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                                                                                                                                La explotación de la economía naranja

                                                                                                                                Regresé a Bogotá después de vivir algunos años fuera de Colombia, y una de las cosas que más me llamó la atención fue ver a muchachos en bicicleta y chaqueta naranja amontonados frente a los restaurantes. Pregunté por ellos y un amigo hizo una apología de una empresa colombiana llamada Rappi, que había generado una innovación sin precedentes: tú descargas una aplicación, y a través de ella se le pide a alguien que haga el mandado que te dé la gana, siempre y cuando no sea ilegal.  

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Luego vi que a la empresa le llovían flores. No me extrañó que la elogiara el presidente Iván Duque, un yuppie de razonamiento simple. Me extraño más que casi todos los grandes medios de comunicación hicieran la apología de Rappi.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Esto, sin embargo, no es más que mi sensibilidad personal. Al fin y al cabo no hay nada degradante en hacerle a otra persona el mercado. Lo grave es otra cosa. Se está reemplazando lo que debería ser empleo formal por empleo informal, para beneficiar a unos inversionistas. La supuesta revolución de las "apps" está creando empresas que les permite a los socios capitalistas saltarse las leyes laborales a las que se llegó tras medio siglo de luchas sociales. 

                                                                                                                                Se habla de explotación porque los dueños de estas empresas se están enriqueciendo sobre la base de la precariedad laboral. El modelo de negocios de Rappi está basado en la dramática ausencia de empleo formal y acceso a la educación superior, así como en la enorme cantidad de inmigrantes venezolanos que están a la deriva, buscando medios de subsistencia para no caer en la miseria.  

                                                                                                                                PUBLICIDAD

                                                                                                                                Dirán que estas son quejas de un ingenuo mamerto que no ve en Rappi una empresa pujante, que le está dando un medio de vida a personas que de otra manera estarían en la calle. Si eso piensa usted al leer estas líneas, está cayendo en la trampa con que se justifica la explotación. Ahora que celebramos el 12 de octubre, la situación es comparable a la lógica que aplicaban los españoles sobre los indígenas durante la mita y la encomienda. Se beneficiaban desproporcionadamente de su trabajo, pero al menos los estaban catequizando y civilizando.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Si no, ¿entonces qué tiene de valioso este modelo? Si Postobon o Bavaria no tuviera una nómina, sino que le pagara a cada empleado 50 pesos por bebida que embotellara (y que además lo hiciera invadiendo el espacio público), no creo que la empresa sería presentada como un modelo mundial de emprendimiento innovador, o al menos eso espero. ¿A los programadores de las aplicaciones de Rappi también les pagan por línea de código que escriban y no tienen prestaciones? Si ellos pueden hacer parte de la nómina de la empresa, ¿por qué los "rapitenderos" no? ¿Son acaso trabajadores de segunda categoría?

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Quizás la solución es que una empresa valorada en 1.000 millones de dólares formalice a sus empleados. Ah, pero entonces no podría estar tan bien valorada. Generaría demasiados costos y no podría aprovechar la mano de obra de inmigrantes sin visa de trabajo. En suma, tendría que acogerse a las leyes laborales y el modelo perdería su atractivo. Podría incluso desaparecer, ¿y eso acaso a quién beneficia? ¿No es preferible que una persona tenga trabajo sin prestaciones sociales a que no tenga trabajo? 

                                                                                                                                Hay que hacerse muy seriamente la pregunta de si esta fórmula del "microemprendedor" no está enmascarando un fraude laboral.

                                                                                                                                Los esquemas empresariales que se aprovechan de la subcontratación, la irregularidad, la precariedad económica y la ausencia de seguridad social no deberían aplaudirse como logros de un país, sino como señales de alerta de que algo en él anda muy mal.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Vuelvo entonces a mi punto inicial: es explotación pura y dura, así esté lustrada por un barniz de neologismos y anglicismos ("app", "startup", "economía naranja", "microemprendedor"). Si quieren aplaudirlo, adelante, pero no se engañen, en un país con una estructura laboral funcional uno no podría pedirle, sin vergüenza, al migrante de un país vecino llevado por la miseria o a un desempleado, que haga un mandado a cambio de pagarle un dólar o dos... y rápido. 

                                                                                                                                Twitter: @santiagovillach

                                                                                                                                Regresé a Bogotá después de vivir algunos años fuera de Colombia, y una de las cosas que más me llamó la atención fue ver a muchachos en bicicleta y chaqueta naranja amontonados frente a los restaurantes. Pregunté por ellos y un amigo hizo una apología de una empresa colombiana llamada Rappi, que había generado una innovación sin precedentes: tú descargas una aplicación, y a través de ella se le pide a alguien que haga el mandado que te dé la gana, siempre y cuando no sea ilegal.  

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Luego vi que a la empresa le llovían flores. No me extrañó que la elogiara el presidente Iván Duque, un yuppie de razonamiento simple. Me extraño más que casi todos los grandes medios de comunicación hicieran la apología de Rappi.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Esto, sin embargo, no es más que mi sensibilidad personal. Al fin y al cabo no hay nada degradante en hacerle a otra persona el mercado. Lo grave es otra cosa. Se está reemplazando lo que debería ser empleo formal por empleo informal, para beneficiar a unos inversionistas. La supuesta revolución de las "apps" está creando empresas que les permite a los socios capitalistas saltarse las leyes laborales a las que se llegó tras medio siglo de luchas sociales. 

                                                                                                                                Se habla de explotación porque los dueños de estas empresas se están enriqueciendo sobre la base de la precariedad laboral. El modelo de negocios de Rappi está basado en la dramática ausencia de empleo formal y acceso a la educación superior, así como en la enorme cantidad de inmigrantes venezolanos que están a la deriva, buscando medios de subsistencia para no caer en la miseria.  

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Si no, ¿entonces qué tiene de valioso este modelo? Si Postobon o Bavaria no tuviera una nómina, sino que le pagara a cada empleado 50 pesos por bebida que embotellara (y que además lo hiciera invadiendo el espacio público), no creo que la empresa sería presentada como un modelo mundial de emprendimiento innovador, o al menos eso espero. ¿A los programadores de las aplicaciones de Rappi también les pagan por línea de código que escriban y no tienen prestaciones? Si ellos pueden hacer parte de la nómina de la empresa, ¿por qué los "rapitenderos" no? ¿Son acaso trabajadores de segunda categoría?

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Hay que hacerse muy seriamente la pregunta de si esta fórmula del "microemprendedor" no está enmascarando un fraude laboral.

                                                                                                                                Los esquemas empresariales que se aprovechan de la subcontratación, la irregularidad, la precariedad económica y la ausencia de seguridad social no deberían aplaudirse como logros de un país, sino como señales de alerta de que algo en él anda muy mal.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Twitter: @santiagovillach

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