El pasado martes, en una ceremonia sencilla y muy emotiva, Fabiola Lalinde donó formalmente a la Universidad Nacional su archivo sobre su Operación Sirirí.
Fabiola es la madre de Luis Fernando Lalinde, desaparecido y asesinado por el Ejército en octubre de 1984. Fabiola buscó inscansablemente a su hijo durante años. Buscó igualmente que la verdad fuera establecida, que la memoria de su hijo y del crimen en su contra fueran preservados, y que hubiera justicia. Después de 4.428 días, logró que sus restos fueran encontrados, recuperados e identificados. Y logró que, en 1987, la Comisión Interamericana declarara la responsabilidad del Estado colombiano por la desaparición y muerte de su hijo. Fue la primera condena contra Colombia por este tipo de atrocidades.
Toda esta lucha, Fabiola la ha denominado, con el humor y la ironía que la caracterizan, la Operación Sirirí, haciendo referencia a esa ave pequeña que persigue a los gavilanes que se llevan sus pollitos y que es tan insistente que muchas veces logra que el gavilán suelte a los pichones. Por eso, el martes, al entregar al rector su archivo personal, Fabiola también donó a la universidad una escultura que simboliza el sirirí y pidió, en el bello discurso que pronunció, disponible en el portal Verdad Abierta, que ese archivo siguiera siendo un sirirí: que fuera una herramienta viva en la lucha por la memoria. “Jovencitos —dijo—, duden, opinen, hagan hablar al archivo, no dejen que guarde silencio”.
Fabiola Lalinde y su familia, con su ejemplo, dignidad y persistencia, han logrado aglutinar e irradiar solidaridades y aprendizajes mutuos en la lucha por la dignidad y los derechos.
Fabiola congrega solidaridades y por eso su lucha ha contado con el apoyo de organizaciones de derechos humanos y de víctimas y de algunos funcionarios dignos y comprometidos. El último ejemplo es el apoyo cálido y esencial que ha recibido, para la sistematización y entrega del archivo, de parte del profesor Óscar Iván Calvo, quien es también víctima de la violencia, pues su padre fue asesinado. Pero, así como recibe apoyos, Fabiola y su familia distribuyen generosamente enseñanzas y solidaridades. Así lo destacó en la ceremonia el profesor de antropología forense José Vicente Rodríguez, quien fue clave en la identificación de los restos de Luis Fernando Lalinde y calificó a Fabiola como una pionera en el desarrollo de las ciencias forenses en Colombia, gracias a su meticulosidad para documentar su caso. De ahí el enorme valor del archivo que donó a la universidad y que la Unesco ya había declarado, por su riqueza, Patrimonio de la Humanidad.
La historiadora Alejandra Gaviria, una de las fundadoras del Colectivo Hijas e Hijos por la Memoria y contra la Impunidad, y cuyo padre también fue desaparecido, resaltó en la ceremonia el apoyo y las enseñanzas que han recibido de Fabiola y la familia Lalinde, como que nunca pierdan la alegría y el humor, a pesar de las adversidades, y que documenten todos los pasos de su lucha.
Fabiola misma ha dicho que “la solidaridad ha sido la real protagonista” de su lucha, que, por esa razón, “se ha convertido en una experiencia dolorosamente bella”.
El dolor y la resistencia de Fabiola y su familia, aunque únicos e irrepetibles, simbolizan igualmente el dolor y la lucha de muchas otras víctimas y sus familias, que en Colombia han enfrentado dramas semejantes. El archivo de la Operación Sirirí tiene entonces un valor ejemplar como testimonio de las resistencias de muchas víctimas y sus familias contra las atrocidades. Y de la solidaridad que les debemos todos los colombianos.
* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.
El pasado martes, en una ceremonia sencilla y muy emotiva, Fabiola Lalinde donó formalmente a la Universidad Nacional su archivo sobre su Operación Sirirí.
Fabiola es la madre de Luis Fernando Lalinde, desaparecido y asesinado por el Ejército en octubre de 1984. Fabiola buscó inscansablemente a su hijo durante años. Buscó igualmente que la verdad fuera establecida, que la memoria de su hijo y del crimen en su contra fueran preservados, y que hubiera justicia. Después de 4.428 días, logró que sus restos fueran encontrados, recuperados e identificados. Y logró que, en 1987, la Comisión Interamericana declarara la responsabilidad del Estado colombiano por la desaparición y muerte de su hijo. Fue la primera condena contra Colombia por este tipo de atrocidades.
Toda esta lucha, Fabiola la ha denominado, con el humor y la ironía que la caracterizan, la Operación Sirirí, haciendo referencia a esa ave pequeña que persigue a los gavilanes que se llevan sus pollitos y que es tan insistente que muchas veces logra que el gavilán suelte a los pichones. Por eso, el martes, al entregar al rector su archivo personal, Fabiola también donó a la universidad una escultura que simboliza el sirirí y pidió, en el bello discurso que pronunció, disponible en el portal Verdad Abierta, que ese archivo siguiera siendo un sirirí: que fuera una herramienta viva en la lucha por la memoria. “Jovencitos —dijo—, duden, opinen, hagan hablar al archivo, no dejen que guarde silencio”.
Fabiola Lalinde y su familia, con su ejemplo, dignidad y persistencia, han logrado aglutinar e irradiar solidaridades y aprendizajes mutuos en la lucha por la dignidad y los derechos.
Fabiola congrega solidaridades y por eso su lucha ha contado con el apoyo de organizaciones de derechos humanos y de víctimas y de algunos funcionarios dignos y comprometidos. El último ejemplo es el apoyo cálido y esencial que ha recibido, para la sistematización y entrega del archivo, de parte del profesor Óscar Iván Calvo, quien es también víctima de la violencia, pues su padre fue asesinado. Pero, así como recibe apoyos, Fabiola y su familia distribuyen generosamente enseñanzas y solidaridades. Así lo destacó en la ceremonia el profesor de antropología forense José Vicente Rodríguez, quien fue clave en la identificación de los restos de Luis Fernando Lalinde y calificó a Fabiola como una pionera en el desarrollo de las ciencias forenses en Colombia, gracias a su meticulosidad para documentar su caso. De ahí el enorme valor del archivo que donó a la universidad y que la Unesco ya había declarado, por su riqueza, Patrimonio de la Humanidad.
La historiadora Alejandra Gaviria, una de las fundadoras del Colectivo Hijas e Hijos por la Memoria y contra la Impunidad, y cuyo padre también fue desaparecido, resaltó en la ceremonia el apoyo y las enseñanzas que han recibido de Fabiola y la familia Lalinde, como que nunca pierdan la alegría y el humor, a pesar de las adversidades, y que documenten todos los pasos de su lucha.
Fabiola misma ha dicho que “la solidaridad ha sido la real protagonista” de su lucha, que, por esa razón, “se ha convertido en una experiencia dolorosamente bella”.
El dolor y la resistencia de Fabiola y su familia, aunque únicos e irrepetibles, simbolizan igualmente el dolor y la lucha de muchas otras víctimas y sus familias, que en Colombia han enfrentado dramas semejantes. El archivo de la Operación Sirirí tiene entonces un valor ejemplar como testimonio de las resistencias de muchas víctimas y sus familias contra las atrocidades. Y de la solidaridad que les debemos todos los colombianos.
* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.