Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En Colombia no deja de sorprenderme, sobre todo cuando viajo a lugares que no son sus capitales andinas o sus centros turísticos, lo mucho que unas pocas personas logran hacer con poco. En esta ocasión me deslumbró la ambición de las actividades culturales que realizó un colectivo de organizaciones de las que sólo nombro al Fondo Mixto de Cultura de Sucre (financiado con recursos privados y de la Gobernación de Sucre), porque es con el que he tenido la relación más cercana y con quien he articulado desde abril nuestra participación.
Al hablar de “nuestra participación” me refiero a las puertas que nos abrieron para que uno de los proyectos en los que colaboro dentro de la Fundación Panamericana para el Desarrollo —como estratega y desarrollador de contenido de su equipo de Democracia, Gobernanza y Derechos Humanos— pudiera desplegar su campaña de sensibilización y establecer contactos institucionales y con líderes locales, con la intención de combatir la trata en los municipios PDET de Sucre. Pero vamos por partes.
Durante cuatro días, en Sincelejo florece una enredadera cultural en diversos lugares, al mismo tiempo. En un lugar hay una feria del libro; en otro, una cadena de conciertos de música de Sucre; en otro, un encuentro de bibliotecarios de todos los municipios del departamento para recibir capacitaciones y compartir experiencias; en otro, talleres de artesanías, podcasts y novelas gráficas para niños y jóvenes; en otro, muestras audiovisuales. El estallido de eventos KaribeFest 2023 (24-27 de agosto) es un solo nombre, pero son varios festivales.
Su producción gozó de una fluidez envidiable. Por mi trabajo, tuve la fortuna de presenciar algo de ese detrás de cámaras. Vi a personas, en su mayoría mujeres, reinventando lo que es posible en Sucre. Aterrizando con voluntad feroz lo que quizás durante muchos años fueron sueños.
Aunque lo más espectacular y seguramente lo que más trabajo preparativo exigió fueron las tardes y noches de conciertos en el coliseo, con feria de artesanías, puestos de comida local, un “hamacódromo” (que es lo más cercano en la Tierra a mi interpretación del Cielo) y un alucinante escenario donde había una agrupación en un primer piso y otra preparándose para tocar en el segundo, cuando terminara la de abajo; lo que más me cautivó fue que Karibefest 2023 invitó a bibliotecarios de todos los municipios de Sucre a un auditorio donde se capacitaban y compartían experiencias.
Este bracito del brillante festival parece modesto, pero tiene un impacto enorme. Muchas de estas bibliotecas se hallan en pueblos y veredas donde los niños y jóvenes están más expuestos a la violencia de los grupos armados y a los problemas sociales que envuelven fenómenos como el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes. En zonas rurales donde hasta la fuerza pública corre peligro, pertinaces bibliotecarias y bibliotecarios (en su mayoría son mujeres) construyen espacios de formación para pelear por el tiempo y la atención de quienes van a construir el futuro del departamento y del país.
Dado que llegué a este festival para impulsar una campaña de sensibilización sobre derechos de niños, niñas y adolescentes, en el marco de un proyecto implementado por la Fundación Panamericana para el Desarrollo para combatir la trata infantil (el proyecto se llama Alianza para la Prevención y Protección del Reclutamiento), me entusiasma el contacto con bibliotecarios de todo Sucre y en especial sus municipios PDET, porque permite crear una red departamental, que ojalá podamos contribuir a que sea una red de los Montes de María y el Bajo Cauca para proteger y educar en derechos a los niños, padres, profesores, comunidades e instituciones.
Tenemos una enorme gratitud hacia Karibefest 2023 y sus organizadores por facilitar los primeros pasos de una enredadera que ojalá florezca tan bien como la que sembraron el Fondo Mixto de Cultura y sus aliados, que sin duda nos inspiran.
Twitter: @santiagovillach