La Junta Directiva del Banco de la República decidió seguir aumentando su tasa de interés de referencia, presuntamente para atacar una inflación que ha descendido durante tres meses. Elevó la tasa a la que presta dinero al sistema financiero del 13 % al 13,25 %, mientras que la inflación anual a agosto fue del 11,4 %; así lanzó el mensaje de que hay que presionarla para que baje más. Tomó esa decisión a pesar de que la economía está prácticamente estancada y se proyecta que crecerá menos del 1 % en 2023.
En lo que va del año, el PIB ha crecido un 1,6 % frente al mismo período de 2022 y el último dato es que en el segundo trimestre creció solo un 0,3 %, lo que sugiere estancamiento. La Junta Directiva del Banco de la República solía entender que su misión era mantener la estabilidad macroeconómica; para ello, debía aplicar políticas contracíclicas: estimular la economía cuando desfalleciera y enfriarla cuando se recalentara. Ahora vemos, más bien, una política a rajatabla que busca extirpar la inflación aun a costa de inducir una reducción adicional de la actividad económica.
El comunicado de la Junta explica que se “ha buscado reducir los excesos de demanda, contener el aumento de las expectativas y limitar los efectos de la indexación de precios. Todo ello crea las condiciones propicias para permitir que —a medida que los choques de oferta cedan y se alivien, y con ello las presiones de costo— la inflación empiece a reducirse”. La Junta dice, además, que el Gobierno debe hacer su parte: reducir el déficit fiscal y la deuda pública, lo cual “contribuye a alcanzar menores niveles de riesgo país, a reducir la tasa de cambio y la inflación, y a minimizar el impacto sobre la actividad económica privada”.
Para esta Junta, “dada la interacción con la política monetaria, las decisiones y la credibilidad de la política fiscal desempeñan un papel esencial para evitar recargar el ajuste macroeconómico sobre las tasas de interés. Mantener una trayectoria del déficit fiscal que asegure la sostenibilidad de las finanzas públicas y propenda por un ajuste equilibrado entre los agentes de la economía es fundamental para el accionar de la política monetaria”. Insiste en que se “reduzca(n) (sic) gradual y oportunamente el déficit y la deuda pública”.
Ahora bien: si la inflación es resultado de choques de oferta y existen presiones de costos, ¿cómo diablos opera el debilitamiento de la demanda, encareciendo el crédito, para reducir esas presiones? Es extraño que la Junta le exija más austeridad al Gobierno actual cuando el de Duque le dejó un hueco fiscal de un 6,2 % del PIB que, según se proyecta, este año se reducirá al 4,3 %. ¿No le parece suficiente?
La tasa de cambio llegó a rondar $4.900 por dólar en noviembre de 2022, pero hoy está en $3.960. ¿Pretenden los codirectores que el dólar baje a $3.000? La deuda pública externa pasó del 31 % al 32 % del PIB entre 2022 y julio de 2023, así que no se explica bien la preocupación de los miembros de la Junta por ese moderado aumento del endeudamiento público externo.
La Junta del Emisor fue menos acuciosa con el gobierno de Duque. De haberlo sido, los desequilibrios macroeconómicos hoy serían menores.
La Junta Directiva del Banco de la República decidió seguir aumentando su tasa de interés de referencia, presuntamente para atacar una inflación que ha descendido durante tres meses. Elevó la tasa a la que presta dinero al sistema financiero del 13 % al 13,25 %, mientras que la inflación anual a agosto fue del 11,4 %; así lanzó el mensaje de que hay que presionarla para que baje más. Tomó esa decisión a pesar de que la economía está prácticamente estancada y se proyecta que crecerá menos del 1 % en 2023.
En lo que va del año, el PIB ha crecido un 1,6 % frente al mismo período de 2022 y el último dato es que en el segundo trimestre creció solo un 0,3 %, lo que sugiere estancamiento. La Junta Directiva del Banco de la República solía entender que su misión era mantener la estabilidad macroeconómica; para ello, debía aplicar políticas contracíclicas: estimular la economía cuando desfalleciera y enfriarla cuando se recalentara. Ahora vemos, más bien, una política a rajatabla que busca extirpar la inflación aun a costa de inducir una reducción adicional de la actividad económica.
El comunicado de la Junta explica que se “ha buscado reducir los excesos de demanda, contener el aumento de las expectativas y limitar los efectos de la indexación de precios. Todo ello crea las condiciones propicias para permitir que —a medida que los choques de oferta cedan y se alivien, y con ello las presiones de costo— la inflación empiece a reducirse”. La Junta dice, además, que el Gobierno debe hacer su parte: reducir el déficit fiscal y la deuda pública, lo cual “contribuye a alcanzar menores niveles de riesgo país, a reducir la tasa de cambio y la inflación, y a minimizar el impacto sobre la actividad económica privada”.
Para esta Junta, “dada la interacción con la política monetaria, las decisiones y la credibilidad de la política fiscal desempeñan un papel esencial para evitar recargar el ajuste macroeconómico sobre las tasas de interés. Mantener una trayectoria del déficit fiscal que asegure la sostenibilidad de las finanzas públicas y propenda por un ajuste equilibrado entre los agentes de la economía es fundamental para el accionar de la política monetaria”. Insiste en que se “reduzca(n) (sic) gradual y oportunamente el déficit y la deuda pública”.
Ahora bien: si la inflación es resultado de choques de oferta y existen presiones de costos, ¿cómo diablos opera el debilitamiento de la demanda, encareciendo el crédito, para reducir esas presiones? Es extraño que la Junta le exija más austeridad al Gobierno actual cuando el de Duque le dejó un hueco fiscal de un 6,2 % del PIB que, según se proyecta, este año se reducirá al 4,3 %. ¿No le parece suficiente?
La tasa de cambio llegó a rondar $4.900 por dólar en noviembre de 2022, pero hoy está en $3.960. ¿Pretenden los codirectores que el dólar baje a $3.000? La deuda pública externa pasó del 31 % al 32 % del PIB entre 2022 y julio de 2023, así que no se explica bien la preocupación de los miembros de la Junta por ese moderado aumento del endeudamiento público externo.
La Junta del Emisor fue menos acuciosa con el gobierno de Duque. De haberlo sido, los desequilibrios macroeconómicos hoy serían menores.