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Fujimori y Abimael, esas simbiosis perversas de América Latina

Sergio Ocampo Madrid
16 de septiembre de 2024 - 05:05 a. m.
“Es casi poético y muy emblemático que Abimael Guzmán y Alberto Fujimori se hayan muerto en la misma fecha”: Sergio Ocampo
“Es casi poético y muy emblemático que Abimael Guzmán y Alberto Fujimori se hayan muerto en la misma fecha”: Sergio Ocampo
Foto: EFE - Renato Pajuelo

Ambos tenían nombres que empezaban por A, ambos murieron un 11 de septiembre, ambos contaban con 86 años al momento de partir, y ambos se despidieron del mundo degradados y olvidados, sin el poder absoluto que en algún momento creyeron tener. En esa foto de este par de hombres, el uno, un terrorista de la insurgencia, y el otro, terrorista de Estado, ambos con las manos manchadas de sangre, en esa foto de Alberto Fujimori y Abimael Guzmán cabe completa esta América Latina nuestra vacilante, confusa, primitiva y delirante.

Quisiera poder ver en 100 años cómo trata la historia, la oficial, la de las escuelas, las academias, los libros, a este par de personajes tan opuestos en cuanto a los lugares en que los puso la vida y sus derivas ideológicas, y tan parecidos en su accionar, en sus lógicas, en sus medios para lograr objetivos, y hasta en sus megalomanías. Hay decenas de ejemplos, pero solo quiero recordar un par de esos hechos atroces que protagonizaron estos dos peruanos desde la conciencia de su propio poder sobre la vida y la muerte, desde la responsabilidad de haber dado la orden o de no interferirla.

Lucanamarca es un nombre que no se debe olvidar. Allí, en 1983, militantes senderistas se tomaron ese caserío de la sierra andina y asesinaron de modo indiscriminado a 69 personas, gente común, como respuesta ante la muerte del comandante guerrillero Olegario Curitomay, quien llevaba un buen tiempo sometiendo a la gente a sus abusos y arbitrariedades. Bombas puso por centenares Abimael, pero hubo una en 1992 con un carácter difícil de olvidar. Fue en la calle Tarata, en Miraflores, Lima, donde segó la vida a 25 peruanos un 16 de julio. Simples transeúntes. Según el servicio de inteligencia peruano, bajo la dirección de Vladimiro Montesinos, los insurgentes se escondieron en la universidad Enrique Guzmán y Valle, conocida como La Cantuta.

Dos días después, vino la respuesta de Fujimori: con nueve estudiantes universitarios y un profesor desaparecidos y luego ejecutados, en hechos que pasaron a la historia como la masacre de La Cantuta. Los perpetradores fueron miembros del ejército peruano organizados en el Grupo Colina para combatir a los guerrilleros con métodos fuera de la ley como torturas, desapariciones, matanzas indiscriminadas. Ya ese grupo, también bajo la presidencia de Fujimori, se había estrenado en 1991 en la masacre de Barrios Altos, una zona deprimida de Lima donde los habitantes habían organizado una “pollada”, algo como un bazar comunal, para recaudar fondos y arreglar el alcantarillado. Allí llegaron los asesinos, lista en mano, y acabaron con la vida de 15 personas, incluido Javier Ríos Rojas, un chico de apenas 8 años.

Por los hechos anteriores y otros más, a Abimael lo sentenció un tribunal a cadena perpetua en 2006 y, en 2007, a Fujimori, extraditado de Chile, la Corte Suprema peruana lo condenó a 25 años de cárcel por delitos de lesa humanidad. También, le exigió una disculpa pública para las víctimas. La misma Corte en su providencia aclaró que ninguno de los muertos en La Cantuta o en Barrios Altos tenía relación alguna con grupos terroristas. La Comisión de la Verdad del Perú, en su informe final de 2004, dejó expresamente escrito que los muertos de Lucanamarca eran simples campesinos y parroquianos sin vínculos con alguna agencia del Estado.

Abimael se murió en 2021, y de ese modo cumplió su cadena perpetua. No terminó en la jaula en la que lo puso Fujimori y desde donde lo exhibió al mundo, pues muchos años atrás negoció con el siniestro Vladimiro Montesinos unas mejores condiciones de vida en la cárcel, a cambio de un supuesto proceso de paz entre Sendero y el gobierno peruano. Fujimori murió en libertad, pues en 2017 lo indultó el presidente Pedro Pablo Kuczynski, pero en 2018 fue regresado a prisión, adonde volvió en enero del 19 pues estuvo recluido en una clínica casi cuatro meses. En 2022, fue liberado por un recurso de habeas corpus del que se quejó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con lo cual fue regresado a prisión, hasta diciembre de 2023, cuando comenzó a vivir en el domicilio de su hija Keiko, por razones humanitarias, ya que se determinó que era un paciente terminal. En todo ese tiempo de rifirrafes jurídicos sobre liberarlo o no, el viejo salió en todas las fotos con su cánula y su balón de gas, sin los cuales ya le era imposible vivir. Desde el año pasado se dedicó con ahínco a grabar podcasts para defender su labor de gobierno, sin ningún asomo de arrepentimiento. Extrañamente, sin cánula y sin pipeta de gas, se volvió una celebridad en TikTok. Y, finalmente, nunca pidió perdón a las víctimas.

Es casi poético y muy emblemático que Abimael Guzmán y Alberto Fujimori se hayan muerto en la misma fecha y a la misma edad. Un poderoso, aunque críptico, mensaje de cómo estamos condenados los latinoamericanos a vivir en ese péndulo fatídico en el que oscilan nuestros extremismos, en la acción y reacción de unas violencias brutales, en la noción casi mágica de confiar más en personas que en instituciones, de juzgar lo bueno y lo malo desde adscripciones ideológicas y no sobre juicios axiológicos, y en la comprobación derrotista de que esos extremos terminan siendo tristemente exactos en prácticas, en pretextos y en justificaciones, con el legado de condenarnos cíclica y eternamente a vivir en cien, en mil años de soledad… y de subdesarrollo.

 

alexandrs(m841l)Hace 2 horas
En Colombia hay un hombre con A que también ha Sido siniestro en la politica nacional y que muchos lo idolatran 🤦🏽‍♀️. Tanto Perú como Colombia están marcadas por la violencia de grupos al margen de la ley, claro que los Incas resultaron más inteligentes para acabar con esos grupos, en este platanal aún padecemos los de esa desgracia.
Pipo Solarte(exbqo)17 de septiembre de 2024 - 06:02 p. m.
... y de Violencia, le faltó rematar el artículo.
Enrrique(25171)17 de septiembre de 2024 - 04:25 p. m.
Al otro con A, el más chiquito y el mas malo, le quedan 10 años para completar esa trilogía criminal.
JULIO(cjfq0)17 de septiembre de 2024 - 10:56 a. m.
La única justicia es poética.
Lismario(26872)17 de septiembre de 2024 - 12:50 a. m.
Perú descansó de estos dos genocidas, cuando descansara Colombia de este genocida?
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