A pesar de que el presidente Gustavo Petro declaró la muerte de la energía generada por la combustión del carbón de piedra, la realidad de su consumo global es de que está viva y coleando. En efecto, la demanda mundial de carbón aumentó vertiginosamente hasta otro nivel récord en 2024, según la Agencia Internacional de Energía (IEA).
Se espera que el consumo global de carbón solo se nivele a fines de 2027. La demanda por el mineral creció 2,6 % en 2023 y se espera que crezca otro 1 % en 2024, para alcanzar casi 9 mil millones de toneladas, el máximo nivel marcado en la historia de su producción y comercio. Aunque la demanda se ha debilitado en la Unión Europea y en los Estados Unidos a una tasa moderada, China y la India han aumentado sus consumos, el primero alcanzando 4.900 millones de toneladas anuales y la India consumiendo 1.300 millones, nivel solo alcanzado previamente por China.
En los próximo tres años el consumo global de carbón permanecerá en el nivel récord alcanzado este año según la IEA, aún acudiendo a fuentes renovables de energía como la eólica, la hidráulica y la solar. Las proyecciones de mercado son de un aumento de la demanda por energía con una composición más sesgada a favor de las fuentes renovables.
La demanda global por carbón dependerá fundamentalmente del gigante oriental: “factores climáticos, particularmente en China, que es el mayor consumidor del mundo, tendrá un impacto mayor en las tendencias de corto plazo en la demanda por carbón. La velocidad con que crezca la demanda por electricidad será muy importante a mediano plazo (sic)” observó el director de mercados energéticos y seguridad de la IEA.
A pesar de que la participación del carbón en la generación de electricidad de China ha estado cayendo con el auge de las fuentes renovables, la generación proveniente del carbón y su demanda se mantienen fuertes. De hecho, la energía extraída de la quema del carbón representa cerca del 60 % de la generación de electricidad en China, a pesar del auge de la hidroeléctrica por la abundante lluvia que cayó en el gran país asiático a principios de año.
El problema de fondo de la energía extraída del carbón es la emisión de gases con efecto invernadero que contamina la atmósfera y propicia las precipitaciones de lluvias ácidas. La fuente de energía más limpia de todas es el gas natural, que también produce dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, sus emisiones son menores que las del carbón y el fuel-oil, debido a la alta proporción de hidrógeno-carbono de sus moléculas; esto hace que sus emisiones tóxicas sean 50 % menores que las del carbón y un 30 % que las del diesel o fuel-oil, cuya eficiencia para el transporte pesado respecto a su costo es más alta que la de otros combustibles.
El gas natural vehicular puede ayudar a reducir las emisiones de CO2, ya que elimina también las de azufre y reduce las emisiones de monóxido de carbono. El uso masivo de gas por los vehículos de transporte de personas ha sido muy rápido por su baratura, al igual que la mezcla de la gasolina con alcohol aumenta su eficiencia calórica y reduce la contaminación atmosférica.
Las políticas de la administración Petro de reducir la producción combustibles conducen al “borde de un declive petrolero” en Colombia, según un informe de la Universidad de Navarra. Además dice que “la promoción de renovables va por detrás de las necesidades energéticas: aumentando así la importación de gas”. La renuncia solicitada a la ministra de Minas Irene Vélez en julio de 2023 fue la señal de que el gobierno buscaría una transición energética gradual, sin traumatismos.
A pesar de que el presidente Gustavo Petro declaró la muerte de la energía generada por la combustión del carbón de piedra, la realidad de su consumo global es de que está viva y coleando. En efecto, la demanda mundial de carbón aumentó vertiginosamente hasta otro nivel récord en 2024, según la Agencia Internacional de Energía (IEA).
Se espera que el consumo global de carbón solo se nivele a fines de 2027. La demanda por el mineral creció 2,6 % en 2023 y se espera que crezca otro 1 % en 2024, para alcanzar casi 9 mil millones de toneladas, el máximo nivel marcado en la historia de su producción y comercio. Aunque la demanda se ha debilitado en la Unión Europea y en los Estados Unidos a una tasa moderada, China y la India han aumentado sus consumos, el primero alcanzando 4.900 millones de toneladas anuales y la India consumiendo 1.300 millones, nivel solo alcanzado previamente por China.
En los próximo tres años el consumo global de carbón permanecerá en el nivel récord alcanzado este año según la IEA, aún acudiendo a fuentes renovables de energía como la eólica, la hidráulica y la solar. Las proyecciones de mercado son de un aumento de la demanda por energía con una composición más sesgada a favor de las fuentes renovables.
La demanda global por carbón dependerá fundamentalmente del gigante oriental: “factores climáticos, particularmente en China, que es el mayor consumidor del mundo, tendrá un impacto mayor en las tendencias de corto plazo en la demanda por carbón. La velocidad con que crezca la demanda por electricidad será muy importante a mediano plazo (sic)” observó el director de mercados energéticos y seguridad de la IEA.
A pesar de que la participación del carbón en la generación de electricidad de China ha estado cayendo con el auge de las fuentes renovables, la generación proveniente del carbón y su demanda se mantienen fuertes. De hecho, la energía extraída de la quema del carbón representa cerca del 60 % de la generación de electricidad en China, a pesar del auge de la hidroeléctrica por la abundante lluvia que cayó en el gran país asiático a principios de año.
El problema de fondo de la energía extraída del carbón es la emisión de gases con efecto invernadero que contamina la atmósfera y propicia las precipitaciones de lluvias ácidas. La fuente de energía más limpia de todas es el gas natural, que también produce dióxido de carbono (CO2). Sin embargo, sus emisiones son menores que las del carbón y el fuel-oil, debido a la alta proporción de hidrógeno-carbono de sus moléculas; esto hace que sus emisiones tóxicas sean 50 % menores que las del carbón y un 30 % que las del diesel o fuel-oil, cuya eficiencia para el transporte pesado respecto a su costo es más alta que la de otros combustibles.
El gas natural vehicular puede ayudar a reducir las emisiones de CO2, ya que elimina también las de azufre y reduce las emisiones de monóxido de carbono. El uso masivo de gas por los vehículos de transporte de personas ha sido muy rápido por su baratura, al igual que la mezcla de la gasolina con alcohol aumenta su eficiencia calórica y reduce la contaminación atmosférica.
Las políticas de la administración Petro de reducir la producción combustibles conducen al “borde de un declive petrolero” en Colombia, según un informe de la Universidad de Navarra. Además dice que “la promoción de renovables va por detrás de las necesidades energéticas: aumentando así la importación de gas”. La renuncia solicitada a la ministra de Minas Irene Vélez en julio de 2023 fue la señal de que el gobierno buscaría una transición energética gradual, sin traumatismos.