Leo en La Vanguardia, de Barcelona, que el sábado 8 de este mes, en el transcurso de la Semana Negra de Gijón, el escritor serbio Goran Tocilovac (Belgrado, 1955) pronosticó “la desaparición paulatina de las palabras” ante el auge de las imágenes y los mensajes cortos que adquieren protagonismo en el sistema de comunicación social.
En una rueda de prensa con motivo de la presentación de su novela Placeres últimos, Tocilovac dijo que la lectura de libros y periódicos quedará restringida a una minoría muy reducida de personas porque la mayoría “no cree en las palabras, cree en las imágenes”, que “cada vez son más preponderantes”.
“Llegará un momento en el que las palabras desaparezcan”, añadió Tocilovac, quien advirtió del riesgo de que la cultura de las imágenes provoque actitudes irreflexivas en la gente, que se deja llevar por la “facilidad” que tienen para ser asumidas desde las emociones.
En primer lugar debo decir que conozco a Goran desde hace muchos años, desde el milenio pasado, y no sabía que había nacido en Belgrado, aunque sí que era de ascendencia serbia. Pero en cuanto escritor, Goran no es serbio sino peruano, él escribe en el mismo idioma que César Vallejo, José María Arguedas y Antonio Cisneros.
En segundo lugar diré que la persona que me pasó el enlace con ese cable publicado en La Vanguardia es un amigo común, colombiano, el cual, como Goran, vive en París. Y al recibir su e-mail, abrir el enlace y leer el cable, le contesté diciéndole que
Goran no sabe de lo que habla. ¿Cómo van a legislar los parlamentarios y cómo van a explicarle los pacientes a sus médicos los males que padecen? ¿Cómo van a estar redactados los prospectos que acompañan obligatoriamente todas las medicinas? ¿Cómo van a dar sus lecciones los maestros en las escuelas y los catedráticos en las universidades? ¿Cómo narrarán los reporteros deportivos las Olimpiadas, los partidos de fútbol, los combates de boxeo? ¿Cómo dialogarán los intérpretes en las obras de teatro y en las películas? Y a propósito: ¿también van a desaparecer los intérpretes entre los idiomas?
Trato de imaginarme el mundo del que nos pone en guardia Goran, y me pregunto: ¿cómo van a sentenciar los jueces? ¿con emoticones? ¿Un emoticón mostrando un rostro enfurecido, seguido de otro (un puño cerrado con el pulgar apuntando hacia abajo) y un tercero con el pictograma de una horca? ¡Amos, anda!, como dicen los madrileños.
Un gran poeta español, Bécquer, escribió esto: “No digáis que agotado su tesoro, / de asuntos falta, enmudeció la lira. / Podrá no haber poetas, pero siempre / habrá poesía”. Parafraseándolo: podrá no haber escritores, pero siempre habrá palabras.
Leo en La Vanguardia, de Barcelona, que el sábado 8 de este mes, en el transcurso de la Semana Negra de Gijón, el escritor serbio Goran Tocilovac (Belgrado, 1955) pronosticó “la desaparición paulatina de las palabras” ante el auge de las imágenes y los mensajes cortos que adquieren protagonismo en el sistema de comunicación social.
En una rueda de prensa con motivo de la presentación de su novela Placeres últimos, Tocilovac dijo que la lectura de libros y periódicos quedará restringida a una minoría muy reducida de personas porque la mayoría “no cree en las palabras, cree en las imágenes”, que “cada vez son más preponderantes”.
“Llegará un momento en el que las palabras desaparezcan”, añadió Tocilovac, quien advirtió del riesgo de que la cultura de las imágenes provoque actitudes irreflexivas en la gente, que se deja llevar por la “facilidad” que tienen para ser asumidas desde las emociones.
En primer lugar debo decir que conozco a Goran desde hace muchos años, desde el milenio pasado, y no sabía que había nacido en Belgrado, aunque sí que era de ascendencia serbia. Pero en cuanto escritor, Goran no es serbio sino peruano, él escribe en el mismo idioma que César Vallejo, José María Arguedas y Antonio Cisneros.
En segundo lugar diré que la persona que me pasó el enlace con ese cable publicado en La Vanguardia es un amigo común, colombiano, el cual, como Goran, vive en París. Y al recibir su e-mail, abrir el enlace y leer el cable, le contesté diciéndole que
Goran no sabe de lo que habla. ¿Cómo van a legislar los parlamentarios y cómo van a explicarle los pacientes a sus médicos los males que padecen? ¿Cómo van a estar redactados los prospectos que acompañan obligatoriamente todas las medicinas? ¿Cómo van a dar sus lecciones los maestros en las escuelas y los catedráticos en las universidades? ¿Cómo narrarán los reporteros deportivos las Olimpiadas, los partidos de fútbol, los combates de boxeo? ¿Cómo dialogarán los intérpretes en las obras de teatro y en las películas? Y a propósito: ¿también van a desaparecer los intérpretes entre los idiomas?
Trato de imaginarme el mundo del que nos pone en guardia Goran, y me pregunto: ¿cómo van a sentenciar los jueces? ¿con emoticones? ¿Un emoticón mostrando un rostro enfurecido, seguido de otro (un puño cerrado con el pulgar apuntando hacia abajo) y un tercero con el pictograma de una horca? ¡Amos, anda!, como dicen los madrileños.
Un gran poeta español, Bécquer, escribió esto: “No digáis que agotado su tesoro, / de asuntos falta, enmudeció la lira. / Podrá no haber poetas, pero siempre / habrá poesía”. Parafraseándolo: podrá no haber escritores, pero siempre habrá palabras.