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                                                                                                                                El horrible campo colombiano

                                                                                                                                El campo, ese lugar horrible donde los pollos andan crudos, que decía Óscar Wilde, es en Colombia espantoso, no por los pollos, sino por todas las miserias.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Muchos terratenientes iban extendiendo sus alambradas hasta el infinito e imponiendo su feudalidad a sangre y fuego. El campo, que en los cincuenta era ya sede de un conflicto armado liberal-conservador, se puso peor después, y los campesinos se movían -y perecían- entre varios fuegos: los del ejército, la guerrilla y los paramilitares. Y de tierra, nada. “Se va o lo desaparecemos”, era una de las decenas de amenazas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Pero parece ser que más violentas que las mafias, los paracos, las guerrillas, son las transnacionales. Después de suscribirse el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia, la situación de campesinos, de agricultores, empeoró. Recientes denuncias advierten sobre el peligro que representa tener semillas. Las transnacionales, a las cuales el gobierno colombiano ha servido como gran prostituta, comenzaron sus maltratos contra aquellos que guarden semillas extranjeras “genéticamente modificadas”.

                                                                                                                                Los campesinos, alzados hoy contra los monopolios extranjeros, corren el riesgo de ir a la cárcel o pagar cuantiosas multas. Y todo porque los serviles lacayos de la dirigencia nacional se empeñaron en proteger unas cuantas semillas extranjeras en detrimento de numerosas y ancestrales semillas que han sido el patrimonio de estas Américas. Sitiados por las transnacionales, los campesinos colombianos están abocados a la ruina, y, de otro lado, tendrán que erguirse como defensores de las semillas libres.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Los vergonzosos neoliberales colombianos abren sus bocas y piernas a transnacionales como Monsanto, Syngenta y Dupon, con sus semillas de maíz, soya, arroz, algodón; a las de los carísimos fertilizantes y agrotóxicos, ah, sin contar con las de la minería, y destrozan al país. Y todavía hay gente que se pregunta por qué los paros agrarios.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La cosa es que el campo colombiano no es aquel lugar terrible donde los pollos andan crudos, sino donde los campesinos se acercan cada vez más a la indigencia y a todos los desamparos. Por eso, nada tiene de raro que protesten y luchen por su dignidad, antes de que las transnacionales “patenten” todos los pollos.

                                                                                                                                El campo, ese lugar horrible donde los pollos andan crudos, que decía Óscar Wilde, es en Colombia espantoso, no por los pollos, sino por todas las miserias.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Muchos terratenientes iban extendiendo sus alambradas hasta el infinito e imponiendo su feudalidad a sangre y fuego. El campo, que en los cincuenta era ya sede de un conflicto armado liberal-conservador, se puso peor después, y los campesinos se movían -y perecían- entre varios fuegos: los del ejército, la guerrilla y los paramilitares. Y de tierra, nada. “Se va o lo desaparecemos”, era una de las decenas de amenazas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Pero parece ser que más violentas que las mafias, los paracos, las guerrillas, son las transnacionales. Después de suscribirse el tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia, la situación de campesinos, de agricultores, empeoró. Recientes denuncias advierten sobre el peligro que representa tener semillas. Las transnacionales, a las cuales el gobierno colombiano ha servido como gran prostituta, comenzaron sus maltratos contra aquellos que guarden semillas extranjeras “genéticamente modificadas”.

                                                                                                                                Los campesinos, alzados hoy contra los monopolios extranjeros, corren el riesgo de ir a la cárcel o pagar cuantiosas multas. Y todo porque los serviles lacayos de la dirigencia nacional se empeñaron en proteger unas cuantas semillas extranjeras en detrimento de numerosas y ancestrales semillas que han sido el patrimonio de estas Américas. Sitiados por las transnacionales, los campesinos colombianos están abocados a la ruina, y, de otro lado, tendrán que erguirse como defensores de las semillas libres.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Los vergonzosos neoliberales colombianos abren sus bocas y piernas a transnacionales como Monsanto, Syngenta y Dupon, con sus semillas de maíz, soya, arroz, algodón; a las de los carísimos fertilizantes y agrotóxicos, ah, sin contar con las de la minería, y destrozan al país. Y todavía hay gente que se pregunta por qué los paros agrarios.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                La cosa es que el campo colombiano no es aquel lugar terrible donde los pollos andan crudos, sino donde los campesinos se acercan cada vez más a la indigencia y a todos los desamparos. Por eso, nada tiene de raro que protesten y luchen por su dignidad, antes de que las transnacionales “patenten” todos los pollos.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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