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La filmografía de Walt Disney enlista 716 títulos y comienza en 1922 con un cortometraje. Pero los primeros 12 no se toman en cuenta para la efeméride que celebramos: el estreno mundial de Alice: Un día en la playa, el 1.3.1924. Y es porque con él se pone en marcha la Saga de los Walt Disney Animation Studios en lugar de con aquellos 12 primeros, filmados en un estudio ajeno.
La atención sobre el tema Walt Disney me surgió leyendo en El Colombiano un artículo sobre la posibilidad de que se construya un Parque Disney en Pereira. Según su alcalde, en la capital de Risaralda hay un predio disponible de 25 hectáreas, ubicado en el bioparque Ukumarí y autorizado ya legalmente como suelo para la recreación. Y en el mismo artículo, un enlace que decía lo siguiente: «Así celebrará Disney sus 100 años: estas son las películas que regresan a los cines de Colombia».
Desde luego es bastante negativo lo que se puede, y hasta se debe, decir acerca de sus films: el edulcorado escapismo de la mayor parte de su obra, su doble moral –con la consecuente moralina (droga no homologada por la DEA)–, su devastador almíbar.
Pero pienso que la infancia y la primera juventud de mi generación, y hasta quizá de la que me sigue, no vivió en el cine momentos de felicidad comparables a tararear sotto voce con los siete enanitos aquello de ♫ ¡Airón, airón, a casa a descansar! ♫ sin sospechar la literalmente grandísima sorpresa que está esperándoles en esa casa; y que todos nos hemos deseado tener un amigo como el ratón que desarrolla el potencial de Dumbo (en mis tiempos, a los chicos de grandes orejas les llamábamos “dumbo”, un apodo en desuso, según creo, y nunca recogido por EL diccionario); y felicidad también, de una forma empática, llorando con Bambi por la muerte de su madre. Quizás estos films no estén a la altura de los tiempos que corren, pero a Mary Poppins sí la hizo imperecedera Disney, nadie la destronó y ni siquiera temo que la vayan a destronar jamás.
Asombra pensar en lo que significó su obra, le dio al cine unas alas y unas dimensiones sin las que no podemos imaginarlo. 22 Oscars de entre 59 nominaciones es un récord que creo que no se va a superar tan fácil. Por cierto, me encantó ver la escena del Óscar especial que le otorgaron en 1939 por Blancanieves y los siete enanitos, un par de meses antes de nacer yo. Lo recibió de manos de Shirley Temple, quien a sus 11 añitos era ya una estrella hecha y derecha de Hollywood. Y con qué desparpajo se desempeñaba, no me extraña que Ronald Reagan la nombrase embajadora, siendo ya adulta.
Este es el enlace con Alice: Un día en la playa: https://www.youtube.com/watch?v=fR9-xzfYUIY