Si cree que cuando se registra con su tiquete y entrega su equipaje a los responsables de la aerolínea que lo habrán de transportar usted y su maleta están a salvo, pues aterrice, sobre todo si la experiencia es en el aeropuerto El Dorado. Digo lo anterior porque un viejo amigo padeció una aventura cuando se disponía a viajar esta semana a Méjico en Interjet. Aquí va la historia.
El personaje de marras llegó con tiempo a abordar su avión para Méjico, se registró, entregó su maleta, hizo la inmigración correspondiente, esperó pacientemente y cuando ya estaba montado y a punto de despegar ingresó una funcionaria de la aerolínea y le pidió que la acompañara. Entre sorprendido y ansioso atendió el llamado y la subsiguiente “invitación” para que descendiera pues era requerido por la Policía para un trámite que no se veía rutinario.
Ya en tierra las autoridades le exigieron a mi amigo —para entonces lleno de pánico—, que identificara su maleta. Cuando estaba en esas intempestivamente uno de los policías le hizo saber que la que figuraba como suya venía cargada de varios kilos de cocaína. No se necesita ser abogado para comprender que el problema que se venía era gigantesco. Cuando le mostraron la valija que venía repleta de la droga maldita, mi amigo respiró diciéndoles que esa no era la suya, pero su alivio fue pasajero porque efectivamente a ese equipaje —que por primera vez veía— estaba adherido el “bagtag” (o comprobante) extendido a su nombre. Con esa evidencia la policía obviamente empezó a poner en duda la transparencia de quien insistía que esa valija no era de su propiedad. Por fortuna encontraron pronto la maleta de mi amigo y se comprobó que alguien había quitado de ella el “bagtag” que estaba a su nombre y lo había adherido al equipaje que venía con la droga. Un cambiazo.
Lo que siguió fue igualmente tenso. La policía verificó si lo que mi amigo decía llevar en su maleta efectivamente correspondía con lo que allí se encontró. Más tarde fue necesario revisar las cámaras del aeropuerto las cuales demostraron que el supuesto “sospechoso” no había ingresado con la narcomaleta sino con la suya. Finalmente, después de ocho horas de angustia, con la ayuda del Grupo Especializado de la Policía, se aceptaron las explicaciones de este desprevenido ciudadano que estaba ansioso de ir a visitar a una de sus hijas que está por tener bebé, pero, claro, perdió el vuelo y a los ojos de muchos quedó como si fuera una vulgar “mula”.
Esta vez la maniobra se detectó aquí, pero ¿qué habría pasado si el vuelo despega y llega a Méjico con semejante cambiazo de maletas? El hombre estaría preso en país extraño, tratando de convencer a las casi siempre hostiles autoridades de inmigración de todas partes, que la maleta que aparecía a su nombre llena de coca no era la suya.
¿Cómo y quién ingresó esa maleta al aeropuerto y a las bodegas de Interjet? ¿Por qué si fue posible detectar cuál era la que portaba mi amigo cuando ingresó al aeropuerto y se registró como viajero, no pudo ocurrir lo mismo con la narcovalija? ¿O esta entró por otra puerta especial donde no llegan las cámaras?
Interjet debe responder por este incidente que se habría podido convertir en una tragedia para una familia decente. Tiene que haber personal en contacto con el equipaje que hace parte de una peligrosa cadena de narcotraficantes que intercambian “bagtags”, que obviamente están concertados con bandas similares en otros países, donde obviamente acuden al mismo procedimiento.
El competente director de la Aeronáutica, Alfredo Bocanegra, tiene una oportunidad inmejorable de mostrar su reciedumbre. No puede ser que la expectativa de un viaje al exterior quede convertida en un drama de años de cárcel injustificada, por cuenta de unos bandidos que se mueven como pez en el agua en Bogotá.
Antes el peligro era que le metieran drogas ilícitas a su equipaje, ahora basta con cambiar de bagtag. En todo caso, cuando entregue su maleta tómele fotos, por si las moscas.
Adenda. Fiscal y procurador: ¿por qué sus entidades no ven ni huelen la podredumbre del Cartel que se apoderó de Buga? ¿Qué tiene que pasar para que tomen cartas en el asunto?
notasdebuhardilla@hotmail.com
Si cree que cuando se registra con su tiquete y entrega su equipaje a los responsables de la aerolínea que lo habrán de transportar usted y su maleta están a salvo, pues aterrice, sobre todo si la experiencia es en el aeropuerto El Dorado. Digo lo anterior porque un viejo amigo padeció una aventura cuando se disponía a viajar esta semana a Méjico en Interjet. Aquí va la historia.
El personaje de marras llegó con tiempo a abordar su avión para Méjico, se registró, entregó su maleta, hizo la inmigración correspondiente, esperó pacientemente y cuando ya estaba montado y a punto de despegar ingresó una funcionaria de la aerolínea y le pidió que la acompañara. Entre sorprendido y ansioso atendió el llamado y la subsiguiente “invitación” para que descendiera pues era requerido por la Policía para un trámite que no se veía rutinario.
Ya en tierra las autoridades le exigieron a mi amigo —para entonces lleno de pánico—, que identificara su maleta. Cuando estaba en esas intempestivamente uno de los policías le hizo saber que la que figuraba como suya venía cargada de varios kilos de cocaína. No se necesita ser abogado para comprender que el problema que se venía era gigantesco. Cuando le mostraron la valija que venía repleta de la droga maldita, mi amigo respiró diciéndoles que esa no era la suya, pero su alivio fue pasajero porque efectivamente a ese equipaje —que por primera vez veía— estaba adherido el “bagtag” (o comprobante) extendido a su nombre. Con esa evidencia la policía obviamente empezó a poner en duda la transparencia de quien insistía que esa valija no era de su propiedad. Por fortuna encontraron pronto la maleta de mi amigo y se comprobó que alguien había quitado de ella el “bagtag” que estaba a su nombre y lo había adherido al equipaje que venía con la droga. Un cambiazo.
Lo que siguió fue igualmente tenso. La policía verificó si lo que mi amigo decía llevar en su maleta efectivamente correspondía con lo que allí se encontró. Más tarde fue necesario revisar las cámaras del aeropuerto las cuales demostraron que el supuesto “sospechoso” no había ingresado con la narcomaleta sino con la suya. Finalmente, después de ocho horas de angustia, con la ayuda del Grupo Especializado de la Policía, se aceptaron las explicaciones de este desprevenido ciudadano que estaba ansioso de ir a visitar a una de sus hijas que está por tener bebé, pero, claro, perdió el vuelo y a los ojos de muchos quedó como si fuera una vulgar “mula”.
Esta vez la maniobra se detectó aquí, pero ¿qué habría pasado si el vuelo despega y llega a Méjico con semejante cambiazo de maletas? El hombre estaría preso en país extraño, tratando de convencer a las casi siempre hostiles autoridades de inmigración de todas partes, que la maleta que aparecía a su nombre llena de coca no era la suya.
¿Cómo y quién ingresó esa maleta al aeropuerto y a las bodegas de Interjet? ¿Por qué si fue posible detectar cuál era la que portaba mi amigo cuando ingresó al aeropuerto y se registró como viajero, no pudo ocurrir lo mismo con la narcovalija? ¿O esta entró por otra puerta especial donde no llegan las cámaras?
Interjet debe responder por este incidente que se habría podido convertir en una tragedia para una familia decente. Tiene que haber personal en contacto con el equipaje que hace parte de una peligrosa cadena de narcotraficantes que intercambian “bagtags”, que obviamente están concertados con bandas similares en otros países, donde obviamente acuden al mismo procedimiento.
El competente director de la Aeronáutica, Alfredo Bocanegra, tiene una oportunidad inmejorable de mostrar su reciedumbre. No puede ser que la expectativa de un viaje al exterior quede convertida en un drama de años de cárcel injustificada, por cuenta de unos bandidos que se mueven como pez en el agua en Bogotá.
Antes el peligro era que le metieran drogas ilícitas a su equipaje, ahora basta con cambiar de bagtag. En todo caso, cuando entregue su maleta tómele fotos, por si las moscas.
Adenda. Fiscal y procurador: ¿por qué sus entidades no ven ni huelen la podredumbre del Cartel que se apoderó de Buga? ¿Qué tiene que pasar para que tomen cartas en el asunto?
notasdebuhardilla@hotmail.com