La población norteamericana se sentía mal por la inflación que había alcanzado más de 9 % en junio de 2022, y la pandemia que la devastó. El sentimiento no cambió mucho a pesar de que el alza de precios fue de 2,4 % en septiembre de 2024, percepción que contribuyó al triunfo de Trump en las elecciones del 5 de noviembre pasado.
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La población norteamericana se sentía mal por la inflación que había alcanzado más de 9 % en junio de 2022, y la pandemia que la devastó. El sentimiento no cambió mucho a pesar de que el alza de precios fue de 2,4 % en septiembre de 2024, percepción que contribuyó al triunfo de Trump en las elecciones del 5 de noviembre pasado.
El crecimiento económico a su vez fue moderado, de solo 1,3 % en los primeros nueve meses de 2024, comparado con el desempeño del mismo período del año anterior, añadiendo una sensación de estancamiento en los ingresos de la gente, mermados por la inflación. El discurso electoral de Trump insistió mucho en el deterioro económico y social del país, aunque este en realidad no existió, pero la percepción no siempre coincide con lo que está sucediendo. El magnate insistió mucho en que durante su mandato (2016-2020) corrieron ríos de leche y miel, que hubo poca inflación (en promedio fue 2,2 % anual, nada fuera de lo común) y una presunta prosperidad para todos, algo que repetiría si ganaba las elecciones.
A estas tergiversaciones y mentiras, Trump se dedicó a insultar y rebajar a su oponente, estrategia que ya había empleado para arrinconar a Hillary Clinton en la campaña de 2016. Fue la revancha del macho cabrío contra las mujeres. En caso de perder la elección, esta degradación del debate hubiera podido conducir nuevamente a la violencia que incentivó cuando perdió la contienda de 2020 frente a Joe Biden y que resultó en la muerte de varias personas y causó heridas de consideración a los agentes del orden, algo por lo que iba a ser juzgado. Pero, como presidente, ganó inmunidad.
La consigna de Trump “Hacer grande a los Estado Unidos de nuevo” refleja su nacionalismo radical que impondrá aranceles contra China de 60 % y del 20 % para los países más “amigos”, como sería Colombia si es que no castiga a Petro. El proteccionismo perjudica a los consumidores y será una bendición para el empresariado al poder subir sus precios. Quizás, perdonará a Maduro, quien lo felicitó fervientemente por su triunfo electoral. Trump expresó también su sexismo y racismo, mostró su envidia y simpatía por los tiranos, llegando a decir que le gustaría ser tan poderoso como Hitler, también como Kim Jung-un de Corea del Norte, y Vladimir Putin, de una Rusia que se sentirá apoyada para adelantar su guerra en Ucrania. Los europeos saben que no serán apoyados por Trump en caso de que estalle un conflicto con Rusia. Es por eso que la OTAN (Organización de los Países del Atlántico Norte) reconoce la necesidad de aumentar sus propios esfuerzos defensivos frente a un posible conflicto con el Kremlin. Igualmente, Ucrania contempla con preocupación la posibilidad de que Rusia avance sus líneas dentro de su territorio ante la indiferencia de Estados Unidos.
Si en el pasado período presidencial, Trump contó con poderosos asesores que impedían que hiciera las barbaridades que se le ocurrían, hoy no hay tal fuerza que contrarreste su voluntad e imprudencia. El presidente norteamericano no cree en la solidaridad entre las naciones de Occidente. No es un estadista, sino un aprendiz perpetuo, como él mismo se define. Trump insiste en que cada país se defienda como pueda de las amenazas que penden sobre ellos, que a él no le viene ni le va.