Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El debate del pasado martes mostró que Néstor Humberto Martínez (NHM) es un abogado defensor astuto, pero que no es digno de ocupar el poderoso cargo de fiscal general. Por eso, si a nivel tributario el Gobierno enfrenta un déficit fiscal, a nivel judicial todos los colombianos estamos enfrentando un déficit de fiscal.
NHM se defendió hábilmente, pues logró pasar de acusado a acusador. No dio explicaciones convincentes que desvirtuaran las acusaciones por sus actuaciones, y en especial por sus omisiones, por la corrupción de Odebrecht en la Ruta del Sol II, que salpica al Grupo Aval del cual NHM era abogado. En cambio, se dedicó a atacar a sus denunciantes, y en especial al senador Petro, acusándolos de una conspiración en su contra. A esa desviación del debate ayudó el Centro Democrático con el video en donde Petro aparece recibiendo fajos de billetes, pues la polémica pasó de las posibles irregularidades del fiscal a los posibles delitos de Petro. Triunfo de la defensa de NHM.
Aclaro que, como lo dije en un trino, el hecho de que el video de Petro haya sido usado para desviar el debate sobre el fiscal no excusa a Petro, quien es el líder de la oposición, del deber de dar explicaciones claras y convincentes sobre esos hechos.
Este triunfo del abogado NHM fue, sin embargo, la mayor derrota para su credibilidad como fiscal. No sólo se abstuvo de despejar las dudas sobre la pulcritud de su comportamiento en el caso Odebrecht, sino que, además, mostró que es capaz de usar la Fiscalía para acorralar a sus contradictores.
Son muchas las explicaciones que NHM aún nos debe. Sus conversaciones con Jorge Enrique Pizano muestran que sabía desde agosto de 2015 que en el contrato de la Ruta del Soll II había muy probablemente actos de corrupción. ¿Por qué no los denunció inmediatamente? Su explicación de que no lo hizo porque no tenía certeza sobre ellos es por lo menos débil. Pero, en gracia de discusión, supongamos que su silencio en ese momento estaba amparado por sus deberes profesionales por ser abogado del grupo Aval. Sus omisiones posteriores resultan más difíciles de justificar: ¿Informó NHM a la Corte Suprema que tenía semejante conflicto de interés para investigar un acto de corrupción tan grave? ¿No era eso acaso un dato clave para que la Corte Suprema evaluara si era la persona idónea para ser fiscal general? ¿No era acaso ese hecho un impedimento ético para que NHM aspirara a fiscal si sabía que tendría que apartarse de investigar hechos gravísimos de corrupción? ¿Hizo algo al momento de posesionarse como fiscal para que esos posibles delitos, de los cuales tenía conocimiento, fueran investigados? ¿O sólo esperó para actuar a que surgiera el escándalo internacional por las revelaciones hechas por Estados Unidos de los sobornos de Odebrecht en Colombia? Etc., etc…
La falta de explicaciones convincentes de NHM a esos interrogantes y muchos más que le han formulado ya cuestiona su permanencia en el cargo, pues sobre el fiscal general no pueden recaer dudas de comportamientos indebidos. Pero, además, el debate del martes generó nuevas dudas: no quedó claro que NHM se hubiera apartado de otras investigaciones en donde tiene conflictos de interés, como la relativa al proceso por la muerte del hijo de Pizano. Y, más grave aún, porque surge la duda de que esté usando la Fiscalía para espiar a sus contradictores, como lo mostraron, por ejemplo, sus revelaciones de que sabía que Petro se habría reunido con Luis Fernando Andrade.
Por eso hoy sufrimos un déficit de fiscal, que no se remedia con un fiscal ad hoc para ciertos casos; o tendría que ser un fiscal ad hoc para todos los casos de la Fiscalía, esto es, un nuevo fiscal general.
* Investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional.