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Israel de mis afectos

Salomón Kalmanovitz
18 de enero de 2009 - 10:29 p. m.

EL ESTADO JUDÍO SURGIÓ DE LA NEcesidad de un pueblo de defenderse del antisemitismo, recuperarse del genocidio a que fue sometido por los nazis alemanes, de establecer un hogar nacional donde pudiera prosperar en paz, en un régimen democrático que ofreciera educación universal y desarrollara la ciencia y la tecnología. Debió nacer como un estado binacional, reconociéndole al pueblo palestino aspiraciones similares que no se habían concretado hasta 1948, pero eso no fue posible en su momento.

Apoyados por Irán, han surgido dos movimientos islámicos, Hamas y Hizbulá, que niegan el derecho de Israel a existir y, por lo tanto, a cualquier posibilidad de negociación con el ente a desaparecer. Su carácter religioso informa que creen en su supremacía y están por la erradicación de cualquier culto que les compita. A pesar de que ganó las elecciones en Gaza, Hamas no se comporta como un Estado que establece relaciones con el mundo, respeta el derecho internacional y protege a sus ciudadanos. Hostiga el sur de Israel enviando entre 50 y 70 cohetes diarios, que han obligado a construir costosos refugios, interrumpir muchas veces al día las actividades económicas y sufrir bajas y heridos entre la población civil. Como lo ha mostrado Bernard Henry-Levy, las bajas israelíes son pocas, porque el estado protege a sus ciudadanos con rigor y eficiencia.

Los terroristas de Hamas se refugian en mezquitas, colegios, universidades y hospitales en Gaza para efectuar sus lanzamientos de qasams y katiushas de mediano alcance. Atacan la población civil israelí y se refugian entre su propia población, a la que considera instrumento de inmolación, ambos violatorios de los derechos humanos. Es la vieja táctica de los escudos humanos. Los llamo terroristas porque su estrategia contra Israel es paralizar de miedo a su población ante un gobierno que, consideraban ellos, no se atrevería a vulnerar los escudos humanos en que se refugiaban. Despiertan así los sentimientos humanitarios del mundo, aunque están lejos de compartirlos. Cuando Israel toma acciones fuertes para neutralizarlos, los medios consideran que está haciendo uso excesivo de fuerza, a pesar de que es la única forma de frenar el flujo de armamento que provee Irán y de neutralizar todas las unidades de Hamas que disparan los cohetes.

La izquierda no considera esta constante provocación contra un Estado celoso de la seguridad de su población como motivo de crítica; denuncia, por el contrario, la catástrofe humanitaria así provocada y condena la lucha desigual entre un estado fuerte, apoyado además por el villano de siempre, los Estados Unidos, y un movimiento de liberación “débil”. Sin embargo, es un movimiento que asesina y que utiliza a adolescentes y mujeres para hacerse explotar en medio de una plaza de mercado o de un restaurante lleno de judíos. Tampoco le parece problemático que busquen establecer un estado clerical.

Ya que el presidente Chávez ha sido tan procaz en brindarle apoyo a estos movimientos islámicos, hay que preguntarse qué haría si surgiera un grupo rebelde contra su gobierno que se refugia en La Guajira, desde donde lanza proyectiles día y noche contra Maracaibo, argumento expuesto en una carta de lectores a El Espectador. Seguro que mostraría menos paciencia que la observada por el gobierno israelí.

*Decano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

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