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Puede ser que la suerte final de los títeres de algún gobierno imperial, los intermediarios que se ofrecen a sacrificar a su pueblo en una crasa traición a los intereses de lo que hace años se denominaba la “patria”, y que se arrodillan y lamen la suela de las botas de sus verdugos, sea la de terminar vapuleados por sus aparentes “protectores”.
El espectáculo, descorazonador, también circense y con tintes de farándula, deplorable para una de las partes en exhibición, fue protagonizado por el imperialista Donald Trump y su vicepresidente JD Vance frente a un esmirriado presidente ucraniano, despojado de cualquier dignidad. Es una de las páginas más decadentes de los tiempos modernos.
Por un lado, la actitud de someter hasta la conmiseración a un postrado sirviente de los intereses de Washington en Europa da cuenta de la condición de pirata contemporáneo de Trump. Por otro, muestra cómo la historia puede aplastar, sin apelación, a los lacayos, como es el caso de un desvergonzado Zelensky, que apenas, frente a sus “padrinos”, pataleaba como un muñeco de ventrílocuo.
Recordemos algunos aspectos históricos sobre por qué Estados Unidos y buena parte de Europa intervinieron en Ucrania desde 2014, cuando, en un golpe de Estado, depusieron al presidente Viktor Yanukóvich para imponer un régimen oligárquico y neonazi. Zelensky apareció como una ficha contra Rusia, impuesto por Barack Obama y su vicepresidente Joe Biden, cuyo hijo era parte de una compañía de gas en Ucrania. Establecieron allí un gobierno fundamentalista, neohitleriano, que reprimió con sevicia a los opositores, algunos de los cuales fueron quemados, en un símil de rediviva Inquisición.
El gobierno ucraniano, primero con un tal Petró Poroshenko y luego con Zelensky, emprendió ataques contra los pobladores de lengua rusa, como los del Donbás, y después contra las repúblicas independientes de Donetsk y Luhansk, con el asentimiento de EE. UU. y la Unión Europea. Más tarde, como secuela de las injerencias estadounidenses y europeas, llegó la invasión rusa.
Lo que ocurre en Ucrania es altamente peligroso para la llamada “paz mundial”. Trump se lo restregó al quebradizo Zelensky: “Estás jugando con las vidas de millones de personas. Estás jugando con la Tercera Guerra Mundial”. Pero, más allá de una posible guerra nuclear, los intereses estratégicos por Ucrania están conectados con la riqueza de los llamados minerales críticos. Ya se sabe que apoderarse de los minerales extranjeros es uno de los objetivos clave de la política exterior de Trump, erigido como una suerte de capo mafioso universal, capaz de extorsionar y dar órdenes, bajo amenaza, a sus acólitos y subordinados.
Ucrania es rica en 22 de los 34 minerales críticos y tiene hasta 5 de los 17 elementos de tierras raras que necesita Estados Unidos. Algunos de ellos también están en Canadá y Groenlandia. El lantano, cerio, erbio, itrio y neodimio son esenciales para la movilidad eléctrica, la producción nuclear, los láseres, los televisores y la iluminación. Además, Ucrania posee bromo, titanio, mercurio, grafito, litio, uranio y galio.
Después de tantas muertes y del sufrimiento prolongado del pueblo ucraniano, conducido al sacrificio por sujetos desvergonzados como Zelensky, bajo el yugo estadounidense y europeo, presenciamos una humillación televisada. Trump y Vance zarandearon a la marioneta ucraniana a placer. “No, no tienes permiso de hablar (aunque ya había hablado). Tu país está en serios problemas”, le vociferó el “pacificador”.
El pusilánime ucraniano, un traidor a su patria, seguro quería meterse bajo tierra. Estaba sometido a alta presión y a una demostración de poder del filibustero Trump: “Te dimos equipo militar y tus hombres son valientes, pero tuvieron que usar nuestro ejército”. Y no perdió oportunidad para recordarle que le habían dado 350 mil millones de dólares “a través de ese estúpido presidente (Biden)”. Y remató: “Obama les dio sábanas y yo les di misiles”.
Entre la espada y la pared, el monigote ucraniano parecía una “brizna al viento y al azar”. Estaba aplastado por el poder imperialista, el que saquea, invade, dicta órdenes, impone, bombardea… todo lo que la historia ha mostrado sobre esas aberraciones de larga duración.
“El problema es que te he empoderado para que seas un tipo duro. No creo que pudieras ser un tipo duro sin los Estados Unidos. Y su gente es muy valiente. Pero o haces un acuerdo, o nosotros estamos fuera”. El lánguido mequetrefe es, al tiempo, víctima y ficha del todopoderoso imperio. La paz parece estar llorando.
