Sergio Arboleda fue un hacendado esclavista caucano que defendió con las armas la institución de la que dependía su riqueza. Según Mateo Mina, “en 1846 el hermano de Sergio, Julio Arboleda, temoroso del clima de revueltas de los negros eslavizados en Colombia y buscando mantener el «patrimonio» familiar, vendió en el Perú a 99 adultos y 113 niños… por 31.410 pesos de la época”.
Haber escogido el nombre de un político esclavista para identificar una universidad de corte confesional no debe sorprender: a sus fundadores les parece natural la sumisión de unas personas a otras, incluyendo ser propiedad privada de ellas. La Universidad Sergio Arboleda fue fundada a principios de la década de 1980 por Álvaro Gómez y Rodrigo Noguera; este último fue su primer rector, guiado por una filosofía cristiana y humanista, según reza su brochure.
A pesar de contar con unos recursos abundantes y cobrar matrículas costosas, por ejemplo, la matrícula en Derecho se aproxima a los $10 millones por semestre, la Sergio había mantenido un bajo perfil. Sus profesores no se distinguen por sus investigaciones ni por sus publicaciones y sus estudiantes son reclutados con pocos requisitos académicos. No es una universidad muy selectiva: su tasa de aceptación es de 60 %, mientras que la de la Nacional es de 8 %. El partido conservador ofrece becas a sus jóvenes militantes, quienes no necesitan esforzarse mucho para que se les otorgue un título.
La Sergio navegaba en la mediocridad hasta que un egresado ambicioso de Derecho, de nombre Iván Duque, logró afiliarse al semillero de Juan Manuel Santos para que le consiguiera puesto en el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington en su departamento de relaciones públicas. Allí vegetó durante varios años. Cuando Santos nombró ministro a uno de sus colegas, Duque entendió que con Santos no tenía futuro; optó entonces por hacerle traducciones y favores a Álvaro Uribe, quien lo incluyó en su lista para Senado, ganándose su confianza como fiel servidor, para eventualmente ungirlo como candidato a la Presidencia de la República.
A partir del momento en que su egresado fue elegido presidente bajo la égida del presidente perpetuo, la Sergio encontró su buena estrella. Un compañero de clase de Duque, Francisco Barbosa, fue elegido fiscal general sin contar con conocimiento alguno en derecho penal y menos en criminología. Ensoberbecido con su nombramiento mostró su desprecio por el comportamiento probo, pero a los amigos todo se les perdona y el hombre, después de algunos regaños, se tornó discreto. Miguel Ceballos estuvo al servicio del uribismo entre 2002 y 2010, para pasar a la decanatura de Ciencia Política de la Sergio hasta el 2018, para pasar a ser alto comisionado de Paz. Ha perseguido a ateos en una de sus cartillas, mientras que su labor por la paz ha pasado desapercibida.
Ernesto Lucena también estudió Derecho en la Sergio, ha sido decano de la misma y fue atleta de alto rendimiento en squash, deporte en el que dos jugadores le pegan a una bolita de caucho con una raqueta contra una pared. Esa experiencia lo habilita para estrenar el Ministerio del Deporte. Cierra el círculo de egresados de la Sergio Carlos Camargo, quien se desempeñará como defensor del Pueblo raso, despues de haber pasado por la presidencia de la Federación Nacional de Departamentos. La puerta giratoria entre el Gobierno y la Sergio está bien aceitada.
Sergio Arboleda fue un hacendado esclavista caucano que defendió con las armas la institución de la que dependía su riqueza. Según Mateo Mina, “en 1846 el hermano de Sergio, Julio Arboleda, temoroso del clima de revueltas de los negros eslavizados en Colombia y buscando mantener el «patrimonio» familiar, vendió en el Perú a 99 adultos y 113 niños… por 31.410 pesos de la época”.
Haber escogido el nombre de un político esclavista para identificar una universidad de corte confesional no debe sorprender: a sus fundadores les parece natural la sumisión de unas personas a otras, incluyendo ser propiedad privada de ellas. La Universidad Sergio Arboleda fue fundada a principios de la década de 1980 por Álvaro Gómez y Rodrigo Noguera; este último fue su primer rector, guiado por una filosofía cristiana y humanista, según reza su brochure.
A pesar de contar con unos recursos abundantes y cobrar matrículas costosas, por ejemplo, la matrícula en Derecho se aproxima a los $10 millones por semestre, la Sergio había mantenido un bajo perfil. Sus profesores no se distinguen por sus investigaciones ni por sus publicaciones y sus estudiantes son reclutados con pocos requisitos académicos. No es una universidad muy selectiva: su tasa de aceptación es de 60 %, mientras que la de la Nacional es de 8 %. El partido conservador ofrece becas a sus jóvenes militantes, quienes no necesitan esforzarse mucho para que se les otorgue un título.
La Sergio navegaba en la mediocridad hasta que un egresado ambicioso de Derecho, de nombre Iván Duque, logró afiliarse al semillero de Juan Manuel Santos para que le consiguiera puesto en el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington en su departamento de relaciones públicas. Allí vegetó durante varios años. Cuando Santos nombró ministro a uno de sus colegas, Duque entendió que con Santos no tenía futuro; optó entonces por hacerle traducciones y favores a Álvaro Uribe, quien lo incluyó en su lista para Senado, ganándose su confianza como fiel servidor, para eventualmente ungirlo como candidato a la Presidencia de la República.
A partir del momento en que su egresado fue elegido presidente bajo la égida del presidente perpetuo, la Sergio encontró su buena estrella. Un compañero de clase de Duque, Francisco Barbosa, fue elegido fiscal general sin contar con conocimiento alguno en derecho penal y menos en criminología. Ensoberbecido con su nombramiento mostró su desprecio por el comportamiento probo, pero a los amigos todo se les perdona y el hombre, después de algunos regaños, se tornó discreto. Miguel Ceballos estuvo al servicio del uribismo entre 2002 y 2010, para pasar a la decanatura de Ciencia Política de la Sergio hasta el 2018, para pasar a ser alto comisionado de Paz. Ha perseguido a ateos en una de sus cartillas, mientras que su labor por la paz ha pasado desapercibida.
Ernesto Lucena también estudió Derecho en la Sergio, ha sido decano de la misma y fue atleta de alto rendimiento en squash, deporte en el que dos jugadores le pegan a una bolita de caucho con una raqueta contra una pared. Esa experiencia lo habilita para estrenar el Ministerio del Deporte. Cierra el círculo de egresados de la Sergio Carlos Camargo, quien se desempeñará como defensor del Pueblo raso, despues de haber pasado por la presidencia de la Federación Nacional de Departamentos. La puerta giratoria entre el Gobierno y la Sergio está bien aceitada.