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En plena guerra civil española, el 26.4.1937, a partir de las 4:15 pm., durante 195’ interminables,los aviones alemanes de la Legion Condor [tal es la grafía tedesca] cometieron la más cobarde y espeluznante masacre del repertorio bélico: el bombardeo de una población civil, Guernica, santuario del pueblo vasco.
Hubo un montaje mendaz urdido por la propaganda franquista y el régimen nazi para eximirse de la responsabilidad, pero gracias a la crónica publicada por George Steer dos días más tarde, hoy hace 80 años, en el Times de Londres y en el New York Times, el montaje se vino abajo: fueron aviadores italianos y alemanes quienes causaron la hecatombe, quienes ametrallaron en vuelo rasante a la gente del pueblo en fuga, quienes dejaron ese rastro cainita en la vieja Euzkadi.
Aquí debo confesar cómo es que de siempre me ha fascinado enhebrar con el hilo del recuerdo tres obras maestras de la pintura española, correspondiente cada una de ellas a tres periodos muy distintos de la Historia de mi país.
El cuadro “La rendición de Bredá”, popularmente conocido como “Las lanzas”, de Velázquez, plasma el momento en que el general genovés Ambrosio de Spínola, al servicio de España, recibe el 5.6.1625 la capitulación de Justino de Nasau, defensor de la ciudad. La imagen refleja la caballerosidad del vencedor y el ambiente de respeto mutuo en que terminan las hostilidades.
“Los fusilamientos del 3 de mayo [1808]”, de Goya, recoge el instante en que un pelotón de soldados napoleónicos asesina a mansalva en la montaña del Príncipe Pío de Madrid a un grupo de patriotas que se habían alzado contra la ocupación de su país. El cuadro muestra en todo su horror la impasible crueldad de la obediencia ciega y el luminoso grito de libertad en la figura central de la composición, una epifanía de la pintura universal.
Para el tercero de los cuadros le cedo la palabra al autor coloniense Heinrich Böll, Premio Nobel 1972, de quien en diciembre se conmemora el centenario de su nacimiento. En su novela “Acto de servicio” se encuentra este pasaje, lúcida alusión al bombardeo de Guernica:
«El fiscal preguntó si era usual que un artista –lo dijo con abierto sarcasmo– robase el material para su obra de arte. Büren replicó de nuevo con una fantástica, acusada indolencia: dijo que querer hacer una obra de arte era una pasión tan vehemente que, desde luego, un artista siempre estaría dispuesto a robar el material; Picasso, dijo, buscó a veces materiales para sus obras de arte en los escombros, y hubo una vez en que la mismísima Luftwaffe, durante algunos minutos, hizo que los motores de sus reactores de caza cooperasen en una obra de arte de esta clase».