¿Cómo será un gobierno de Duque? Se trató de un candidato que sólo contaba con la corta experiencia de haber sido asistente junior en los Ministerios de Hacienda de Junguito y Carrasquilla y funcionario cultural del Banco Interamericano de Desarrollo por 11 años, gracias a Juan Manuel Santos. Toda su carrera política se la debe a Álvaro Uribe, quien lo colocó en su lista cerrada al Senado, en el que pasó dos períodos. Es disciplinado y tiene buena memoria, dotes de cantante y bailarín, pero escasa formación rigurosa en economía o en ciencias sociales. A lo que voy es que será muy dependiente del arquitecto de la coalición de extrema derecha que lo llevó al poder, el expresidente Uribe.
Es preocupante la coalición que está detrás suyo, más los políticos clientelistas que se le adhirieron cuando ya iba ganando. Lo cierto es que requiere contar con más de 55 senadores para poder gobernar sin problemas y solo cuenta con 19, por lo cual ofrecerá Ministerios y posiciones a Cambio Radical (16 senadores), al Partido Conservador (15), al Partido de la U (14) y al partido de César Gaviria (¿7?), y puestos de menor valor para Alejandro Ordóñez y Viviane Morales. Será la vieja política corrupta de vuelta, como si nada hubiera sido prometido en la campaña.
El papel de Ordóñez y Morales será ideológico e influyente en sus políticas de familia que discriminirán contra las madres cabeza de hogar, las jóvenes embarazadas y la población LGBT. Habrá discriminación contra las etnias indígenas y los afrocolombianos, mientras que sesgará las políticas educativas en contra de la ciencia y a favor de los credos religiosos que ellos representan.
El continuo fustigamiento de Duque contra lo que queda de las Farc va a terminar fortaleciendo a las disidencias que no aceptaron el proceso de paz, convencidas que no les iban a cumplir. Así mismo, el proceso de paz con el Eln difícilmente llegará a buen puerto y posiblemente este grupo absorverá las disidencias farianas para traer de vuelta el espectro de la guerra. Vamos a echar de menos a Santos.
Se tratará de un gobierno que buscará reducir el tamaño del Estado, todavía cruzado por el clientelismo y la corrupción endémica, devolviendo impuestos a los ricos, impidiendo que se actualicen los avaluos catastrales de los 1.100 municipios del país que permanecerán en la inopia presupuestal; dejará caer más todavia los bienes públicos que tanta falta nos hacen. Se debilitarán las universidades públicas que se volverán fuentes de resistencia al régimen.
Son pocos los que se han aventurado a pensar en la afinidad de Uribe, Pastrana y Duque con Donald Trump y lo que representará para las relaciones internacionales de Colombia en un mundo polarizado por el magnate norteamericano. Estados Unidos no invadirá Venezuela pues no puede poner en riesgo más vidas de sus jóvenes de los que tiene expuestos en Irak y Afganistán, pero sí le interesa cambiar el régimen. Tendremos, por lo tanto, una administración Uribe-Duque belicosa con Venezuela que se podrá ir a las manos con Maduro y propiciar un bloqueo de Estados Unidos que incida en el colapso de la economía y eventualmente de su gobierno. La consecuencia será la multiplicación de la emigración de millones de ciudadanos venezolanos hacia Colombia y Brasil, causando una crisis humanitaria de enormes proporciones.
Habrá un bloque de 27 senadores que hará oposición, afortunadamente.
Con todo, creo que se vienen tiempos difíciles.
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Es preocupante la coalición que está detrás suyo, más los políticos clientelistas que se le adhirieron cuando ya iba ganando. Lo cierto es que requiere contar con más de 55 senadores para poder gobernar sin problemas y solo cuenta con 19, por lo cual ofrecerá Ministerios y posiciones a Cambio Radical (16 senadores), al Partido Conservador (15), al Partido de la U (14) y al partido de César Gaviria (¿7?), y puestos de menor valor para Alejandro Ordóñez y Viviane Morales. Será la vieja política corrupta de vuelta, como si nada hubiera sido prometido en la campaña.
El papel de Ordóñez y Morales será ideológico e influyente en sus políticas de familia que discriminirán contra las madres cabeza de hogar, las jóvenes embarazadas y la población LGBT. Habrá discriminación contra las etnias indígenas y los afrocolombianos, mientras que sesgará las políticas educativas en contra de la ciencia y a favor de los credos religiosos que ellos representan.
El continuo fustigamiento de Duque contra lo que queda de las Farc va a terminar fortaleciendo a las disidencias que no aceptaron el proceso de paz, convencidas que no les iban a cumplir. Así mismo, el proceso de paz con el Eln difícilmente llegará a buen puerto y posiblemente este grupo absorverá las disidencias farianas para traer de vuelta el espectro de la guerra. Vamos a echar de menos a Santos.
Se tratará de un gobierno que buscará reducir el tamaño del Estado, todavía cruzado por el clientelismo y la corrupción endémica, devolviendo impuestos a los ricos, impidiendo que se actualicen los avaluos catastrales de los 1.100 municipios del país que permanecerán en la inopia presupuestal; dejará caer más todavia los bienes públicos que tanta falta nos hacen. Se debilitarán las universidades públicas que se volverán fuentes de resistencia al régimen.
Son pocos los que se han aventurado a pensar en la afinidad de Uribe, Pastrana y Duque con Donald Trump y lo que representará para las relaciones internacionales de Colombia en un mundo polarizado por el magnate norteamericano. Estados Unidos no invadirá Venezuela pues no puede poner en riesgo más vidas de sus jóvenes de los que tiene expuestos en Irak y Afganistán, pero sí le interesa cambiar el régimen. Tendremos, por lo tanto, una administración Uribe-Duque belicosa con Venezuela que se podrá ir a las manos con Maduro y propiciar un bloqueo de Estados Unidos que incida en el colapso de la economía y eventualmente de su gobierno. La consecuencia será la multiplicación de la emigración de millones de ciudadanos venezolanos hacia Colombia y Brasil, causando una crisis humanitaria de enormes proporciones.
Habrá un bloque de 27 senadores que hará oposición, afortunadamente.
Con todo, creo que se vienen tiempos difíciles.
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