Una de las áreas culturales en las que se ha destacado el banco central colombiano es en apoyar la investigación histórica. Notables historiadores han ocupado la dirección de la Biblioteca Luis Ángel Arango —como Jaime Duarte French, Jorge Orlando Melo y Margarita Garrido—, se han publicado numerosas obras de gran calidad y fue notoria la labor cultural de Miguel Urrutia entre 1993 y 2005.
Urrutia inició un vasto programa de historia económica, asociado con James Robinson, destacado miembro de la escuela institucionalista. Se completaron tomos de historia de Colombia del siglo XX, el siglo XIX y de la economía colonial, en los que se distinguen Adolfo Meisel por sus aportes a la historia económica del país y el Caribe, María Teresa Ramírez en transporte, Malcolm Deas sobre el desorden político del siglo XIX y muchos otros. Todos estos esfuerzos se hicieron con gran rigor académico, donde hubo variedad de posturas políticas siempre contenidas por la argumentación racional y la aplicación del método científico al estudio de la historia.
El lujoso volumen Bicentenario de la Independencia de Colombia, publicado recientemente por el banco, se aleja un poco de esta tradición. Tiene prólogos del presidente de la República y su vicepresidenta que son redundantes. Su editor general es Daniel Raisbeck, quien carece de credenciales como historiador pero tiene en su haber estudios clásicos que aplica para trazar la influencia de las concepciones grecorromanas en España, que había sido colonia del imperio de Roma desde bastante antes de Cristo hasta el siglo V. Raisbeck da un salto de 12 siglos para “deducir” que el pensamiento clásico también influyó en forma determinante a los gestores de la independencia de lo que sería Colombia. El editor de la obra es fundador de un partido libertario de ideario radical y hoy está asociado a la Universidad La Gran Colombia, fundada por José Galat (q. e. p. d.), de conocida trayectoria extremista. Contiene, entre otros, un escrito de Enrique Serrano sobre la rebelión de los comuneros que no tiene una sola referencia académica, pero igual repite tesis de El pueblo y el rey, de John Phelan, como propias. Serrano es autor de ¿Por qué fracasa Colombia?, en donde sostiene tesis racistas como suponer que la fracasomanía nacional es resultado de la herencia de judíos y moros conversos que colonizaron estas tierras, sin conocer su número ni influencia. Sus trabajos son afines ideológicamente al partido de gobierno que lo nombró director del Archivo Nacional.
Al libro lo redimen los aportes de James Torres, con su riguroso análisis de la minería en los albores de la Independencia; Armando Martínez, sobre la Confederación Neogranadina; Adelaida Sourdis, sobre la independencia de Cartagena (es la única mujer que participa en la obra), y Roberto Junguito, analizando las finanzas públicas entre 1821-1827, siendo de los pocos que estuvieron en el proyecto de Urrutia. Carlos Díaz hace un excelente análisis del comercio y el contrabando de la época. León Atehortúa escribe sobre la historiografía de Bolívar y la Independencia, siendo, al parecer, el único de inclinación de izquierda en la colección. Figuran, además, buenos trabajos de Pablo Rodríguez, Roger Pita, Gilberto Ramírez y de otros investigadores serios de las mejores universidades del país. Lo que queda claro es que, afortunadamente, los autores doctrinarios de la colección son pocos, pero es que la veta de académicos de extrema derecha no parece ser muy pródiga.
Una de las áreas culturales en las que se ha destacado el banco central colombiano es en apoyar la investigación histórica. Notables historiadores han ocupado la dirección de la Biblioteca Luis Ángel Arango —como Jaime Duarte French, Jorge Orlando Melo y Margarita Garrido—, se han publicado numerosas obras de gran calidad y fue notoria la labor cultural de Miguel Urrutia entre 1993 y 2005.
Urrutia inició un vasto programa de historia económica, asociado con James Robinson, destacado miembro de la escuela institucionalista. Se completaron tomos de historia de Colombia del siglo XX, el siglo XIX y de la economía colonial, en los que se distinguen Adolfo Meisel por sus aportes a la historia económica del país y el Caribe, María Teresa Ramírez en transporte, Malcolm Deas sobre el desorden político del siglo XIX y muchos otros. Todos estos esfuerzos se hicieron con gran rigor académico, donde hubo variedad de posturas políticas siempre contenidas por la argumentación racional y la aplicación del método científico al estudio de la historia.
El lujoso volumen Bicentenario de la Independencia de Colombia, publicado recientemente por el banco, se aleja un poco de esta tradición. Tiene prólogos del presidente de la República y su vicepresidenta que son redundantes. Su editor general es Daniel Raisbeck, quien carece de credenciales como historiador pero tiene en su haber estudios clásicos que aplica para trazar la influencia de las concepciones grecorromanas en España, que había sido colonia del imperio de Roma desde bastante antes de Cristo hasta el siglo V. Raisbeck da un salto de 12 siglos para “deducir” que el pensamiento clásico también influyó en forma determinante a los gestores de la independencia de lo que sería Colombia. El editor de la obra es fundador de un partido libertario de ideario radical y hoy está asociado a la Universidad La Gran Colombia, fundada por José Galat (q. e. p. d.), de conocida trayectoria extremista. Contiene, entre otros, un escrito de Enrique Serrano sobre la rebelión de los comuneros que no tiene una sola referencia académica, pero igual repite tesis de El pueblo y el rey, de John Phelan, como propias. Serrano es autor de ¿Por qué fracasa Colombia?, en donde sostiene tesis racistas como suponer que la fracasomanía nacional es resultado de la herencia de judíos y moros conversos que colonizaron estas tierras, sin conocer su número ni influencia. Sus trabajos son afines ideológicamente al partido de gobierno que lo nombró director del Archivo Nacional.
Al libro lo redimen los aportes de James Torres, con su riguroso análisis de la minería en los albores de la Independencia; Armando Martínez, sobre la Confederación Neogranadina; Adelaida Sourdis, sobre la independencia de Cartagena (es la única mujer que participa en la obra), y Roberto Junguito, analizando las finanzas públicas entre 1821-1827, siendo de los pocos que estuvieron en el proyecto de Urrutia. Carlos Díaz hace un excelente análisis del comercio y el contrabando de la época. León Atehortúa escribe sobre la historiografía de Bolívar y la Independencia, siendo, al parecer, el único de inclinación de izquierda en la colección. Figuran, además, buenos trabajos de Pablo Rodríguez, Roger Pita, Gilberto Ramírez y de otros investigadores serios de las mejores universidades del país. Lo que queda claro es que, afortunadamente, los autores doctrinarios de la colección son pocos, pero es que la veta de académicos de extrema derecha no parece ser muy pródiga.