Regalos tributarios y venta de empresas públicas
El Centro Democrático tiene en su programa reducir los impuestos a los ricos y achicar el tamaño del Estado. Las dos reformas tributarias que hizo aprobar en 2018 y 2019 representaron una pérdida al Gobierno por $10 billones, más del 1 % del reducido PIB del país. Para compensar la pérdida, el Gobierno ha recurrido a endeudarse en dólares y en pesos; según la ANIF, la deuda pública aumenta tres puntos del PIB entre 2018 y 2021, hasta alcanzar el 53 % del PIB, lo que ya es un tope que no puede sobrepasar. La irresponsabilidad de Carrasquilla le ha costado al país la pérdida del grado de inversión, que otorgan las calificadoras de riesgo, obligándolo a pagar más por el servicio de la deuda y a reducir la cantidad que se le ofrece.
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El Centro Democrático tiene en su programa reducir los impuestos a los ricos y achicar el tamaño del Estado. Las dos reformas tributarias que hizo aprobar en 2018 y 2019 representaron una pérdida al Gobierno por $10 billones, más del 1 % del reducido PIB del país. Para compensar la pérdida, el Gobierno ha recurrido a endeudarse en dólares y en pesos; según la ANIF, la deuda pública aumenta tres puntos del PIB entre 2018 y 2021, hasta alcanzar el 53 % del PIB, lo que ya es un tope que no puede sobrepasar. La irresponsabilidad de Carrasquilla le ha costado al país la pérdida del grado de inversión, que otorgan las calificadoras de riesgo, obligándolo a pagar más por el servicio de la deuda y a reducir la cantidad que se le ofrece.
El hueco fiscal cavado con la devolución de impuestos todavía debe ser llenado de alguna manera. Esa es la razón para recurrir a la venta de la vajilla, cuando ya Carrasquilla se comió la venta de la empresa de energía, Isagén, en gasto corriente. Esta acción va en contra de la sanidad financiera que dicta que se venden activos solo para adquirir otros activos; por ejemplo, carreteras 4G, que era la supuesta intención y justificación de su liquidación.
Las emergencias económicas, justificadas por la pandemia que nos azota, sirven para tomar decisiones contra el bien común. Según Amylkar Acosta, no es de sorprender que “el ministro Carrasquilla hubiera aprovechado la declaratoria de emergencia económica, social y ambiental… facultando al presidente Iván Duque para enajenar la participación accionaria del Estado en determinada empresa listada en Bolsa”. Van por esa platica que nos pertenece a todos los colombianos para quemarla también en gasto corriente.
Ahora se trata de vender las pocas empresas públicas que quedan en manos del Estado: 51 % de ISA (Interconexión Eléctrica S.A.) por $6,6 billones y hasta el 20 % de Ecopetrol y su filial Cenit, que transporta petróleo y gas por medio de oleoductos y poliductos. Como ya se ha vendido el 11,5 % de la empresa más grande del país, gracias a las maniobras que hizo el mismo Carrasquilla en 2006 para transformarla en sociedad por acciones y así poder partirla y venderla más fácilmente, le queda el 8,5 % de las acciones por vender. Con los precios deteriorados del petróleo, rondando la mitad de lo que fueron en tiempos normales, se obtendrían solo unos $12,5 billones. También hizo vender reservas de oro que guardaba celosamente el Banco de la República por $1,8 billones. Liquidar activos públicos en el peor momento tiene un profundo significado trivializado por el Gobierno: la riqueza colectiva, propiedad de 50 millones de ciudadanos, es consumida para ahorrarle impuestos al 0,01 % de la población más rica del país.
El presupuesto general de la nación refleja las fallas de su financiamiento; también, el absurdo optimismo de Carrasquilla y el Gobierno, quienes creen que la economía se contraerá solo 5,5 % en 2020, cifra que puede duplicarse si continúan las cuarentenas en los meses que restan de 2020. El presupuesto de 2021 suma $314 billones, de los cuales $76 billones serán prestados, cuando el crédito del país está mal calificado y además saturado. El servicio de la deuda en 2021 será de $76 billones, bastante más alto que la inversión, que será de solo $53 billones. Eso ya de por sí muestra que vivimos al debe y despilfarrando el ahorro del país acumulado en el pasado.