Los programas de Gustavo Petro y Claudia López tienen en común un enfoque de protección ambiental y fomento de la economía verde. Pero mientras Petro acude a una visión utópica del progreso y no tiene todavía un programa detallado, López ha reflexionado cuidadosamente sobre la política, la corrupción, el gasto público y su financiamiento.
Para el exalcalde de Bogotá, “lo que proponemos es ser una potencia agraria que desarrolle con fortaleza la capacidad industrial y para eso hay que alejarse del carbón y del petróleo… Hay que pasar a un modelo agroindustrial pues... no hay un proceso de industrialización serio si previamente no hubo una reforma agraria”. Hay que hacerle ver a Petro que países que han tenido bonanzas petroleras y de materias primas no se han desindustrializado porque las mantuvieron ahorradas fuera de sus economías, desde Noruega a Chile y Perú; por el contrario, ellos han empleado esos recursos sabiamente para diversificarse.
De la Bogotá humana, Petro extrapola la Colombia humana, donde “la política del amor implica la comprensión del otro y la otra”. Insiste en que “no se pueden equiparar nuestras propuestas económicas a las que se practican en Venezuela y, muchísimo menos, la práctica que sustituye la financiación, antaño del petróleo… por la emisión de dinero para financiar el gasto social, lo cual provoca la hiperinflación”.
Claudia López mantendrá los programas sociales del gobierno actual, “pero los subsidios estarán atados a la empleabilidad de los titulares del programa”, para acabar con una dependencia que puede ser enfermiza. Aclara que no va a reducir el presupuesto de seguridad porque ésta escasea en el país. Promete un gobierno sin corrupción. “No hay ninguna posibilidad de mejorar la democracia colombiana y construir Estado en las regiones si el presupuesto de inversión regional de la nación se sigue repartiendo al famoso estilo de la mermelada”. Añade que las transferencias de la nación hacia las entidades territoriales deben incrementarse considerablemente.
Sobre la gobernanza del suelo, buscará proveer el catastro a todos los entes territoriales como bien público. La cofinanciación nacional estará atada a la existencia de un sistema tributario sólido y eficiente en lo local. El suelo debe ser una de las principales fuentes de ingresos para los municipios. Se debe fortalecer el cobro de predial, plusvalía y valorización. Plantea un nuevo ordenamiento territorial con más responsabilidades y recursos en manos de los gobiernos locales y departamentales.
López lanza la consigna “Todos ponen”, que consiste en “un sistema tributario progresivo donde los que más tienen más ponen, un presupuesto transparente y una inversión pública incluyente para reducir la vergonzosa desigualdad que nos divide. Sólo así podremos dar los incentivos para tener una economía diversificada y competitiva que crezca a tasas superiores al 5 %. Vamos a reducir los impuestos de las empresas, pero a eliminar todas las exenciones y prebendas que hoy suman $72 billones de empresas e individuos bien conectados”.
López plantea una expansión del sistema público de salud y de la educación pública. Tiene además interesantes propuestas para reducir los embarazos en las adolescentes mediante educación sexual y acompañamiento.
Aclaración: en mi anterior columna afirmé que Rudolf Hommes era del equipo programático de Humberto de la Calle. Sí, es su asesor, pero no hace parte del excelente equipo que lo acompaña.
Los programas de Gustavo Petro y Claudia López tienen en común un enfoque de protección ambiental y fomento de la economía verde. Pero mientras Petro acude a una visión utópica del progreso y no tiene todavía un programa detallado, López ha reflexionado cuidadosamente sobre la política, la corrupción, el gasto público y su financiamiento.
Para el exalcalde de Bogotá, “lo que proponemos es ser una potencia agraria que desarrolle con fortaleza la capacidad industrial y para eso hay que alejarse del carbón y del petróleo… Hay que pasar a un modelo agroindustrial pues... no hay un proceso de industrialización serio si previamente no hubo una reforma agraria”. Hay que hacerle ver a Petro que países que han tenido bonanzas petroleras y de materias primas no se han desindustrializado porque las mantuvieron ahorradas fuera de sus economías, desde Noruega a Chile y Perú; por el contrario, ellos han empleado esos recursos sabiamente para diversificarse.
De la Bogotá humana, Petro extrapola la Colombia humana, donde “la política del amor implica la comprensión del otro y la otra”. Insiste en que “no se pueden equiparar nuestras propuestas económicas a las que se practican en Venezuela y, muchísimo menos, la práctica que sustituye la financiación, antaño del petróleo… por la emisión de dinero para financiar el gasto social, lo cual provoca la hiperinflación”.
Claudia López mantendrá los programas sociales del gobierno actual, “pero los subsidios estarán atados a la empleabilidad de los titulares del programa”, para acabar con una dependencia que puede ser enfermiza. Aclara que no va a reducir el presupuesto de seguridad porque ésta escasea en el país. Promete un gobierno sin corrupción. “No hay ninguna posibilidad de mejorar la democracia colombiana y construir Estado en las regiones si el presupuesto de inversión regional de la nación se sigue repartiendo al famoso estilo de la mermelada”. Añade que las transferencias de la nación hacia las entidades territoriales deben incrementarse considerablemente.
Sobre la gobernanza del suelo, buscará proveer el catastro a todos los entes territoriales como bien público. La cofinanciación nacional estará atada a la existencia de un sistema tributario sólido y eficiente en lo local. El suelo debe ser una de las principales fuentes de ingresos para los municipios. Se debe fortalecer el cobro de predial, plusvalía y valorización. Plantea un nuevo ordenamiento territorial con más responsabilidades y recursos en manos de los gobiernos locales y departamentales.
López lanza la consigna “Todos ponen”, que consiste en “un sistema tributario progresivo donde los que más tienen más ponen, un presupuesto transparente y una inversión pública incluyente para reducir la vergonzosa desigualdad que nos divide. Sólo así podremos dar los incentivos para tener una economía diversificada y competitiva que crezca a tasas superiores al 5 %. Vamos a reducir los impuestos de las empresas, pero a eliminar todas las exenciones y prebendas que hoy suman $72 billones de empresas e individuos bien conectados”.
López plantea una expansión del sistema público de salud y de la educación pública. Tiene además interesantes propuestas para reducir los embarazos en las adolescentes mediante educación sexual y acompañamiento.
Aclaración: en mi anterior columna afirmé que Rudolf Hommes era del equipo programático de Humberto de la Calle. Sí, es su asesor, pero no hace parte del excelente equipo que lo acompaña.