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Noviembre es el mes de los santos difuntos, y hoy se cumple un año de la muerte de uno de los más grandes intelectuales de la posguerra alemana, aclamado dentro y fuera de Alemania como uno de sus cerebros más clarividentes: Hans Magnus Enzensberger.
Recuerdo cómo lo conocí personalmente: 1976, Feria del Libro de Fráncfort del Meno, ese año por primera vez dedicada a un tema concreto: “Latinoamérica, un continente por descubrir”. Una noche, los editores alemanes se reunieron en uno de los lugares más nobles de la ciudad con sus autores del otro lado español y portugués del charco. Y el encargado de saludarlos en nombre de sus editores fue Hans Magnus Enzensberger, el autor alemán que, además de Heinrich Böll (mi querido don Enrique), más sabía de nuestro mundo. Siempre se alude a él como el autor de El corto verano de la anarquía. Vida y muerte de Buenaventura Durruti, el carismático anarquista que murió en circunstancias no aclaradas durante la guerra incivil de España. Pero...
Pero hay un libro de HME publicado en 1960 que nunca se tradujo a ningún idioma, una antología de la poesía universal que se titula Museum der modernen Poesie (Museo de la poesía moderna), en la cual recoge una selección de la obra de 96 líricos, de los que 16 son de lengua española (seis andaluces, cuatro del resto de España y seis latinoamericanos) mientras que solo hay nueve del idioma alemán; y de los 96 fueron 14 galardonados con el Premio Nobel, entre ellos dos andaluces: Juan Ramón Jiménez y Vicente Aleixandre, y dos chilenos: Gabriela Mistral y Neruda.
En esta antología están representadas todas las lenguas europeas, incluidas la rusa y la griega, con alfabetos distintos a las del resto: solo faltan poetas del árabe y las lenguas asiáticas, por la dificultad tipográfica que ello entrañaría. Es decir, este Museo de la poesía moderna es una joya que HME nos regaló a la temprana edad de 31 años y demuestra su inmenso conocimiento de la lírica escrita en nuestra lengua, parte de la cual tradujo él mismo, razón por la cual los editores alemanes lo eligieron para saludar a la embajada latinoamericana en aquella feria mítica de 1976.
Quince años después del Museo, 1975, HME publicó el quinto de sus doce poemarios: Mausoleo: 37 baladas de la historia del progreso, traducido al español con el simple sustantivo Mausoleo. Y una de esas baladas la dedicó al Che Guevara. Cito solo cuatro versos de sus melancólicas estrofas finales:
“No hace tanto tiempo, y ya olvidado. Solo los historiadores
anidan como polillas en el paño de su uniforme.
Agujeros en la guerra popular. Por lo demás, en la metrópoli
solo habla de él todavía una boutique, que le afanó su nombre”.