El Gobierno Petro decidió no otorgar nuevos contratos de exploración de petróleo y gas, reiterando el compromiso que hizo el presidente en la reunión de Davos, para bien de la humanidad y a favor de las energías limpias. “En consonancia con la política petrolera del actual Gobierno, no se contempla asignar nuevas áreas para explorar y explotar hidrocarburos” (24 de enero pasado), aseguró el presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, Orlando Velandia. Se trata de una decisión basada en la ideología, que nos puede hacer estrellar catastróficamente con la realidad si no se corrige a tiempo.
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El Gobierno Petro decidió no otorgar nuevos contratos de exploración de petróleo y gas, reiterando el compromiso que hizo el presidente en la reunión de Davos, para bien de la humanidad y a favor de las energías limpias. “En consonancia con la política petrolera del actual Gobierno, no se contempla asignar nuevas áreas para explorar y explotar hidrocarburos” (24 de enero pasado), aseguró el presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, Orlando Velandia. Se trata de una decisión basada en la ideología, que nos puede hacer estrellar catastróficamente con la realidad si no se corrige a tiempo.
El negocio de los hidrocarburos es complicado. Se trata de una actividad que toma varios años entre la exploración, los hallazgos —que no son frecuentes—, la puesta en marcha de los pozos y la conducción del crudo o gas encontrado hacia las refinerías o su transporte a plantas y hogares. Las dificultades son mayores con los depósitos de petróleo y gas mar adentro, como los hallados por Ecopetrol recientemente. Se encontró petróleo y gas en un pozo perforado a 75 kilómetros de la costa y a 130 kilómetros del municipio de Coveñas; el 50 % corresponde a la Shell y el resto a la petrolera nacional.
En las circunstancias de un fenómeno de El Niño muy acentuado como el actual, se ha reducido el caudal de los ríos y así mismo la generación de las hidroeléctricas; por lo tanto, se ha tenido que alimentar las plantas térmicas con gas para cubrir los faltantes. Es por eso que el portafolio de fuentes de energía del país debe mantenerse creciendo por encima del consumo, teniendo en cuenta no solo las necesidades sino también la balanza comercial del país con el resto del mundo. Como informa Perogrullo, es mejor ser rico que pobre o tener más fuentes de energía que menos.
Afortunadamente, las exploraciones del pasado han propiciado hallazgos que nos han salvado de un racionamiento de energía. Por estar jugando al Robin Hood que combate el cambio climático, el presidente pone en riesgo el futuro del abastecimiento de energía, especialmente después de 2026, lo que puede afectar la producción de electricidad hacia un futuro no lejano.
Colombia cuenta con una producción de petróleo que le alcanza para el consumo nacional y para exportar excedentes que constituyen más de la mitad de las exportaciones del país (US$25.000 millones). Estamos produciendo en la actualidad unos 780.000 barriles diarios, de los cuales consumimos unos 400.000, además de unos 1.500 millones de pies cúbicos por día de gas. Con la consigna de abandonar la exploración, entraríamos en una senda de reducción paulatina de la producción tanto de petróleo como de gas, poniendo en riesgo la estabilidad cambiaria del futuro e incluso el abastecimiento de gas que es el combustible presente en casi todas las cocinas del país, en especial de sus hogares más pobres. Es de notar que la energía eléctrica derivada del gas natural es más barata que la suministrada por plantas térmicas que utilizan petróleo o carbón.
Se especula que si se reduce la producción nacional de gas podremos importarlo de Venezuela, de acuerdo con las conversaciones que sostuvieron Gustavo Petro y Nicolás Maduro recientemente. Lo cierto es que la empresa estatal venezolana PDVSA ha sufrido un colapso de su producción de petróleo de más de tres millones de barriles diarios hace seis años a 750.000 hoy. Algo similar le ha sucedido a su producción de gas, gracias al despido masivo de su personal técnico: de 140.626 empleados que tuvo en 2018, hoy cuenta solo con 16.200. No se trata entonces de una institución confiable en el suministro de tan estratégico material, por más que existan coincidencias ideológicas entre ambos mandatarios.
En vez de pensar en las energías limpias que salvarán a la humanidad del desastre ecológico, el presidente Petro debería preocuparse más por el bienestar y la seguridad energética de sus ciudadanos.