos de locura del fiscal Barbosa, al quedarse sin el poder del que ha abusado, lo están llevando a concluir su accidentado período en medio del desprecio colectivo.
Hace unos días, en una de las tantas entrevistas que ha estado absolviendo en los medios que le alimentan el arribismo que lo gobierna, Barbosa incurrió en una grosería imperdonable y en un gravísimo error de estrategia. En efecto, aseguró con su aire imperial que se iría del cargo en febrero próximo, pero que dejaría en su reemplazo por unos meses a su vicefiscal Mancera, lo que obviamente sugiere que muy probablemente ello significará el ascenso inmediato como vicefiscal del prevaricador Gabriel Ramón Jaimes Durán.
El mensaje no pudo ser más provocador para los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes tienen la responsabilidad de no fallarle al país, como ocurriría si se dilata el nombramiento de quien ha de conducir los destinos de una institución que está necesitando una cabeza sensata y ajena a pasiones mezquinas, que, está demostrado, no es la del hombre más estudiado y culto de su generación. En buen romance, lo que Barbosa les dijo en clave a los magistrados es que no se preocuparan por nombrar tan pronto a su sucesora porque para eso él les iba a dejar ya un adelanto en la persona de su más cercana funcionaria.
Los magistrados de la Corte tienen que haberse molestado con ese extraño juego de poderes al que pretende someterlos Barbosa interfiriendo en la elección que de ellos se espera de una de las tres magníficas candidatas a fiscal. Ojalá que el anuncio de la Corte de que el próximo 23 de noviembre realizará las entrevistas a las tres profesionales del derecho y empezará a elegir a partir del 8 de diciembre sea una respuesta de dignidad de los togados ante el inmenso atropello de Barbosa de insinuarles que no se apresuren porque, en todo caso, él tiene la fórmula perfecta para que todo siga igual y bajo su control, pues habrá Mancera para rato.
Hizo bien la Corte en no meter en el congelador el proceso de elección de la próxima fiscal, pero definitivamente lo hará mejor si antes de culminar el año entrega la buena nueva de que los días del tempestuoso y bocón de Barbosa y su combo serán cosa del pasado. Ese desenlace tan rápido no se lo espera el actual fiscal, a quien se le está convirtiendo en tragedia mayúscula volverse a vestir de simple ciudadano, despojado de la impresionante nube de escoltas que lo protegen a él y a su invencible ego.
Allí no se detienen las alucinaciones del fiscal, porque en su maratón para encontrar qué hacer apenas salga del búnker se le ha ocurrido un plebiscito para que los colombianos digamos si queremos que haya conversaciones de paz con el ELN o con las disidencias de las FARC. ¡Lo que faltaba!
Esta propuesta es una forma grotesca de interferir en el proceso de paz que, a pesar de todos sus errores y de las dificultades que hoy enfrenta, está conduciendo Petro. Lo peor es que Barbosa cree que todos los demás que él no quiere o que persigue son idiotas y no advierten las desleales jugadas del siniestro ajedrez en el que pretende moverse para saltar de exfiscal a jefe político. Sí, lanzar como fiscal ad portas de regresar al pavimento la propuesta de convocar un plebiscito inconstitucional e inconveniente, para que sea liderado o impulsado por él mismo, es un gesto subliminalmente tramposo concebido para buscar oficio público y ruidoso, como le gusta, para cuando se inicien sus días como exfiscal.
Ningún partido político, incluido el Centro Democrático, que tan agradecido está con Barbosa, ha soltado semejante idea del plebiscito en el que, en su demencial carrera por no perder protagonismo, nos quiere embarcar el irresponsable fiscal que deja a su institución en la peor y más grave de sus crisis, solo comparable con la que heredó de su aliado el inefable Néstor Humberto.
Le llegó el momento del adiós a Barbosa, pero también la hora de la verdad a los magistrados de la Corte Suprema.
Adenda No 1. El alcalde electo Galán repentina y calculadamente se hace fotografiar con el ministro de Justicia, para marchitar un suceso del que fue protagonista, nada gracioso ni inofensivo, que retrata de cuerpo entero su inconsistencia ideológica. Primero cae un mentiroso que un cojo. Ya lo verán.
Adenda No 2. Lamentable para la democracia que pierda su investidura el senador Alexánder López.