La semana pasada, en los Diálogos Territoriales sobre Desigualdad de Reimaginemos estuvimos en Bogotá hablando sobre desigualdad, clasismo y segregación espacial.
Como nos lo dijo Alejandro Riaño, actor y comediante colombiano, a veces se nos olvida, pero Colombia es el único país del mundo que estratifica a las personas. Vivimos en una sociedad donde nos hemos acostumbrado a normalizar los privilegios y las discriminaciones. Y estas realidades toman forma en nuestra ciudad. Una ciudad donde hay una línea divisoria entre unos y otros. Una ciudad que para muchos termina siendo clasista, racista, machista, xenófoba y homófoba. Al punto que se nos hace normal que en un restaurante como Andrés Carne de Res exista un menú para escoltas.
Estas desigualdades tienen unas causas históricas, que, como nos lo recordó Leopoldo Fergusson, economista e Investigador de la Universidad de Los Andes, vienen desde la forma como se organizó nuestra sociedad y economía en la era colonial.
Roberto Angulo, Secretario de Integración Social de Bogotá concuerda con estas raíces históricas, que además en el espacio urbano confluyen para generar desigualdad. Como lo dice Roberto, no podemos olvidar que, de hecho, la ciudad es por naturaleza desigualdad, pues la ciudad es concentración, acumulación de riqueza, de firmas, de oportunidades.
Daniela Arciniegas, lideresa de organizaciones juveniles y barriales del sur de Bogotá nos recuerda que los comportamientos y realidades clasistas que tenemos en la ciudad no pueden desligarse del sistema económico que tenemos. Un sistema en el que unas minorías, con su posición y posesiones, han históricamente acumulado el trabajo y la riqueza generada por la clase trabajadora y popular.
Daniela nos habló también sobre cómo estos conceptos y trayectorias toman forma en la ciudad, y en particular, en ciertas zonas de la ciudad. Por ejemplo, en el sur de Bogotá las personas no tienen un derecho real a la ciudad. No hay parques, infraestructura, y ni siquiera aire limpio, pues hemos designado a estas zonas como los lugares a donde va a parar la basura de la ciudad, y de donde sacamos los ladrillos para construir prosperidad en otros barrios.
Como lo señala Giovanni Rincón, Director de Urbanismo e Infraestructura de Camacol Colombia, estas formas como se fue construyendo la ciudad, sobre todo en los bordes, también fueron influenciadas por la incapacidad de los gobiernos (y de los mercados) de absorber el rápido crecimiento urbano que recibieron las ciudades, entre otras, por el desplazamiento que generó el conflicto armado Colombiano.
Estas raíces históricas han configurado casi que dos Bogotás, que, además, poco se encuentran. Las desigualdades y el clasismo nos han separado no solo geográficamente, sino también, culturalmente entre personas de “estratos altos y de estratos bajos”. Estas separaciones tienen un impacto real en las oportunidades de las personas. Así lo demuestra un reciente estudio que realizó Leopoldo, donde muestra que existe un “premio al acento de clase alta”.
Como siempre, en nuestros diálogos territoriales hablamos también sobre las soluciones. Roberto Angulo nos recordó como desde la política pública se ha avanzado en pensar la ciudad como un espacio en el que se debe no solo reducir la pobreza, sino también la desigualdad.
Al respecto, la arquitecta y experta en urbanismo Lucy López nos recuerda la importancia de usar el espacio público como un punto de encuentro entre clases. Y también de entender la construcción de la ciudad no como la construcción de cosas físicas, sino como una interacción entre el espacio y la comunidad que se relaciona en este espacio. De ahí la importancia de construir la ciudad con participación ciudadana. Oyendo lo que la gente quiere y necesita.
Daniela concuerda con Lucy en que las transformaciones y la ciudad se deben construir no solo oyendo a las comunidades y organizaciones sociales, sino también involucrándolas en la implementación de soluciones y de políticas.
El sector privado también tiene un rol central. Como Giovanni lo recuerda, para no solo construir ciudad, sino una ciudad más justa y menos segregada, necesitamos alinear incentivos para que los constructores, el gobierno y las personas, desmantelen la idea de que la Vivienda de Interés Social es una vivienda que está en extramuros, que está lejos de los centros de trabajo o de las universidades.
Como lo señaló, Allison Benson, PhD y coordinadora de los Diálogos Territoriales sobre Desigualdad de Reimaginemos, para construir una ciudad menos desigual y menos clasista, necesitamos no solo construir lo material, sino también transformar lo inmaterial: las ideas, las narrativas de como nos vemos a nosotros y a los otros.
Y para ello, el rol del arte y la cultura tiene que ponerse en el centro. No solo para visibilizar los privilegios y desigualdades extremas e injustas, sino también para llamar a la acción.
Como cerró diciendo Alejandro Riaño. Hay que actuar también. Y debemos actuar en colectivo. Las transformaciones tienen que ser colectivas y tienen que llamar a unir a las personas. Solo sentándonos juntos en una misma mesa, sin jerarquías, sin discriminaciones, sin delirios de poder, vamos a poder cambiar esta vaina.
Panelistas: Leopoldo Fergusson, Economista e investigador Uniandes; Alejandro Riaño, Actor y comediante colombiano; Daniela Arciniegas, Lideresa de organizaciones juveniles y barriales del sur de Bogotá; Lucy Molano, Arquitecta y experta en urbanismo; Giovanni Rincón, Director de Urbanismo, CAMACOL Bogotá; Roberto Angulo, Secretario de Integración Social de Bogotá.
Editora: @Allison_Benson_. Investigadora y Directora de Reimaginemos
La semana pasada, en los Diálogos Territoriales sobre Desigualdad de Reimaginemos estuvimos en Bogotá hablando sobre desigualdad, clasismo y segregación espacial.
Como nos lo dijo Alejandro Riaño, actor y comediante colombiano, a veces se nos olvida, pero Colombia es el único país del mundo que estratifica a las personas. Vivimos en una sociedad donde nos hemos acostumbrado a normalizar los privilegios y las discriminaciones. Y estas realidades toman forma en nuestra ciudad. Una ciudad donde hay una línea divisoria entre unos y otros. Una ciudad que para muchos termina siendo clasista, racista, machista, xenófoba y homófoba. Al punto que se nos hace normal que en un restaurante como Andrés Carne de Res exista un menú para escoltas.
Estas desigualdades tienen unas causas históricas, que, como nos lo recordó Leopoldo Fergusson, economista e Investigador de la Universidad de Los Andes, vienen desde la forma como se organizó nuestra sociedad y economía en la era colonial.
Roberto Angulo, Secretario de Integración Social de Bogotá concuerda con estas raíces históricas, que además en el espacio urbano confluyen para generar desigualdad. Como lo dice Roberto, no podemos olvidar que, de hecho, la ciudad es por naturaleza desigualdad, pues la ciudad es concentración, acumulación de riqueza, de firmas, de oportunidades.
Daniela Arciniegas, lideresa de organizaciones juveniles y barriales del sur de Bogotá nos recuerda que los comportamientos y realidades clasistas que tenemos en la ciudad no pueden desligarse del sistema económico que tenemos. Un sistema en el que unas minorías, con su posición y posesiones, han históricamente acumulado el trabajo y la riqueza generada por la clase trabajadora y popular.
Daniela nos habló también sobre cómo estos conceptos y trayectorias toman forma en la ciudad, y en particular, en ciertas zonas de la ciudad. Por ejemplo, en el sur de Bogotá las personas no tienen un derecho real a la ciudad. No hay parques, infraestructura, y ni siquiera aire limpio, pues hemos designado a estas zonas como los lugares a donde va a parar la basura de la ciudad, y de donde sacamos los ladrillos para construir prosperidad en otros barrios.
Como lo señala Giovanni Rincón, Director de Urbanismo e Infraestructura de Camacol Colombia, estas formas como se fue construyendo la ciudad, sobre todo en los bordes, también fueron influenciadas por la incapacidad de los gobiernos (y de los mercados) de absorber el rápido crecimiento urbano que recibieron las ciudades, entre otras, por el desplazamiento que generó el conflicto armado Colombiano.
Estas raíces históricas han configurado casi que dos Bogotás, que, además, poco se encuentran. Las desigualdades y el clasismo nos han separado no solo geográficamente, sino también, culturalmente entre personas de “estratos altos y de estratos bajos”. Estas separaciones tienen un impacto real en las oportunidades de las personas. Así lo demuestra un reciente estudio que realizó Leopoldo, donde muestra que existe un “premio al acento de clase alta”.
Como siempre, en nuestros diálogos territoriales hablamos también sobre las soluciones. Roberto Angulo nos recordó como desde la política pública se ha avanzado en pensar la ciudad como un espacio en el que se debe no solo reducir la pobreza, sino también la desigualdad.
Al respecto, la arquitecta y experta en urbanismo Lucy López nos recuerda la importancia de usar el espacio público como un punto de encuentro entre clases. Y también de entender la construcción de la ciudad no como la construcción de cosas físicas, sino como una interacción entre el espacio y la comunidad que se relaciona en este espacio. De ahí la importancia de construir la ciudad con participación ciudadana. Oyendo lo que la gente quiere y necesita.
Daniela concuerda con Lucy en que las transformaciones y la ciudad se deben construir no solo oyendo a las comunidades y organizaciones sociales, sino también involucrándolas en la implementación de soluciones y de políticas.
El sector privado también tiene un rol central. Como Giovanni lo recuerda, para no solo construir ciudad, sino una ciudad más justa y menos segregada, necesitamos alinear incentivos para que los constructores, el gobierno y las personas, desmantelen la idea de que la Vivienda de Interés Social es una vivienda que está en extramuros, que está lejos de los centros de trabajo o de las universidades.
Como lo señaló, Allison Benson, PhD y coordinadora de los Diálogos Territoriales sobre Desigualdad de Reimaginemos, para construir una ciudad menos desigual y menos clasista, necesitamos no solo construir lo material, sino también transformar lo inmaterial: las ideas, las narrativas de como nos vemos a nosotros y a los otros.
Y para ello, el rol del arte y la cultura tiene que ponerse en el centro. No solo para visibilizar los privilegios y desigualdades extremas e injustas, sino también para llamar a la acción.
Como cerró diciendo Alejandro Riaño. Hay que actuar también. Y debemos actuar en colectivo. Las transformaciones tienen que ser colectivas y tienen que llamar a unir a las personas. Solo sentándonos juntos en una misma mesa, sin jerarquías, sin discriminaciones, sin delirios de poder, vamos a poder cambiar esta vaina.
Panelistas: Leopoldo Fergusson, Economista e investigador Uniandes; Alejandro Riaño, Actor y comediante colombiano; Daniela Arciniegas, Lideresa de organizaciones juveniles y barriales del sur de Bogotá; Lucy Molano, Arquitecta y experta en urbanismo; Giovanni Rincón, Director de Urbanismo, CAMACOL Bogotá; Roberto Angulo, Secretario de Integración Social de Bogotá.
Editora: @Allison_Benson_. Investigadora y Directora de Reimaginemos