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                                                                                                                                Bajen de los altares a Juan Pablo II

                                                                                                                                En su largo pontificado, San Juan Pablo II metió a la Iglesia Católica en una onda de petición de perdones bajo el supuesto de admitir errores históricos y resanar heridas antiguas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En realidad, a los niños debería pedirles perdón el doble o el triple pues con el tiempo hemos terminado descubriendo que la pedofilia estaba, y está, enquistada en los seminarios, en los colegios religiosos y en cuanta circunstancia relacione curas con menores de edad. En este campo se debería suplicar perdón en todos los idiomas y en todos los tonos porque además del abuso, de traumatizar el futuro de miles de seres humanos al someterlos a unas experiencias tempranas aversivas, además de eso, se reafirmaban en el discurso hipócrita de la homosexualidad como una abominación aunque tantos clérigos la practicaran, y con los más indefensos. Y, adicional, pretendían (pretenden) mantener ante el mundo la enorme mentira de la castidad.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Periodismo y jueces lograron destapar todo esto que la Iglesia se empeñaba en ocultar desde hace tantas décadas. El 2 de enero de este año, el cardenal Joao Braz de Avis, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, admitió en la revista Vida Nueva “llevamos 70 años encubriendo” tras reconocer que contra Marciel Masiel existían denuncias desde 1943 y nunca se hizo mayor cosa. Inclusive, Juan Pablo II se refería a él como “apóstol de los jóvenes” y les concedió estatus especial a los Legionarios de Cristo.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Hace tres días, el papa Francisco expidió un decreto en el que ordena a todos los religiosos destapar cualquier acto de abuso sexual del que tengan conocimiento y disponer, de aquí a 2020, de sistemas para que las iglesias recojan denuncias de la comunidad sobre esto.

                                                                                                                                Positivo y valioso, su Santidad, pero tardío y corto frente a la magnitud de la larga monstruosidad porque, entre otras cosas, no exige poner los casos en conocimiento de la Policía o las autoridades. En otras palabras, se mantiene aquel mensaje de que la iglesia misma se investigue y autocontrole. Y que todo se silencie si está de por medio el secreto de confesión.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Las verdaderas acciones implicarían una revolución que la iglesia no está dispuesta a hacer, aunque sea consciente de que este daño para su imagen es quizás irreparable y que sus crisis (de moral, de credibilidad, de vocaciones) es la más honda de la historia. Entre otras, exigiría primero que todo bajar de los altares a un hombre que escondió a los pedófilos y hasta los premió.

                                                                                                                                En su largo pontificado, San Juan Pablo II metió a la Iglesia Católica en una onda de petición de perdones bajo el supuesto de admitir errores históricos y resanar heridas antiguas.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En realidad, a los niños debería pedirles perdón el doble o el triple pues con el tiempo hemos terminado descubriendo que la pedofilia estaba, y está, enquistada en los seminarios, en los colegios religiosos y en cuanta circunstancia relacione curas con menores de edad. En este campo se debería suplicar perdón en todos los idiomas y en todos los tonos porque además del abuso, de traumatizar el futuro de miles de seres humanos al someterlos a unas experiencias tempranas aversivas, además de eso, se reafirmaban en el discurso hipócrita de la homosexualidad como una abominación aunque tantos clérigos la practicaran, y con los más indefensos. Y, adicional, pretendían (pretenden) mantener ante el mundo la enorme mentira de la castidad.

                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Sería absurdo e injusto afirmar que la pederastia llegó a ser una práctica mayoritaria e institucional en la iglesia; no lo creo, pero la negativa a admitirla, a combatirla; la decisión de esconder y no exponer a los curas pedófilos sí fue una doctrina tácita (y a veces escrita) que alcanzó su punto más aberrante justo en el pontificado del papa que se inventó eso de pedir perdones históricos.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Periodismo y jueces lograron destapar todo esto que la Iglesia se empeñaba en ocultar desde hace tantas décadas. El 2 de enero de este año, el cardenal Joao Braz de Avis, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, admitió en la revista Vida Nueva “llevamos 70 años encubriendo” tras reconocer que contra Marciel Masiel existían denuncias desde 1943 y nunca se hizo mayor cosa. Inclusive, Juan Pablo II se refería a él como “apóstol de los jóvenes” y les concedió estatus especial a los Legionarios de Cristo.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Hace tres días, el papa Francisco expidió un decreto en el que ordena a todos los religiosos destapar cualquier acto de abuso sexual del que tengan conocimiento y disponer, de aquí a 2020, de sistemas para que las iglesias recojan denuncias de la comunidad sobre esto.

                                                                                                                                Positivo y valioso, su Santidad, pero tardío y corto frente a la magnitud de la larga monstruosidad porque, entre otras cosas, no exige poner los casos en conocimiento de la Policía o las autoridades. En otras palabras, se mantiene aquel mensaje de que la iglesia misma se investigue y autocontrole. Y que todo se silencie si está de por medio el secreto de confesión.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Las verdaderas acciones implicarían una revolución que la iglesia no está dispuesta a hacer, aunque sea consciente de que este daño para su imagen es quizás irreparable y que sus crisis (de moral, de credibilidad, de vocaciones) es la más honda de la historia. Entre otras, exigiría primero que todo bajar de los altares a un hombre que escondió a los pedófilos y hasta los premió.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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