Churchill dijo alguna vez que la democracia era la peor forma de gobierno... con excepción de todas las demás. En forma similar, creo que la elección de los magistrados de la JEP ha sido el peor proceso de selección de magistrados… con excepción de todos los otros que se han hecho en Colombia.
El proceso ha sido el más transparente que yo conozca (aunque hubiéramos deseado aún mayor transparencia): la inscripción era abierta, con reglas y plazos claros; las hojas de vida de los aspirantes y sus razones para postularse eran públicas para que la ciudadanía pudiera hacer observaciones; y, sobre todo, no se ha conocido ningún escándalo ni ningún intercambio de favores, como los que llevaron en años recientes a la nulidad de la elección del magistrado Ricaurte al Consejo de la Judicatura o de la reelección como procurador de Ordóñez.
El resultado es también muy bueno en términos de diversidad. 28 de 51 son mujeres, con lo cual es la primera alta corte con mayoría femenina. Más del 15 % son indígenas o afros, algo sin precedentes en Colombia. Y un porcentaje importante proviene de regiones.
La calidad individual de los integrantes es también notable. Algunos son ya muy conocidos públicamente, como Eduardo Cifuentes, quien tuvo un paso impecable por la Corte Constitucional. Otros son poco conocidos, pero su trayectoria y formación harían la envidia de cualquier tribunal. Por ejemplo, más de un tercio cuenta con doctorado, algo que no sucede en ninguna de las otras cortes.
No es cierta la crítica de que la JEP tendría un sesgo ideológico a la izquierda. Aunque hay algunos integrantes que vienen de organizaciones de derechos humanos, que algunos asocian a la izquierda, hay igualmente otros que vienen de la justicia penal militar, que otros asocian a la derecha, como el coronel Suárez, expresidente del Tribunal Superior Militar. La JEP es pues también filosóficamente un tribunal plural. Y en todo caso, de estos magistrados se espera que decidan con base en la evidencia y no en sus visiones ideológicas.
Obviamente el trabajo del Comité de Escogencia no fue perfecto. Algunos criticamos que no hubiera hecho público el peso que atribuyó a los criterios usados para pasar de los casi 2.000 inscritos a la lista corta de los llamados a entrevista, pues algunos aspirantes excelentes fueron excluidos, sin que supiéramos claramente las razones. Hubiera sido además deseable que, después de las entrevistas, hubiera habido tiempo para observaciones ciudadanas. Pero con todos sus defectos, este comité hizo la mejor selección de magistrados de una alta corte que se haya hecho en Colombia durante décadas. Y tenemos una JEP que, por su integración, tiene toda la capacidad de lograr un cierre jurídico digno a nuestra larga y dolorosa guerra.
(Por razones de transparencia, aclaro que Danilo Rojas, socio fundador de Dejusticia [aunque no participa en la entidad desde hace años], fue seleccionado en la JEP y que una de mis hermanas fue postulada por organizaciones de mujeres a la Comisión de la Verdad, que debe ser seleccionada por este mismo comité).
* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.
Churchill dijo alguna vez que la democracia era la peor forma de gobierno... con excepción de todas las demás. En forma similar, creo que la elección de los magistrados de la JEP ha sido el peor proceso de selección de magistrados… con excepción de todos los otros que se han hecho en Colombia.
El proceso ha sido el más transparente que yo conozca (aunque hubiéramos deseado aún mayor transparencia): la inscripción era abierta, con reglas y plazos claros; las hojas de vida de los aspirantes y sus razones para postularse eran públicas para que la ciudadanía pudiera hacer observaciones; y, sobre todo, no se ha conocido ningún escándalo ni ningún intercambio de favores, como los que llevaron en años recientes a la nulidad de la elección del magistrado Ricaurte al Consejo de la Judicatura o de la reelección como procurador de Ordóñez.
El resultado es también muy bueno en términos de diversidad. 28 de 51 son mujeres, con lo cual es la primera alta corte con mayoría femenina. Más del 15 % son indígenas o afros, algo sin precedentes en Colombia. Y un porcentaje importante proviene de regiones.
La calidad individual de los integrantes es también notable. Algunos son ya muy conocidos públicamente, como Eduardo Cifuentes, quien tuvo un paso impecable por la Corte Constitucional. Otros son poco conocidos, pero su trayectoria y formación harían la envidia de cualquier tribunal. Por ejemplo, más de un tercio cuenta con doctorado, algo que no sucede en ninguna de las otras cortes.
No es cierta la crítica de que la JEP tendría un sesgo ideológico a la izquierda. Aunque hay algunos integrantes que vienen de organizaciones de derechos humanos, que algunos asocian a la izquierda, hay igualmente otros que vienen de la justicia penal militar, que otros asocian a la derecha, como el coronel Suárez, expresidente del Tribunal Superior Militar. La JEP es pues también filosóficamente un tribunal plural. Y en todo caso, de estos magistrados se espera que decidan con base en la evidencia y no en sus visiones ideológicas.
Obviamente el trabajo del Comité de Escogencia no fue perfecto. Algunos criticamos que no hubiera hecho público el peso que atribuyó a los criterios usados para pasar de los casi 2.000 inscritos a la lista corta de los llamados a entrevista, pues algunos aspirantes excelentes fueron excluidos, sin que supiéramos claramente las razones. Hubiera sido además deseable que, después de las entrevistas, hubiera habido tiempo para observaciones ciudadanas. Pero con todos sus defectos, este comité hizo la mejor selección de magistrados de una alta corte que se haya hecho en Colombia durante décadas. Y tenemos una JEP que, por su integración, tiene toda la capacidad de lograr un cierre jurídico digno a nuestra larga y dolorosa guerra.
(Por razones de transparencia, aclaro que Danilo Rojas, socio fundador de Dejusticia [aunque no participa en la entidad desde hace años], fue seleccionado en la JEP y que una de mis hermanas fue postulada por organizaciones de mujeres a la Comisión de la Verdad, que debe ser seleccionada por este mismo comité).
* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.