En el fútbol hay poco campo para las verdades absolutas, aunque quedan algunos mitos por derribar. Por fortuna, la evidencia ayuda a destronarlas en pro de lo más lindo que tiene este deporte, que es la capacidad de sorprender.
Siempre se ha creído que un equipo nacional debe estar integrado por los mejores jugadores del momento a la hora de la convocatoria, pero resulta que no necesariamente debe ser así. El equipo de Lorenzo lo demuestra, como lo hizo el de Pékerman. El primero, alumno aventajado del segundo, armó un equipo en 2012 con hombres que no necesariamente eran titulares en sus clubes y a pesar de ello fueron vitales en la conformación de la selección más exitosa de la historia, la que llegó a cuartos de final en Brasil. Abel Aguilar, Pablo Armero, James Rodríguez e incluso Falcao fueron, siempre que estuvieron bien físicamente, titulares en el equipo de todos, aunque fueran suplentes en sus clubes. Ahora, Lorenzo lo aplica con Santos Borré, James, Mina e incluso Santigo Arias.
Pasa en el resto del mundo y con países que pelean mundiales, como es el caso de Olivier Giroud en Francia. También sucedió mucho tiempo con Hazard en Bélgica. Es que al final, así se vean cada dos meses, se trata de armar equipos, colectivos con movimientos memorizados para poder marcar diferencias más frecuentemente. Sin embargo, sigue en la creencia popular el hecho de que basta con estar bien a la hora de la convocatoria para ser titular.
Ahí va otra verdad que se da por absoluta y está lejos de ser. Se cree que un proceso es tener el mismo técnico durante muchos años. Casos como el de Alex Fergusson en Manchester United, el Muñeco Gallardo en River o Guardiola en Manchester City y en el Barcelona, quienes ganaron todo una y otra vez durante mucho tiempo, nos hicieron creer que cualquiera que lo hiciera iba a ser exitoso. Pero un proceso es mucho más que eso; también, puede ser mucho menos que eso. Para comenzar, el tiempo no tiene nada que ver con los resultados.
El norte de Real Madrid siempre ha sido el mismo independiente de que esté en el banco Mourinho, Zidane o Ancelotti. En nuestro país el último gran proceso, el de Atlético Nacional, contó con tres entrenadores en sus mejores años. Lo que comenzó Santiago Escobar lo fortaleció Juan Carlos Osorio y lo cambió por una Libertadores Reinaldo Rueda. En los cuatro años de Gamero al frente de Millonarios, Nacional y América han levantado más títulos. Procesos de seis meses, como el de Deportivo Cali, Junior y Tolima, dos veces han sido campeones una vez, al igual que el azul.
Lo único que tienen en común los campeones en todo el mundo es que cuentan con buenos futbolistas. Casos como el de Leicester hace ya casi diez años en Inglaterra son una excepción. Los verdaderos procesos no dependen del tiempo del DT en el cargo, sino de los resultados y los resultados están más cerca de lograrse cuando se cuenta con buenos jugadores.
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En el fútbol hay poco campo para las verdades absolutas, aunque quedan algunos mitos por derribar. Por fortuna, la evidencia ayuda a destronarlas en pro de lo más lindo que tiene este deporte, que es la capacidad de sorprender.
Siempre se ha creído que un equipo nacional debe estar integrado por los mejores jugadores del momento a la hora de la convocatoria, pero resulta que no necesariamente debe ser así. El equipo de Lorenzo lo demuestra, como lo hizo el de Pékerman. El primero, alumno aventajado del segundo, armó un equipo en 2012 con hombres que no necesariamente eran titulares en sus clubes y a pesar de ello fueron vitales en la conformación de la selección más exitosa de la historia, la que llegó a cuartos de final en Brasil. Abel Aguilar, Pablo Armero, James Rodríguez e incluso Falcao fueron, siempre que estuvieron bien físicamente, titulares en el equipo de todos, aunque fueran suplentes en sus clubes. Ahora, Lorenzo lo aplica con Santos Borré, James, Mina e incluso Santigo Arias.
Pasa en el resto del mundo y con países que pelean mundiales, como es el caso de Olivier Giroud en Francia. También sucedió mucho tiempo con Hazard en Bélgica. Es que al final, así se vean cada dos meses, se trata de armar equipos, colectivos con movimientos memorizados para poder marcar diferencias más frecuentemente. Sin embargo, sigue en la creencia popular el hecho de que basta con estar bien a la hora de la convocatoria para ser titular.
Ahí va otra verdad que se da por absoluta y está lejos de ser. Se cree que un proceso es tener el mismo técnico durante muchos años. Casos como el de Alex Fergusson en Manchester United, el Muñeco Gallardo en River o Guardiola en Manchester City y en el Barcelona, quienes ganaron todo una y otra vez durante mucho tiempo, nos hicieron creer que cualquiera que lo hiciera iba a ser exitoso. Pero un proceso es mucho más que eso; también, puede ser mucho menos que eso. Para comenzar, el tiempo no tiene nada que ver con los resultados.
El norte de Real Madrid siempre ha sido el mismo independiente de que esté en el banco Mourinho, Zidane o Ancelotti. En nuestro país el último gran proceso, el de Atlético Nacional, contó con tres entrenadores en sus mejores años. Lo que comenzó Santiago Escobar lo fortaleció Juan Carlos Osorio y lo cambió por una Libertadores Reinaldo Rueda. En los cuatro años de Gamero al frente de Millonarios, Nacional y América han levantado más títulos. Procesos de seis meses, como el de Deportivo Cali, Junior y Tolima, dos veces han sido campeones una vez, al igual que el azul.
Lo único que tienen en común los campeones en todo el mundo es que cuentan con buenos futbolistas. Casos como el de Leicester hace ya casi diez años en Inglaterra son una excepción. Los verdaderos procesos no dependen del tiempo del DT en el cargo, sino de los resultados y los resultados están más cerca de lograrse cuando se cuenta con buenos jugadores.
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