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Uno de los chistes que le tienen a Duque es que si él ha sido presidente del país cualquiera puede serlo. Con el paso del tiempo, el presidente ha ganado más confianza en sí mismo y se ha descarado con sus abusos de poder y las muestras de su insípida personalidad. De los primeros escarceos tímidos en los que no quiso hacer alianzas para gobernar, ha entrado a repartir mermelada a todas las facciones que necesita en el Congreso para hacer aprobar sus propuestas legislativas. El narcisismo que comparte con Francisco Barbosa, su compañero de pupitre de la Sergio Arboleda, lo lleva a tomar malas decisiones la mayor parte del tiempo.
En los corrillos políticos se menciona que el gran logro de Duque es haber acabado con el Centro Democrático y con la larga carrera de Álvaro Uribe, aunque este se ha ayudado bastante al estar bajo la lupa del sistema de justicia por diversas actividades que no puede dejar pasar por alto. Al carecer de liderazgo efectivo, su partido está seriamente escindido entre todos los que aspiran a ser su candidato, ninguno con más del 2 % de intención de voto. No se destacan ni la lenguaraz María Fernanda Cabal ni la estruendosa Paloma Valencia. Se han puesto de acuerdo, sin embargo, para realizar dos encuestas a cargo de empresas que operan de manera independiente. Una tercera encuestadora hará de auditora del enredado proceso.
Entre tanto, la economía está en un fuerte auge que según Fedesarrollo la llevará a crecer al 7,5 % este año, recuperándose de la contracción que ocasionó la pandemia el año pasado, aunque el desempleo no mejoró proporcionalmente y sigue en niveles superiores al 12 % de la fuerza de trabajo. El Banco de la República está poniéndole freno a la actividad y en poco tiempo elevó su tasa de referencia de 1,75 % a 2,5 %.
La devaluación del año corrido va en 15,5 %, en parte por los desequilibrios macroeconómicos que el gobierno Duque no pudo resolver: el déficit en cuenta corriente (faltante comercial y de capitales) alcanza -4,6 % del PIB. Las exportaciones del país tocaron los US$60.000 millones en 2014 y hoy se arrastran alrededor de los US$33.000 millones. El déficit fiscal es de 8,2 % del PIB, uno de los más altos en toda la historia del país, que demanda financiación a tasas de interés muy altas, dada la percepción de riesgo país. Estos desequilibrios se han trasladado a la inflación que está en 4,6 %, y la de alimentos, en ¡14 %!
Alberto Bernal pronosticaba que si en las elecciones de 2018 ganaba Petro, el dólar, que en ese momento alcanzaba los $2.800, se iba a poner en $4.000; en cambio, si ganaba Duque, la divisa se cotizaría a $2.000. El viernes 19 de noviembre de 2021, el dólar se cotizó en $3.920, ante lo cual Bernal insiste en que eso se debe a que el mercado percibe riesgo de que Petro gane las elecciones de 2022. Sin embargo, las encuestas informan que al candidato de la Colombia Humana le queda difícil ganar en segunda vuelta, a menos que lo apoye el centro político. Así, Datexco le da una favorabilidad del 23 % en la primera vuelta, que es un techo que no le alcanza para ganar en el tramo final de la competencia. Es claro que si el centro clasifica en la primera y llega unificado a la segunda vuelta, ganará la Presidencia en 2022 con Sergio Fajardo o Alejandro Gaviria.
A los inversionistas que confían en el juicio financiero de Alberto Bernal hay que recordarles, como en la cuña de Davivienda, que “su dinero puede estar en el lugar equivocado”.