Como en las tenebrosas épocas de las dictaduras civiles de Ospina Pérez y Laureano Gómez, estamos viviendo de nuevo campañas de odio, como la que agencian el Centro Democrático (CD) y sus más encarnizados voceros.
Hoy la situación es más riesgosa, porque la ultraderecha se ha apoderado de tribunas claves de la información y la opinión, que no pasaba en los oprobiosos regímenes conservadores de los años 50. Ha resucitado el laureano-alvarismo, una secta cuyo principal dogma es convertir en enemigo personal al contradictor político, aniquilarlo, calumniarlo, difamarlo, criminalizarlo y hasta destruirlo físicamente, y hacer “invivible la república”, como en los tiempos funestos de sus jefes e inspiradores.
No digo lo anterior solamente por el vergonzoso periplo que ha recorrido la Fiscalía de Barbosa, de la mano de un sicario judicial como Gabriel Ramón Jaimes Durán, para sostener el imposible de proteger a Uribe por cuenta de la investigación que en la Corte Suprema, por unanimidad, tuvo otro rumbo. El hecho de tener responsabilidades profesionales en ese asunto, así sea como abogado suplente del senador Iván Cepeda, me impide éticamente adentrarme públicamente en los detalles de ese litigio, por ello apenas puedo asomarme al umbral de esa comparsa de errores cantados para expresar mi disidente voz frente a lo que está sucediendo, inclusive con el concurso y aplauso de varios medios de comunicación convertidos en estafetas. A propósito, ojalá leyeran la incendiaria y amenazante carta del CD a Noticias Caracol, solo porque se atrevió a informar lo que desvela a Uribe. La propuesta uribista para convencer al país de que ellos deben seguir disfrutando y abusando del poder solamente se funda en el exterminio de Juan Manuel Santos, Gustavo Petro y de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Sobre este trípode creen sostener la democracia que también han debilitado.
Es infame la propuesta de María Fernanda Cabal, la señora que en cada palabra destila rencor, de promover una carta para pedirle al Comité Noruego que le retire el Premio Nobel a Juan Manuel Santos, porque al sinvergüenza del Ñoño Elías lo han puesto a soltar infundios que luego no pudo demostrar ni sostener. No es la primera vez que la Cabal muestra su proverbial incultura e intolerancia, pues al morir Gabo le recetó el infierno.
Si bastara con lo que dice un testigo condenado en trance de buscar beneficios de reducción de pena para que el Comité Noruego despojara de las dignidades que ha otorgado, el caso de Uribe sería más que patético, porque en su contra no hay uno sino muchísimos declarantes que no hablan bien de él. Pero, claro, el CD solo lee, de manera incompleta y sesgada, las piezas procesales donde creen encontrar faltas de sus contradictores, pues pasan de largo por las que dan cuenta de las letrinas donde ellos mismos son protagonistas de la violencia.
Pero si los ataques contra Santos son demenciales, los que han emprendido contra Petro no son menores. El clima que han creado contra el exalcalde es preocupante porque parecen estar dispuestos a todo con tal de que fracase su aspiración presidencial. El lapidario y premonitorio “a sangre y fuego” de José Antonio Montalvo, pronunciado en la antesala del crimen de Gaitán, sigue rondando y ya se oyen las sirenas de quienes anuncian que de ninguna manera permitirían a Petro la audacia de pisar la “Casa de Nari”.
La siniestra táctica uribista empieza por debilitar a Santos y enlodar su elección presidencial; enseguida, tildar de ilegítimo el Acuerdo de Paz con las Farc, para terminar destruyendo la JEP, a la que tanto le temen, más ahora que Mancuso, Jorge 40 y otros más andan pidiendo pista para contar lo que no pudieron porque cuando iban hacerlo fueron extraditados.
Ya veremos si logran el catastrófico cometido de tomarse el poder sin el estorbo del inútil del subpresidente Duque y su pesado desprestigio. Por el bien del destino de Colombia, esperemos que no.
Adenda. ¿Cuál es el perverso asesor del palacio presidencial que, valido de su cercanía con el fiscal Barbosa, logra promover o revivir investigaciones penales para cobrar viejas rencillas y antipatías personales?
Como en las tenebrosas épocas de las dictaduras civiles de Ospina Pérez y Laureano Gómez, estamos viviendo de nuevo campañas de odio, como la que agencian el Centro Democrático (CD) y sus más encarnizados voceros.
Hoy la situación es más riesgosa, porque la ultraderecha se ha apoderado de tribunas claves de la información y la opinión, que no pasaba en los oprobiosos regímenes conservadores de los años 50. Ha resucitado el laureano-alvarismo, una secta cuyo principal dogma es convertir en enemigo personal al contradictor político, aniquilarlo, calumniarlo, difamarlo, criminalizarlo y hasta destruirlo físicamente, y hacer “invivible la república”, como en los tiempos funestos de sus jefes e inspiradores.
No digo lo anterior solamente por el vergonzoso periplo que ha recorrido la Fiscalía de Barbosa, de la mano de un sicario judicial como Gabriel Ramón Jaimes Durán, para sostener el imposible de proteger a Uribe por cuenta de la investigación que en la Corte Suprema, por unanimidad, tuvo otro rumbo. El hecho de tener responsabilidades profesionales en ese asunto, así sea como abogado suplente del senador Iván Cepeda, me impide éticamente adentrarme públicamente en los detalles de ese litigio, por ello apenas puedo asomarme al umbral de esa comparsa de errores cantados para expresar mi disidente voz frente a lo que está sucediendo, inclusive con el concurso y aplauso de varios medios de comunicación convertidos en estafetas. A propósito, ojalá leyeran la incendiaria y amenazante carta del CD a Noticias Caracol, solo porque se atrevió a informar lo que desvela a Uribe. La propuesta uribista para convencer al país de que ellos deben seguir disfrutando y abusando del poder solamente se funda en el exterminio de Juan Manuel Santos, Gustavo Petro y de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Sobre este trípode creen sostener la democracia que también han debilitado.
Es infame la propuesta de María Fernanda Cabal, la señora que en cada palabra destila rencor, de promover una carta para pedirle al Comité Noruego que le retire el Premio Nobel a Juan Manuel Santos, porque al sinvergüenza del Ñoño Elías lo han puesto a soltar infundios que luego no pudo demostrar ni sostener. No es la primera vez que la Cabal muestra su proverbial incultura e intolerancia, pues al morir Gabo le recetó el infierno.
Si bastara con lo que dice un testigo condenado en trance de buscar beneficios de reducción de pena para que el Comité Noruego despojara de las dignidades que ha otorgado, el caso de Uribe sería más que patético, porque en su contra no hay uno sino muchísimos declarantes que no hablan bien de él. Pero, claro, el CD solo lee, de manera incompleta y sesgada, las piezas procesales donde creen encontrar faltas de sus contradictores, pues pasan de largo por las que dan cuenta de las letrinas donde ellos mismos son protagonistas de la violencia.
Pero si los ataques contra Santos son demenciales, los que han emprendido contra Petro no son menores. El clima que han creado contra el exalcalde es preocupante porque parecen estar dispuestos a todo con tal de que fracase su aspiración presidencial. El lapidario y premonitorio “a sangre y fuego” de José Antonio Montalvo, pronunciado en la antesala del crimen de Gaitán, sigue rondando y ya se oyen las sirenas de quienes anuncian que de ninguna manera permitirían a Petro la audacia de pisar la “Casa de Nari”.
La siniestra táctica uribista empieza por debilitar a Santos y enlodar su elección presidencial; enseguida, tildar de ilegítimo el Acuerdo de Paz con las Farc, para terminar destruyendo la JEP, a la que tanto le temen, más ahora que Mancuso, Jorge 40 y otros más andan pidiendo pista para contar lo que no pudieron porque cuando iban hacerlo fueron extraditados.
Ya veremos si logran el catastrófico cometido de tomarse el poder sin el estorbo del inútil del subpresidente Duque y su pesado desprestigio. Por el bien del destino de Colombia, esperemos que no.
Adenda. ¿Cuál es el perverso asesor del palacio presidencial que, valido de su cercanía con el fiscal Barbosa, logra promover o revivir investigaciones penales para cobrar viejas rencillas y antipatías personales?