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El hundimiento del proyecto de reforma política en el Congreso es más grave de lo que parece, tanto por el naufragio de ese estatuto, como porque quedaron en vilo el resto de proyectos en trámite.
El Gobierno desistió de impulsar su reforma política porque no resistió que no le aprobaran las listas cerradas. No se entiende la terquedad de Petro en este tema, porque es una aventura sostener que el único remedio contra la politiquería corrupta es que los aspirantes de un partido integren listas cerradas conformadas igualitariamente por hombres y mujeres, que supuestamente garanticen la pluralidad en corporaciones. Lo que no quieren Petro y sus amigos es que proliferen los candidatos por firmas o independientes o las listas abiertas, porque eso dificulta su control.
Fórmula perfecta no hay, pero el sistema de obligar a que los aspirantes a corporaciones públicas se presenten solamente en listas cerradas, sin que se pongan en funcionamiento mecanismos de participación democrática interna en los partidos, es regresar al clientelismo y al uso del bolígrafo. Por supuesto que con la proliferación de nuevos partidos, regalados por el complaciente e inepto Consejo Nacional Electoral, estos no se van a preocupar de conformar listas cerradas de sus candidatos respetando reglas claras de participación. No, lo que veríamos sería el silenciamiento totalitario de las voces disidentes en cada partido.
Está bien que se ahogue un proyecto de reforma política que restrinja todo a listas cerradas pero previa o simultáneamente no legisle para que los partidos diseñen mecanismos efectivos de selección de sus candidatos. Para que esa opción tenga alguna probabilidad de convencer sería necesario que en el mismo estatuto que contemple las listas cerradas se impusieran a los partidos reglas democráticas claras que permitan la selección objetiva y equitativa de los aspirantes. Por eso encuentro razonables las críticas de quienes, como Katherine Miranda, se opusieron al proyecto del Gobierno por no ofrecer garantías a todas las fuerzas que conviven en un mismo partido. El Gobierno eligió el camino de la pataleta dejando ahogar el proyecto en vez de buscar una solución, cuando bien hubiera podido proponer que se obligue desde ya —no después— a los partidos a que diseñen procesos transparentes y pluralistas para conformar esas listas.
Es ahí donde se ve muy protuberante la grave crisis por la que atraviesan el Gobierno y sus aliados, pues no fueron capaces de conciliar mayorías que garanticen que sus proyectos serán acogidos y respetados en el Congreso.
En efecto, no se entiende ni se justifica que un Gobierno que todavía está arrancando y que tiene intactas sus mayorías en el electorado termine sacudido por la vergüenza de que sus propios amigos le dieran una muenda a la hora de aprobar su proyecto cardinal. Pudo más el Centro Democrático, el partido con el que Uribe les está jugando doble a Petro y al Pacto Histórico, porque sus votos negativos contribuyeron al naufragio del proyecto de una reforma por la que votaron la mayoría de los colombianos.
Es allí donde el Gobierno enfrenta una crisis que no es menor y amenaza con crecer. La ecuación es muy sencilla. Si no pudo Petro sacar avante la reforma política, que se quemó entre otras por el fuego amigo, eso significa que estarían tambaleando el Plan Nacional de Desarrollo, la reforma a la salud, el sometimiento de bandas criminales, el proyecto de negociación de paz con fuerzas políticas insurgentes, la jurisdicción agraria, etc. Mejor dicho, el caos.
Las ampulosas coaliciones del Gobierno no existen o no obedecen a Petro. Ya es muy tarde para cambiar de aliados, luego la solución hay que buscarla al interior del gabinete ministerial, porque este da la impresión de que buena parte de sus miembros están desconectados de las fuerzas mayoritarias en el Congreso, y mientras eso siga así les van a continuar hundiendo cuanto proyecto no les guste. A barajar de nuevo o resignarse a que manden desde el Congreso.
Adenda No 1. La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, también recibió en su despacho en septiembre pasado a Nicolás Petro dizque como diputado del Atlántico. ¿A cuál otro diputado habrá recibido? Otra que se enreda.
Adenda No 2. Explosivos en Medellín y en el Chocó a la vicepresidenta Francia Márquez. Muy pocas organizaciones armadas tienen cobertura criminal en todo el país. Imposible no sospechar de quienes siempre aparecen detrás de estas maniobras terroristas y de guerra sucia.