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                                                                                                                                Algo demasiado grave nos puede pasar con esta pandemia

                                                                                                                                Yo quisiera creer que realmente, hasta el momento de escribir estas líneas, en Colombia sólo tenemos 2.776 casos y 109 muertes por la COVID-19 y que, por tanto, la drástica medida del confinamiento está dando resultados y no tendremos una tragedia de grandes proporciones.  Pero hay varios motivos que no me permiten estar tranquilo. Hoy me quiero referir a dos de ellos: saber que vivo en uno de los países más inequitativos del mundo, y conocer desde dentro y hace rato el sistema de salud que tenemos.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Pero la pandemia está evidenciando también la precariedad de la salud pública en Colombia y las contradicciones, insuficencias e inconveniencias estructurales del sistema de salud y seguridad social. Con las limitaciones propias de cualquier estudio en caliente, creo que una de las radiografías más crudas y recientes de nuestro sistema de salud es la encuesta sobre bioseguridad y protocolos de atención a la COVID-19, realizada entre el 21 de marzo y el 3 de este mes por la Federación Médica y el Colegio Médico Colombiano a 939 profesionales de la salud, tanto del sector público como privado, en 27 de los 32 departamentos del país.

                                                                                                                                La inmensa mayoría considera que las instituciones de salud en las que trabaja no están en condiciones adecuadas para atender la pandemia:  el 29 % las califican de pésimas, un porcentaje igual, de malas, y otro tanto de regulares. Sólo el 10 % las considera buenas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Si a lo anterior le sumamos que el número, la calidad y la oportunidad de las pruebas diagnósticas realizadas ha estado muy por debajo de lo esperado y lejísimos de lo hecho por países que han logrado cierto éxito; que, en consecuencia, la información oficial adolece de un enorme subregistro y no refleja lo que realmente está aconteciendo; que ya han muerto dos médicos infectados en cumplimiento de su misión y hay más personas del sector infectadas, algunas en estado grave, y que tanto el sistema público hospitalario como los principios y programas de salud pública han sido debilitados sistemáticamente con el actual modelo mercantil de aseguramiento, es lógico concluir que estamos poniendo en riesgo los logros potenciales de la cuarentena, y podemos estar al borde de una tragedia nacional de grandes proporciones, con costos incalculables en vidas, enfermedad, sufrimiento, recursos y confianza en las instituciones sanitarias.

                                                                                                                                Respetuosamente, como salubrista disiento de lo afirmado por el señor ministro de Salud en una entrevista periodística el domingo pasado. Concluyó: “Nuestra mayor debilidad es que no somos una sociedad disciplinada”. Es cierto que no somos una sociedad disciplinada. Pero, ante la pandemia, nuestras mayores debilidades consisten en que somos una sociedad demasiado inequitativa, con un sistema de salud fraccionado, incoherente y que ha priorizado los intereses privados y la lógica del mercado por encima de la salud pública y el buen vivir en sociedad.  Ojalá, superada la emergencia sanitaria, tengamos el valor y la lucidez para superar, entre otras, las tres debilidades enunciadas: la inequidad, el actual sistema de salud y, claro, la indisciplina social.

                                                                                                                                * Médico social.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Yo quisiera creer que realmente, hasta el momento de escribir estas líneas, en Colombia sólo tenemos 2.776 casos y 109 muertes por la COVID-19 y que, por tanto, la drástica medida del confinamiento está dando resultados y no tendremos una tragedia de grandes proporciones.  Pero hay varios motivos que no me permiten estar tranquilo. Hoy me quiero referir a dos de ellos: saber que vivo en uno de los países más inequitativos del mundo, y conocer desde dentro y hace rato el sistema de salud que tenemos.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Pero la pandemia está evidenciando también la precariedad de la salud pública en Colombia y las contradicciones, insuficencias e inconveniencias estructurales del sistema de salud y seguridad social. Con las limitaciones propias de cualquier estudio en caliente, creo que una de las radiografías más crudas y recientes de nuestro sistema de salud es la encuesta sobre bioseguridad y protocolos de atención a la COVID-19, realizada entre el 21 de marzo y el 3 de este mes por la Federación Médica y el Colegio Médico Colombiano a 939 profesionales de la salud, tanto del sector público como privado, en 27 de los 32 departamentos del país.

                                                                                                                                La inmensa mayoría considera que las instituciones de salud en las que trabaja no están en condiciones adecuadas para atender la pandemia:  el 29 % las califican de pésimas, un porcentaje igual, de malas, y otro tanto de regulares. Sólo el 10 % las considera buenas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Si a lo anterior le sumamos que el número, la calidad y la oportunidad de las pruebas diagnósticas realizadas ha estado muy por debajo de lo esperado y lejísimos de lo hecho por países que han logrado cierto éxito; que, en consecuencia, la información oficial adolece de un enorme subregistro y no refleja lo que realmente está aconteciendo; que ya han muerto dos médicos infectados en cumplimiento de su misión y hay más personas del sector infectadas, algunas en estado grave, y que tanto el sistema público hospitalario como los principios y programas de salud pública han sido debilitados sistemáticamente con el actual modelo mercantil de aseguramiento, es lógico concluir que estamos poniendo en riesgo los logros potenciales de la cuarentena, y podemos estar al borde de una tragedia nacional de grandes proporciones, con costos incalculables en vidas, enfermedad, sufrimiento, recursos y confianza en las instituciones sanitarias.

                                                                                                                                Respetuosamente, como salubrista disiento de lo afirmado por el señor ministro de Salud en una entrevista periodística el domingo pasado. Concluyó: “Nuestra mayor debilidad es que no somos una sociedad disciplinada”. Es cierto que no somos una sociedad disciplinada. Pero, ante la pandemia, nuestras mayores debilidades consisten en que somos una sociedad demasiado inequitativa, con un sistema de salud fraccionado, incoherente y que ha priorizado los intereses privados y la lógica del mercado por encima de la salud pública y el buen vivir en sociedad.  Ojalá, superada la emergencia sanitaria, tengamos el valor y la lucidez para superar, entre otras, las tres debilidades enunciadas: la inequidad, el actual sistema de salud y, claro, la indisciplina social.

                                                                                                                                * Médico social.

                                                                                                                                No ad for you

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