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Escribo esta columna desde Cali, en el inicio de la Decimosexta Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica. Este evento ya es un éxito por varias razones: el tiempo récord en el que se preparó la sede, el interés que despertó, la afluencia de personas —siendo la COP de biodiversidad con más solicitudes de acreditaciones— y la inmensa movilización de la sociedad en general, asociada a la zona verde. Detrás de este evento hay muchísimas personas que han destinado esfuerzos monumentales para que esta COP sea una realidad. Desde muchas entidades, especialmente del Sistema Nacional Ambiental, la Gobernación del Valle, la Alcaldía de Cali, la Policía Nacional, la Vicepresidencia de la República y la Cancillería, para todos ellos mi reconocimiento y agradecimiento.
La agenda de la zona verde, junto con las agendas paralelas que se han autoorganizado fuera de los eventos de negociación, que durante estos días suman entre mil y dos mil actividades, fue un reto de tiempo y paciencia. Poder ver todas las agendas representa el interés de muchas organizaciones en tener una oportunidad para mostrar lo que están haciendo: sus aportes, preocupaciones, necesidades o intenciones. Lo que sucederá en Cali es una de las movilizaciones sociales más impresionantes que hemos visto por la biodiversidad.
Esta suma de buenas intenciones puede entrar en una categoría que denomino “dispersión creativa”, un término que he venido usando en los últimos años para referirme a un fenómeno que observo repetidamente en nuestra sociedad: la suma de acciones de muchas personas u organizaciones que, aunque trabajan en temas similares o en territorios cercanos, encuentran dificultades para comunicarse entre sí. No sé si se debe a la idea de que competir por recursos, espacios o protagonismos con quienes hacen cosas similares es inevitable, pero esto nos ha hecho avanzar muy poco en muchos aspectos. Estamos atomizando recursos, tiempos, ideas y capacidades humanas.
De Miguel Navarro, profesor de la Facultad de Diseño de Uniandes, aprendí que, en el pensamiento de diseño, es fundamental tener una etapa de dispersión creativa para encontrar soluciones, pero luego debe venir una etapa de alineación estratégica. Considero que, en los temas ambientales y, en especial, en los de biodiversidad, ya es hora de que todo lo que hemos aprendido lo sumemos y alineemos estratégicamente hacia metas mayores. El pasado Plan de Biodiversidad y las Metas de Aichi representaron una derrota dolorosa para el Convenio de Diversidad Biológica. A nivel nacional, me pregunto cuántos documentos de política pública se alinearon a estas metas, o incluso cuántos planes de gobierno locales alguna vez se sincronizaron con la Política Nacional de Gestión Integral de la Biodiversidad y sus Servicios Ecosistémicos o con el Plan de Acción de Biodiversidad del país.
Les propongo a todos los que están en Cali que identifiquemos cuánto de lo que estamos haciendo en términos de biodiversidad está contribuyendo a lograr alguna de las 23 metas del Marco Global y del Plan Nacional de Biodiversidad, presentado al inicio de esta COP16. En tiempos de urgencia, necesitamos colaborar para detener las crisis en las que estamos inmersos. La dispersión creativa no nos está ayudando, es hora de converger y articularnos estratégicamente.
