Calentar agua es una tarea para la que se necesita energía y tiempo, es algo cotidiano para quienes usamos la cocina, pero nos ayuda a comprender una parte fundamental de los retos climáticos que estamos experimentando desde el año pasado. Para que un kilo de agua aumente 1 °C se necesitan 4.184 julios, a diferencia de los 385 julios necesarios para calentar un kilo de cobre o los 130 julios para calentar uno de plomo. Intenten recordar sus clases de física, cuando nos hablaban del calor específico del agua: es la sustancia común que más energía requiere para calentarse. Esa propiedad ha sido fundamental para mantener la estabilidad climática de nuestro planeta, cubierto en un 71 % por los océanos, que nos permitió olvidarnos del papel regulador que cumplen y darlo por hecho.
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Calentar agua es una tarea para la que se necesita energía y tiempo, es algo cotidiano para quienes usamos la cocina, pero nos ayuda a comprender una parte fundamental de los retos climáticos que estamos experimentando desde el año pasado. Para que un kilo de agua aumente 1 °C se necesitan 4.184 julios, a diferencia de los 385 julios necesarios para calentar un kilo de cobre o los 130 julios para calentar uno de plomo. Intenten recordar sus clases de física, cuando nos hablaban del calor específico del agua: es la sustancia común que más energía requiere para calentarse. Esa propiedad ha sido fundamental para mantener la estabilidad climática de nuestro planeta, cubierto en un 71 % por los océanos, que nos permitió olvidarnos del papel regulador que cumplen y darlo por hecho.
Sin embargo, desde el año pasado los científicos del clima y del océano han estado observando cómo las temperaturas medias del océano, que se mantenían relativamente estables, han estado aumentando por fuera de los modelos predictivos; desde julio del 2023 la temperatura superficial del mar ha aumentado más de 1,5 °C con respecto al periodo de referencia. La Organización Meteorológica Mundial confirmó la semana pasada que la temperatura superficial del mar lleva 13 meses alcanzando cifras récord de manera consecutiva. ¿Qué pasa cuando se calienta el agua? Volvamos a la cocina: se libera calor y vapor de agua y lo que está dentro del agua empieza a cambiar sus propiedades al calentarse. El calor y el vapor de agua que están emitiendo los océanos van a retroalimentar el calor que ya hay en la atmósfera y acelerar los procesos de evaporación, aumentando la humedad y acelerando el ciclo del agua; por eso se espera una temporada de huracanes con mayor actividad, tanto en número como en magnitud, de lo que habíamos visto antes.
También la semana pasada, The Guardian hizo eco de un artículo de Adrien Bilal y Diego R. Känzig publicado en el National Bureau of Economic Research, donde los autores estiman que los daños macroeconómicos causados por el cambio climático son seis veces mayores de lo que se pensaba. Identificaron que cada grado de aumento de temperatura global reduce en un 12 % el PIB global, que cada tonelada de carbono emitida tiene un costo social de US$1.056 y que si seguimos en una tendencia igual a la actual la pérdida de bienestar puede ser de un 31 % en valor presente. Pero, claro, en cada país y región esto se puede expresar de maneras más dramáticas si sumamos la inequidad.
Los científicos del clima insisten en que ya no es realista la meta del Acuerdo de París de mantener el aumento de temperatura en 1,5 °C con los océanos calentándose por la pérdida de su estabilidad termodinámica, y seguirán calentándose. Entramos, sin duda, en un momento en que lo mejor que podemos hacer como sociedad, además de disminuir las emisiones, es exigir la movilización de recursos para poder adaptarnos a las manifestaciones con las que el clima se expresará: en el ciclo del agua, agudizando las crisis de la biodiversidad, del suelo, de la salud pública. Nunca habíamos tenido tantas certezas sobre la urgencia de la adaptación climática.