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Son muy preocupantes las señales emitidas por el Ministerio de Minas sobre las reservas de gas y petróleo con que cuenta el país para enfrentar el futuro, frente a lo que informan los expertos en el tema. La ministra Irene Vélez anunció en el Foro Económico Mundial de Davos que Colombia no firmará nuevos contratos de exploración de petróleo y gas como “señal clara de nuestro compromiso con la lucha contra el cambio climático”.
Para justificar el heroico sacrificio de todos los colombianos, la ministra Vélez afirmó que el suministro de gas alcanzará para atender el consumo nacional hasta el año 2037 e incluso al 2042, sin explicar cómo. Expertos como Armando Zarama, exdirector de Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), auguran que contamos con reservas de gas suficientes para atender el consumo solo por ocho años. En consecuencia, se requieren grandes inversiones que deben hacerse para evitar que el país deje de ser autosuficiente y deba importar gran parte de sus necesidades de gas.
Actualmente estamos produciendo 775.000 barriles diarios de petróleo, cargamos las refinerías con 400.000 y contamos con un excedente que exportamos y que nos representa 56 % de los ingresos externos del país. ¿Queremos en verdad sacrificarnos en aras de la sociedad global, cuando no alcanzamos a generar el 0,5 % de la contaminación del planeta? ¿Sí deseamos destruir a Ecopetrol?
Por el contrario, el país debiera estar firmando 200 contratos nuevos por año de exploración y explotación de yacimientos de petróleo y gas para impedir una carestía en el suministro de tan vitales elementos para el transporte, atender las necesidades de los hogares colombianos y contar con suficientes ingresos de divisas. No sólo eso: debiéramos estar pensando en reanudar proyectos de energía nuclear y de energía eólica para complementar la producción de electricidad originada en fuentes alternativas.
La ministra Vélez tergiversó un documento preparado por funcionarios del ministerio, que incluyen a la viceministra Belissa Ruiz (que le renunció), y que han corroborado que lo alteraron. No obstante, le sirvieron a Vélez para justificar su posición de no firmar nuevos contratos de exploración y explotación de petróleo y gas. Es conocida su defensa radical del medio ambiente, pero eso no le da licencia para afirmar falsedades sobre las necesidades energéticas de la sociedad ni justifica que ponga en riesgo el futuro de la seguridad energética de todos.
La ministra Vélez es una experta en contradecirse: al mismo tiempo en que suspendía nuevos contratos de exploración y explotación también decía “contamos con un plan para aumentar las reservas de hidrocarburos y respaldar la Transición (sic) desde la autosuficiencia energética: 1. Potenciar contratos vigentes. 2. Destrabar los suspendidos. 3. Técnicas como la de recobro mejorado, entre otras”. La mala redacción refleja pobre pensamiento.
La ministra Vélez habla de una transición energética “justa” y no se entiende a qué se refiere: si al medio ambiente o a la sociedad que requiere de fuentes seguras en el presente y el futuro de electricidad y de gas. Lo cierto es que todos los agentes del sector están confundidos y no saben a qué atenerse.
La renuncia del presidente de Ecopetrol Felipe Bayón, tras obtener utilidades récord por $26 billones en 2022, refleja sus diferencias con la ministra. La ignorancia le ganó a la sapiencia y enturbia más el panorama.