El clima jugando a los dados y nosotros distraídos
“Nueve de los primeros diez meses de este año y 15 de los últimos 16 meses superaron los 1,5°C de temperatura media global del aire en la superficie, en comparación con los niveles preindustriales”, informó esta semana el servicio de vigilancia atmosférica de Copernicus, el componente del programa espacial de la Unión Europea dedicado a la observación de la Tierra.
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“Nueve de los primeros diez meses de este año y 15 de los últimos 16 meses superaron los 1,5°C de temperatura media global del aire en la superficie, en comparación con los niveles preindustriales”, informó esta semana el servicio de vigilancia atmosférica de Copernicus, el componente del programa espacial de la Unión Europea dedicado a la observación de la Tierra.
Recordemos que el Acuerdo de París, el gran tratado internacional sobre el clima adoptado en 2015, estableció como objetivo limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de la temperatura preindustrial. Este objetivo es fundamental, según la ciencia, para mantenernos dentro de un rango climático seguro. Superar ese límite significa adentrarnos en terrenos de alta incertidumbre, con un clima acelerado y efectos potencialmente catastróficos debido a la intensidad de los fenómenos. Es como si entráramos en un “casino climático”: el clima juega a los dados, y la incertidumbre no solo afecta la intensidad de los eventos, sino también dónde caerán los dados y a quién impactarán. Y como en todo casino, el clima nunca pierde; los que pierden son los demás.
Sabemos que para estabilizar el clima es necesario reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, esto no está ocurriendo a nivel global; de hecho, las emisiones han aumentado después de la pandemia, como lo muestran los datos diarios de los observatorios que monitorean el CO2. Para el 17 de noviembre, la concentración alcanzó las 423,56 partes por millón (ppm) de CO2 en la atmósfera. A inicios de la década de 1960, esta concentración era de 315 ppm; para 2015, cuando se firmó el Acuerdo de París, ya estábamos en 400 ppm, y sabíamos que debíamos mantenernos por debajo de las 420 ppm. Pero no lo estamos logrando.
Muchos países con economías poderosas y poblaciones masivas no están tomando las medidas necesarias; están apostando en el casino climático y comprometiendo el presupuesto y la seguridad de todos. Mientras tanto, en los salones de la justicia climática, histriónicos “superhéroes” y “heroínas” se reúnen con buenas intenciones, pero sin lograr avances significativos. ¿Quién lo hubiera imaginado? Otro fracaso del multilateralismo en estos tiempos en los que incluso toleran genocidios frente a sus ojos.
Ante este panorama, ¿qué hacer? Cuidarnos en la escala de lo posible. La adaptación local es una tarea urgente, y son los gobernantes quienes deben reaccionar. El doloroso efecto de las lluvias en el Chocó es un ejemplo reciente, pero los datos disponibles del Formulario Único Territorial (FUT) muestran que, en los dos últimos gobiernos departamentales en el Chocó, solo se ejecutaron 786 millones de pesos para temas de cambio climático. Esto representa aproximadamente el 0,02 % del presupuesto total de inversión. En general, las gobernaciones han invertido apenas el 0,069 % de su presupuesto de inversión en temas climáticos.
Centrémonos en lo posible. Señores gobernantes regionales, reconozcan la necesidad de fortalecer su comprensión sobre los temas climáticos. Y sí, también necesitamos uno o varios “directores de orquesta” a nivel nacional, que coordinen y ensamblen los diversos instrumentos económicos y de planeación que hoy están esparcidos y olvidados. La mayoría de estas herramientas, seguramente bien intencionadas, han sido concebidas por técnicos contratistas de organizaciones cooperantes que intentan servir como muletas para la débil capacidad del Estado.