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                                                                                                                                Criminalización de la protesta

                                                                                                                                Las protestas sociales, tan reprimidas y satanizadas por el poder en Colombia, tienen una larga historia en la consecución de derechos y en la expresión de descontentos contra las injusticias y otras arbitrariedades. Ratifican, si se quiere, la sentencia de Martí al respecto: “Los derechos no se mendigan; se conquistan”. Y son parte de una larga lucha por la democracia y la participación política.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En 1971, que fue en Colombia como un mayo del 68 pero todo el año, estalló el movimiento estudiantil más contestatario y masivo de la historia nacional. Las movilizaciones de los educandos se ganaron las simpatías y apoyos del resto de la población. Y como una muestra descomunal del ejercicio democrático de la protesta, en 1977 se desarrolló el “paro cívico nacional” (o huelga general) contra el gobierno de López Michelsen, en el que participaron todas las centrales obreras, además del resto de la población.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En aquellos días, entre 1978 y 1982, las restricciones a la protesta, a las manifestaciones y mítines, y la persecución desaforada a quienes defendieran los derechos humanos y la democracia eran un denominador común. La tortura, las detenciones arbitrarias, la violación al habeas corpus, las “operaciones rastrillo” y un largo rosario de desafueros se presentaron en aquellas calendas, al tiempo que se fortalecían las mafias del narcotráfico.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Y vuelve y juega. Ahora, el ministro de Defensa, en una deslucida intervención, ha dicho que las protestas sociales (a las que él, desde antes de ser ministro, quiere “regular”) están financiadas por grupos ilegales. Y por qué, como le espetaron varios líderes políticos, en vez de lanzar temerarias acusaciones, no persigue a las bandas criminales, a los paracos supérstites, a las mafias…

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lo del ministro de Defensa no es una salida en falso. Es parte de la construcción planeada de un gobierno que parece encontrar en el despotismo una manera de ejercitar el poder. No son declaraciones aisladas. Corresponden a un estilo y a una esencia: los de la antidemocracia. No es que los ministros, como Carrasquilla y Botero, por ejemplo, sean los “malos”, al tiempo que el presidente es el “bueno”. No. Estamos al frente de una empresa de poder que tiene como uno de sus perversos objetivos que el pueblo sea una víctima pasiva y resignada ante la vileza de sus gobernantes.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En 1971, que fue en Colombia como un mayo del 68 pero todo el año, estalló el movimiento estudiantil más contestatario y masivo de la historia nacional. Las movilizaciones de los educandos se ganaron las simpatías y apoyos del resto de la población. Y como una muestra descomunal del ejercicio democrático de la protesta, en 1977 se desarrolló el “paro cívico nacional” (o huelga general) contra el gobierno de López Michelsen, en el que participaron todas las centrales obreras, además del resto de la población.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                En aquellos días, entre 1978 y 1982, las restricciones a la protesta, a las manifestaciones y mítines, y la persecución desaforada a quienes defendieran los derechos humanos y la democracia eran un denominador común. La tortura, las detenciones arbitrarias, la violación al habeas corpus, las “operaciones rastrillo” y un largo rosario de desafueros se presentaron en aquellas calendas, al tiempo que se fortalecían las mafias del narcotráfico.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Y vuelve y juega. Ahora, el ministro de Defensa, en una deslucida intervención, ha dicho que las protestas sociales (a las que él, desde antes de ser ministro, quiere “regular”) están financiadas por grupos ilegales. Y por qué, como le espetaron varios líderes políticos, en vez de lanzar temerarias acusaciones, no persigue a las bandas criminales, a los paracos supérstites, a las mafias…

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lo del ministro de Defensa no es una salida en falso. Es parte de la construcción planeada de un gobierno que parece encontrar en el despotismo una manera de ejercitar el poder. No son declaraciones aisladas. Corresponden a un estilo y a una esencia: los de la antidemocracia. No es que los ministros, como Carrasquilla y Botero, por ejemplo, sean los “malos”, al tiempo que el presidente es el “bueno”. No. Estamos al frente de una empresa de poder que tiene como uno de sus perversos objetivos que el pueblo sea una víctima pasiva y resignada ante la vileza de sus gobernantes.

                                                                                                                                No ad for you

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