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El estancamiento de la ganadería

Salomón Kalmanovitz
28 de noviembre de 2022 - 05:30 a. m.
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El inventario ganadero de Colombia en 2021 alcanzó 27 millones de reses, de las cuales solo 2,6 millones eran levantadas por métodos intensivos. El resto del hato pastaba en extensas praderas, aunque no se tiene ninguna información de lo que sucede con 8 millones de cabezas.

Según el DANE, la mayor cantidad de animales tenían doble propósito (carne y leche), con 11,2 millones cabezas. Los hatos concentrados en la producción de carne contaban con 11 millones de ejemplares. En el caso de la leche, fueron solo 2,5 millones de cabezas, similar a los que contestaron “No sabe/no responde”, con 2,3 millones. De estas, Fedegán calcula muy imprecisamente que cerca de un 15 % corresponde a la actividad informal, pero eso es minimizar el problema que plaga el sector.

Eduardo Lora afirma que el sector agropecuario está caracterizado por una informalidad del 87 %, sugerida por la casi total ausencia de pagos a la seguridad social de su escasa fuerza de trabajo. En el sector, la explotación agrícola está más formalizada que la pecuaria.

El sacrificio de reses informado por Fedegán sugiere que el hato ha disminuido, ya que mientras que en 2012 se sacrificaron 4,5 millones de reses, en 2021 se alcanzaba solo 3,8 millones, con el consecuente aumento del precio al consumidor.

De acuerdo con las cifras del DANE consolidadas por la Oficina de Planeación e Investigaciones Económicas de Fedegán, entre el 1° de enero y el 30 de junio de 2022 se importaron 5.230 toneladas de carne de res y despojos por un valor de US$28 millones.

Las importaciones no les hacen mella ni competencia a los ganaderos locales. En 2021 se importaron unas 9.000 toneladas de cortes finos de res de Estados Unidos que no se comparan con una producción aproximada de 2 millones de toneladas por año, o sea que representan solo 0,0045 % del consumo nacional. Los impuestos que pagan los ganaderos son ínfimos, no pagan IVA, el predial es muy bajo y la mayoría no declaran renta ante la DIAN.

Aunque no se cuenta con datos oficiales sobre el sacrificio ilegal de ganado, según el DANE, en 2012 se sacrificaron 4,11 millones de cabezas; en 2015, alrededor de 3,9 millones; en 2020, 3,2 millones y en 2021, 3,3 millones. En la realidad, una parte del sacrificio se sigue dando en sitios no autorizados, en clandestinidad. De esta manera, el sacrificio ilegal de ganado aumenta el riesgo de enfermedades que afectan la salud pública. Entre tanto, se ha incrementado el consumo de pollo y cerdo, que han elevado sus productividades y disminuido sus precios favoreciendo a los consumidores.

Hace unas semanas el presidente Petro expresó la necesidad de revivir los mataderos municipales, con el propósito de reducir el precio de la carne de res. Sin embargo, “desde que se iniciaron los planes de racionalización, se desencadenó una problemática social (aumento del sacrificio ilegal y abigeato), medioambiental (contaminación de fuentes hídricas por la inadecuada disposición final de los desechos y/o residuos de los «mataderos» ilegales) y de salud pública” (Razón Pública).

Si se formaliza más el sector, como lo quiere el presidente, aumentarán los costos asociados al sacrificio en condiciones higiénicas y los de refrigeración de la carne en canal. La carne se encarecerá, pero será de mejor calidad y representará menos riesgos a la salud de los colombianos, a los que les alcanza su magro ingreso para comerla.

 

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