Volver a Chile es siempre muy estimulante para constatar su elevado nivel de vida, percibir la reducción de la pobreza, recorrer sus autopistas, saborear los más deliciosos mariscos, visitar sus librerías o asistir al ballet del Teatro Municipal de Santiago. Pero también es una oportunidad para conocer sus debates políticos, las controversias por su historia y su producción intelectual.
El último de estos estímulos ha sido el libro Lo que el dinero sí puede comprar, de Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, columnista de El Mercurio, uno de los intelectuales más prestigiosos e influyentes de Chile, una mezcla de científico político, sociólogo, historiador y filósofo, con buenos conocimientos de economía. En este libro, Peña responde al profesor de Harvard Michael Sandel, quien en su libro Lo que el dinero no puede comprar hace una crítica descarnada a la falta de moral y a los extremos a los cuales han llegado el mercado y el consumismo en las sociedades capitalistas más avanzadas. Aunque, a juzgar por los títulos, el de Peña pareciera ser un espejo del de Sandel, son metodológicamente diferentes. Porque, al igual que en su manual sobre la justicia, Sandel expone una larga lista de casos en este libro sobre los extremos a los cuales el dinero ha llegado a penetrar, y sobre estos casos argumenta su amoralidad y falta de principios.
Por su parte, Carlos Peña hace un recuento erudito de las concepciones sobre el dinero, el mercado y el consumo, y sus consecuencias sobre el individuo y sobre la sociedad, que desde la antigüedad han tenido una serie de autores. Presentando las ambivalencias, tanto las luces como las sombras del dinero y del mercado, discute a Aristóteles, Rousseau, Marx, Kant, Veblen, Durkheim, Hayek, Polanyi y el mismo Sandel, entre otros autores. Así, además de respuesta al profesor de Harvard, el libro de Peña es también un mensaje a sus correligionarios de la izquierda chilena y, de paso, a la izquierda de todos nuestros países. Porque, si bien, dice Peña, en todas partes se siente una crítica al consumismo, que pareciera atrapar a los humanos con una cadena de apetitos y deudas y en una jaula de vanidades, se equivocan quienes olvidan o desconocen que el mercado también ha hecho posible la modernidad y es consustancial con la democracia. Se olvidan que, al haber hecho más abstractas las relaciones sociales, el mercado crea un espacio de autonomía y libertad subjetiva, desancla las antiguas jerarquías y posiciones sociales, permite la movilidad social, hace posible que las personas se editen a sí mismas mediante el consumo. Y, sobre todo, hace posible que la gente coopere y se relacione una con otra sin necesidad de abdicar sus preferencias individuales.
Desconocer esta realidad, argumenta Peña, ha sido también un inmenso y costoso error para la izquierda chilena, que habiendo gobernado muchos años, parece olvidarse de su propia contribución a la modernidad, al desarrollo de la economía de mercado y la consolidación de las clases medias de Chile. En una entrevista reciente, Peña dice que cree en una izquierda liberal, que sepa apreciar las virtudes del individualismo y la libertad personal, que no riña con la modernización y que se cure de cualquier ilusión de vivir abrigados por el colectivismo. Qué diferencia con quienes entre nosotros sueñan con instaurar el socialismo de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.
Volver a Chile es siempre muy estimulante para constatar su elevado nivel de vida, percibir la reducción de la pobreza, recorrer sus autopistas, saborear los más deliciosos mariscos, visitar sus librerías o asistir al ballet del Teatro Municipal de Santiago. Pero también es una oportunidad para conocer sus debates políticos, las controversias por su historia y su producción intelectual.
El último de estos estímulos ha sido el libro Lo que el dinero sí puede comprar, de Carlos Peña, rector de la Universidad Diego Portales, columnista de El Mercurio, uno de los intelectuales más prestigiosos e influyentes de Chile, una mezcla de científico político, sociólogo, historiador y filósofo, con buenos conocimientos de economía. En este libro, Peña responde al profesor de Harvard Michael Sandel, quien en su libro Lo que el dinero no puede comprar hace una crítica descarnada a la falta de moral y a los extremos a los cuales han llegado el mercado y el consumismo en las sociedades capitalistas más avanzadas. Aunque, a juzgar por los títulos, el de Peña pareciera ser un espejo del de Sandel, son metodológicamente diferentes. Porque, al igual que en su manual sobre la justicia, Sandel expone una larga lista de casos en este libro sobre los extremos a los cuales el dinero ha llegado a penetrar, y sobre estos casos argumenta su amoralidad y falta de principios.
Por su parte, Carlos Peña hace un recuento erudito de las concepciones sobre el dinero, el mercado y el consumo, y sus consecuencias sobre el individuo y sobre la sociedad, que desde la antigüedad han tenido una serie de autores. Presentando las ambivalencias, tanto las luces como las sombras del dinero y del mercado, discute a Aristóteles, Rousseau, Marx, Kant, Veblen, Durkheim, Hayek, Polanyi y el mismo Sandel, entre otros autores. Así, además de respuesta al profesor de Harvard, el libro de Peña es también un mensaje a sus correligionarios de la izquierda chilena y, de paso, a la izquierda de todos nuestros países. Porque, si bien, dice Peña, en todas partes se siente una crítica al consumismo, que pareciera atrapar a los humanos con una cadena de apetitos y deudas y en una jaula de vanidades, se equivocan quienes olvidan o desconocen que el mercado también ha hecho posible la modernidad y es consustancial con la democracia. Se olvidan que, al haber hecho más abstractas las relaciones sociales, el mercado crea un espacio de autonomía y libertad subjetiva, desancla las antiguas jerarquías y posiciones sociales, permite la movilidad social, hace posible que las personas se editen a sí mismas mediante el consumo. Y, sobre todo, hace posible que la gente coopere y se relacione una con otra sin necesidad de abdicar sus preferencias individuales.
Desconocer esta realidad, argumenta Peña, ha sido también un inmenso y costoso error para la izquierda chilena, que habiendo gobernado muchos años, parece olvidarse de su propia contribución a la modernidad, al desarrollo de la economía de mercado y la consolidación de las clases medias de Chile. En una entrevista reciente, Peña dice que cree en una izquierda liberal, que sepa apreciar las virtudes del individualismo y la libertad personal, que no riña con la modernización y que se cure de cualquier ilusión de vivir abrigados por el colectivismo. Qué diferencia con quienes entre nosotros sueñan con instaurar el socialismo de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.