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Desde siempre digo que tengo mucho que agradecerle al general Franco: el régimen de ese inferiocre logró desarraigarme del alma hasta el más mínimo vestigio de nacionalismo y de patriotismo. Soy políticamente apátrida, a lo más que me atrevo es a ser europeo occidental en modo sureño atlántico: no tengo ni pizca de mediterráneo. Hago esta advertencia para que se entienda bien lo que sigue, que no está dictado por ninguna clase de nacionalismo o patriotismo o cualquier otra martingala.
El sábado 14, en el canal 3sat (de derecho público, con participación de Alemania, Austria y la Suiza tedesca), pasaron un concierto al aire libre delante de la torre Eiffel, protagonizado por la Orquesta Nacional de Francia, cuyo patrón es el primer título de crédito en las grabaciones y transmisiones vía TV de la orquesta; se trata nada más y nada menos que del presidente de la Vème Republique, M’sieur Emmanuel Macron.
Dirigía el concierto una de las buenas batutas femeninas de los últimos tiempos, la australiana Simone Young, en un programa que incluía el aria “Salut a la France”, de una famosa ópera de Donizetti, el “Libertango” de Piazzolla en versión para acordeón y orquesta, y piezas, arias y dúos de Mozart, Verdi, Bizet, el bellísimo pasaje del despertar el día en “Daphnis et Chloé” de Ravel, un concierto para dos violines de Bach... pero luego vino lo que no vacilo en calificar de auténtico atentado al derecho de autor y hecatombe musical de intensidad 8,2 en la escala Richter del escándalo.
Lo que siguió fue “París, París, París”, una adaptación al francés del “Madrid, Madrid, Madrid” del grandísimo compositor mexicano Agustín Lara, el chotis que es la canción emblemática de la capital de España. Y aquí viene la carga de dinamita: al aparecer los créditos en la pantalla, abajo a la derecha, se me desorbitaron los glisos, como los llaman los gitanos: el arreglo era de un tal Andrew Cottee y en el espacio dedicado a la autoría se la atribuían a Joséphine Baker. Me sublevó. Me sigue sublevando días después, y es por eso que quiero hacer público mi desprecio al tinglado chovinista de la Orquesta Nacional de Francia.
A la Baker yo la adoro, pero asignarle la autoría del chotis de Lara, eso sí que no en mis días. Madrid es la ciudad de mi corazón y este robo a mano armada a su tesoro musical no puede quedar sin denuncia. Con el agravante de que “París” rima con “paradies”, y el texto francés se aprovecha de esa rebaja de verano. Ahora sólo falta que aparezca un tenor galo cantando “Marseille” con la melodía de otra canción inmortal de Lara: “Granada”. ¿Se lo imaginan?: ♫ Marseille, la terre de mes rêveries... ♫ Nationalisme de merde!
El enlace con el corpus delicti es este: https://www.youtube.com/watch?v=vqS5Awazmv8