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Las entrevistas a las que suelen someterse los candidatos presidenciales —algunos caricaturescos e imitadores del doctor Goyeneche, como Rafael Nieto y María del Rosario Guerra— son cuidadosamente tejidas, empezando porque no le hablan a cualquiera, sino al medio de sus mutuas preferencias, donde no se corran riesgos ni con una pregunta impertinente o agresiva, ni con respuestas babosas o absurdas.
A los candidatos les preguntan por los grandes temas, de los que luego se olvidan cuando son gobierno, pero la ciudadanía quisiera saber cosas menos sofisticadas de cada aspirante, que son las que se convierten en definitivas a la hora de gobernar. Valdría la pena que en estos tiempos de urgente transparencia en el quehacer público, quienes aspiran a llegar al solio presidencial respondieran este cuestionario:
¿A cuánto ascienden sus egresos e ingresos mensuales y de dónde provienen los últimos?
¿En qué trabaja su cónyuge o pareja? ¿A qué se dedican los padres y hermanas o hermanos de ella o él?
¿Qué hacen o a qué se dedican sus hijos, y qué piensan hacer durante su Presidencia?
¿Quiénes son sus padres, suegros, cuñados, tíos y primos hermanos y a qué se dedican?
¿Revelaría ya las declaraciones de renta suyas, de su cónyuge y de sus hijos, de los últimos diez años?
¿En alguna ocasión ha evadido impuestos u ocultado bienes o ingresos a la DIAN?
¿Usted, su pareja, sus hijos, yernos, nueras, hermanos, cuñados son o han sido contratistas del Estado?
¿Tiene socios de oficina o de actividades comerciales o empresariales? ¿Qué harán mientras usted ejerce la Presidencia? ¿Esa oficina o empresa seguirá abierta mientras es presidente?
¿Revelaría ya las declaraciones de renta de la última década de las sociedades o empresas de las que ha sido socio o accionista o asesor?
¿Tiene o ha tenido propiedades en el extranjero? ¿Cuáles, cómo las adquirió o por cuánto las vendió?
¿Tiene o ha tenido finca? ¿Cuántas, en dónde, a qué han estado destinadas?
¿Visita casas, apartamentos o fincas de recreo en Anapoima, Cartagena, Santa Marta, San Andrés, Barichara, Miami o algún otro lugar? ¿Quiénes son los propietarios? ¿Puede asegurarle al país que no tiene intereses o participaciones en esas propiedades, directamente o a través de familiares o terceras personas?
¿Usted o alguien de su familia o una sociedad comercial en la que usted o los suyos tengan intereses recibieron contribuciones del programa de Agro Ingreso Seguro o cualquier subsidio estatal? ¿Cuánto?
¿En cuáles ciudades de Colombia ha tenido propiedades? ¿Cómo las adquirió o por cuánto las vendió?
¿Cuántas cuentas tiene en bancos o entidades de crédito en Colombia o en el exterior, bien directamente a su nombre o como socio o accionista de alguna empresa?
¿Cuáles tarjetas de crédito, nacionales o extranjeras, utiliza?
¿Tiene usted, su pareja o sus hijos deudas significativas? ¿Por qué conceptos y cómo piensa pagar siendo presidente?
¿Cuántos carros de su propiedad o de sociedades en las que usted o su familia tengan participaciones hay en su entorno familiar?
¿Ha padecido embargos alguna vez? ¿Por qué y cómo salió de ese problema?
¿Ha sido o es demandante o demandado en procesos civiles, laborales, fiscales o de familia?
¿Ha tenido accidentes de tránsito? ¿Hubo heridos o muertos? ¿Ha sido sancionado como infractor de tránsito?
¿Ha tenido incidentes callejeros con la Policía?
¿Alguna vez ha tenido que comparecer a la Procuraduría, a la Fiscalía y a la Contraloría para defenderse? ¿En qué casos y quién o quiénes fueron sus abogados o abogadas? ¿Ha denunciado penalmente a alguien?
¿Conoce o ha tenido trato con Francisco Javier Ricaurte, José Leonidas Bustos, Camilo Tarquino, Gustavo Malo, Andrés Felipe Arias, Jorge Noguera?
¿Tiene o ha tenido alguna enfermedad crónica o grave, como cáncer, diabetes, infartos, etc.?
En fin, son solo algunos interrogantes planteados por un ciudadano del común. ¿Habrá algún candidato (a) que se atreva?
Adenda. Aplaudo y me sumo a la “Marcha de la Dignidad por la Justicia” en la que los abogados litigantes por primera vez en la historia caminaremos pacíficamente a la Plaza de Bolívar para protestar contra la podredumbre judicial.