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                                                                                                                                  Burdeles y otros círculos infernales

                                                                                                                                  En la década del cuarenta, del siglo pasado, Medellín, además de ser la ciudad industrial de Colombia, también se erigió como la de mayor número de burdeles, prostitutas y zonas de tolerancia. “A Medellín se entra por un prostíbulo”, dijo un connotado columnista bogotano. “Medellín es la sucursal de Sodoma y Gomorra”, advirtió en tono apocalíptico un editorial de un periódico conservador en un tiempo en que había en la ciudad más putas que obreros, lo que era bastante decir.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  En aquel “delicioso Medellín”, así lo definió el médico Jorge Franco Vélez, surgió el sector más famoso del país por sus elegantes lupanares, por sus casas de citas y, además, por sus madamas de ensueño, entre las que estaban Marta Pintuco, Ana Molina, Ligia Sierra (que recitaba a los poetas malditos), la Loca Ester (que parecía un tango) y por tantas otras cortesanas y vagabundas de cartel, como María Duque, inmortalizada por Fernando Botero, y a la que el autor de Hildebrando llamó el “Alma Méter”.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  A Lovaina, buscando a veces hasta “señoritas” o un “estrén”, iban alcaldes y ministros, gobernadores e industriales. Se dijo, no sin gracia y con mucha aproximación a la realidad, que en aquel barrio de atractivas perversiones, se echaron las bases para el Frente Nacional. Claro que no era que entonces la ciudad fuera una “pera en dulce”. A principios de los cincuenta, cuando una alcaldada, la de Luis Peláez Restrepo, mudó a todas las zonas de tolerancia para un único lugar, el Barrio Antioquia, ya estaban en la ciudad, en cantinas y parques, los “aplanchadores” laureanistas, dándoles planazos (cuando no filo) a los liberales “nueveabrileños”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Ahora el escándalo es porque la prostitución (digamos que tampoco es nueva por ahí) se instaló en un parque de élites, el Lleras, en El Poblado, donde abundan el narcoturismo y los servicios carnales, la hotelería con meretrices de catálogo y la inseguridad. Se multiplican los “jíbaros” disfrazados de vendedores ambulantes, y en lugares, muy cercanos al Centro, niñas y adolescentes son forzadas a vender sus servicios sexuales.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Se escucha, a veces como pretexto, o quizá como una elusión para no enfrentar las raíces de los problemas y combatirlos, que la pandemia y los inmigrantes son los responsables del despelote generalizado que sufre Medellín. Sin embargo, estos dos factores lo que hicieron fue agravar una enorme cantidad de problemas sociales, económicos, urbanísticos, de convivencia y otros, que no se han atacado en sus causas, y frente a los cuales, la actual y administraciones precedentes, se han hecho los “güevones”.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Ya no es la sucursal de Sodoma y Gomorra (o Sodoma y gonorrea, como dicen por ahí en la penumbra), sino un infierno con más de nueve círculos de horror.

                                                                                                                                  En la década del cuarenta, del siglo pasado, Medellín, además de ser la ciudad industrial de Colombia, también se erigió como la de mayor número de burdeles, prostitutas y zonas de tolerancia. “A Medellín se entra por un prostíbulo”, dijo un connotado columnista bogotano. “Medellín es la sucursal de Sodoma y Gomorra”, advirtió en tono apocalíptico un editorial de un periódico conservador en un tiempo en que había en la ciudad más putas que obreros, lo que era bastante decir.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  En aquel “delicioso Medellín”, así lo definió el médico Jorge Franco Vélez, surgió el sector más famoso del país por sus elegantes lupanares, por sus casas de citas y, además, por sus madamas de ensueño, entre las que estaban Marta Pintuco, Ana Molina, Ligia Sierra (que recitaba a los poetas malditos), la Loca Ester (que parecía un tango) y por tantas otras cortesanas y vagabundas de cartel, como María Duque, inmortalizada por Fernando Botero, y a la que el autor de Hildebrando llamó el “Alma Méter”.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  A Lovaina, buscando a veces hasta “señoritas” o un “estrén”, iban alcaldes y ministros, gobernadores e industriales. Se dijo, no sin gracia y con mucha aproximación a la realidad, que en aquel barrio de atractivas perversiones, se echaron las bases para el Frente Nacional. Claro que no era que entonces la ciudad fuera una “pera en dulce”. A principios de los cincuenta, cuando una alcaldada, la de Luis Peláez Restrepo, mudó a todas las zonas de tolerancia para un único lugar, el Barrio Antioquia, ya estaban en la ciudad, en cantinas y parques, los “aplanchadores” laureanistas, dándoles planazos (cuando no filo) a los liberales “nueveabrileños”.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Ahora el escándalo es porque la prostitución (digamos que tampoco es nueva por ahí) se instaló en un parque de élites, el Lleras, en El Poblado, donde abundan el narcoturismo y los servicios carnales, la hotelería con meretrices de catálogo y la inseguridad. Se multiplican los “jíbaros” disfrazados de vendedores ambulantes, y en lugares, muy cercanos al Centro, niñas y adolescentes son forzadas a vender sus servicios sexuales.

                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Se escucha, a veces como pretexto, o quizá como una elusión para no enfrentar las raíces de los problemas y combatirlos, que la pandemia y los inmigrantes son los responsables del despelote generalizado que sufre Medellín. Sin embargo, estos dos factores lo que hicieron fue agravar una enorme cantidad de problemas sociales, económicos, urbanísticos, de convivencia y otros, que no se han atacado en sus causas, y frente a los cuales, la actual y administraciones precedentes, se han hecho los “güevones”.

                                                                                                                                  No ad for you

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                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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