¿Que el presidente Petro se pasee por las calles tomado de la mano de una mujer que no es su esposa es noticia? Creo que sí. ¿Que lo haga, además, en el exterior, en un viaje oficial para asistir al cambio de mando de otro jefe de Estado? Claro que nos compete. Pero, adicional, que la acompañante sea una mujer transexual, eso, eso es una noticia mundial.
Y no lo es por el simple fenómeno de banalización de las noticias, la fascinación por el morbo o el fetiche paparazzi, ni porque los medios hayan empezado a priorizar los chismes y las irrelevancias sobre la información de trascendencia, en ese nuevo orden de publicar lo que piden las audiencias, algo que definió de modo perfecto el académico Henry Jenkins bajo el concepto de spreadable media (medios untables o esparcibles), para explicar la tendencia de muchos a adaptarse a los gustos, expectativas y requerimientos de los consumidores de noticias.
No, un jefe de Estado de paseo tomado de la mano con una persona de sexualidad diversa es el ejemplo más encomiable, más aplaudible, de inclusión, de apertura, de honestidad y sinceramiento, y de desafío a la moral tradicional. También, en estos tiempos de matoneo masivo y digital, es asumir con valor riesgos inmensos.
Sucedió la semana pasada durante la visita de Petro a Panamá para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente, José Raúl Mulino, y todo quedó grabado en varios videos, en los que se les ve paseando por una plaza, entrando a un restaurante, tomándole fotos él a ella, poniéndole la mano en la cintura en gesto de cercanía e intimidad, todo con el cuerpo de escoltas acompañándolos cerca.
Vino la carnicería en redes con toda la carga de ese veneno con el que nos envilecemos cada vez más, pero ahora con el añadido del prejuicio y la homofobia. Un tipo tan astuto y polémico como Petro, muchas veces incendiario y sembrador de tempestades en esas mismas redes, debía preverlo. ¿O premeditarlo?
Lo que vino luego fue aún más extraño, y diría yo más desafortunado. Contrario a lo esperado, el presidente no negó la veracidad de los videos, no sugirió que podría tratarse de bots que falsean apariencias, situaciones, sino que se defendió pontificando sobre el derecho a la intimidad. “Siempre he considerado que la intimidad es la última ratio de la libertad, la última trinchera del ser libre, y conservaré este principio hasta que escriba de mí mismo o muera”, escribió en X.
Un mensaje bastante críptico y confuso que se mueve entre la incoherencia y la obviedad con aquello de que conservará “ese principio hasta que escriba de mí mismo o muera”. ¿Por qué esa mención a la escritura, a la autobiografía? Y posterior, hizo una proclama sobre su heterosexualidad, y la afirmación de que jamás escucharán de él una palabra transfóbica. “Porque no solo dejaría de ser hombre, sino humano”. ¿Ese dejar de ser hombre remite al género, a la masculinidad tradicional, al genérico de ser humano?, pero entonces ¿por qué la distinción final, esa de dejar de ser humano?
Para remarcar la tácita aceptación sobre la veracidad de los videos, le preguntaron a Linda Yepes, la presentadora transexual de TV, a quien señalan de ser la mujer en las imágenes, y su respuesta fue más inquietante: “por ahora no puedo confirmar nada, este es un tema que estamos hablando con el equipo de presidencia…”. Entonces, sí era ella quien estaba en Panamá, y acompañaba al presidente.
Lejos, muy lejos de la posición moral y simplista de que un hombre casado no puede o no debe ir de la mano de otra mujer, ni tener muestras de intimidad, veo muchos elementos en este caso que lo sustraen de la esfera privada y lo meten de lleno en la pública, con lo cual la defensa del presidente está desenfocada. O muy bien enfocada hacia unos objetivos que desconocemos. Lo más simple es que todo sucedió en espacios abiertos, sin teleobjetivos espías o cámaras irruptoras; lo segundo es que Petro no se hallaba en vacaciones, sino en una delegación de Estado como representante de Colombia en un acto oficial en Panamá; salió dando previo aviso al Senado y viaticado con los recursos de todos. Él y su comitiva. Ni vale la pena mencionar que es muy difícil separar las acciones, declaraciones, opiniones de un jefe de Estado de sus acciones, declaraciones y opiniones personales, y que en ese sentido su derecho a la intimidad es más restringido que el del resto. Mi salud mental, mi condición clínica, mi patrimonio, por ejemplo, son asuntos míos; los de un presidente son del interés colectivo.
No así sus preferencias sexuales, y por eso no deben ser el punto a discutir, ni a indagar, ni a presuponer, ni a convertir en chiste, porque aquello sí es parte fundamental de su última ratio, de su más absoluta intimidad. Eso hace más innecesaria la aclaración expresa de su heterosexualidad, y deja un poco en el aire una contradicción, en estas particulares circunstancias, sobre la actitud incluyente, progresista, absolutamente proclive a la diversidad en todas sus formas, y en particular a la sexual, que le habíamos conocido todos estos años.
Es difícil sustraerse, por mera empatía o por sentido común, a lo que puede estar sintiendo Verónica Alcocer, primera dama, y no por invadir su esfera privada, porque entre otras fue su marido quien la expuso al público, aunque luego haya alegado el derecho a la intimidad. ¿Qué mensaje había para ella y para el país con todo este episodio? Petro es muy bueno desmarcándose de los afectos y las lealtades; no olvidemos el “no fui yo quien lo crio” con que despachó la responsabilidad por los eventuales delitos de su hijo Nicolás.
¿Que el presidente Petro se pasee por las calles tomado de la mano de una mujer que no es su esposa es noticia? Creo que sí. ¿Que lo haga, además, en el exterior, en un viaje oficial para asistir al cambio de mando de otro jefe de Estado? Claro que nos compete. Pero, adicional, que la acompañante sea una mujer transexual, eso, eso es una noticia mundial.
Y no lo es por el simple fenómeno de banalización de las noticias, la fascinación por el morbo o el fetiche paparazzi, ni porque los medios hayan empezado a priorizar los chismes y las irrelevancias sobre la información de trascendencia, en ese nuevo orden de publicar lo que piden las audiencias, algo que definió de modo perfecto el académico Henry Jenkins bajo el concepto de spreadable media (medios untables o esparcibles), para explicar la tendencia de muchos a adaptarse a los gustos, expectativas y requerimientos de los consumidores de noticias.
No, un jefe de Estado de paseo tomado de la mano con una persona de sexualidad diversa es el ejemplo más encomiable, más aplaudible, de inclusión, de apertura, de honestidad y sinceramiento, y de desafío a la moral tradicional. También, en estos tiempos de matoneo masivo y digital, es asumir con valor riesgos inmensos.
Sucedió la semana pasada durante la visita de Petro a Panamá para asistir a la toma de posesión del nuevo presidente, José Raúl Mulino, y todo quedó grabado en varios videos, en los que se les ve paseando por una plaza, entrando a un restaurante, tomándole fotos él a ella, poniéndole la mano en la cintura en gesto de cercanía e intimidad, todo con el cuerpo de escoltas acompañándolos cerca.
Vino la carnicería en redes con toda la carga de ese veneno con el que nos envilecemos cada vez más, pero ahora con el añadido del prejuicio y la homofobia. Un tipo tan astuto y polémico como Petro, muchas veces incendiario y sembrador de tempestades en esas mismas redes, debía preverlo. ¿O premeditarlo?
Lo que vino luego fue aún más extraño, y diría yo más desafortunado. Contrario a lo esperado, el presidente no negó la veracidad de los videos, no sugirió que podría tratarse de bots que falsean apariencias, situaciones, sino que se defendió pontificando sobre el derecho a la intimidad. “Siempre he considerado que la intimidad es la última ratio de la libertad, la última trinchera del ser libre, y conservaré este principio hasta que escriba de mí mismo o muera”, escribió en X.
Un mensaje bastante críptico y confuso que se mueve entre la incoherencia y la obviedad con aquello de que conservará “ese principio hasta que escriba de mí mismo o muera”. ¿Por qué esa mención a la escritura, a la autobiografía? Y posterior, hizo una proclama sobre su heterosexualidad, y la afirmación de que jamás escucharán de él una palabra transfóbica. “Porque no solo dejaría de ser hombre, sino humano”. ¿Ese dejar de ser hombre remite al género, a la masculinidad tradicional, al genérico de ser humano?, pero entonces ¿por qué la distinción final, esa de dejar de ser humano?
Para remarcar la tácita aceptación sobre la veracidad de los videos, le preguntaron a Linda Yepes, la presentadora transexual de TV, a quien señalan de ser la mujer en las imágenes, y su respuesta fue más inquietante: “por ahora no puedo confirmar nada, este es un tema que estamos hablando con el equipo de presidencia…”. Entonces, sí era ella quien estaba en Panamá, y acompañaba al presidente.
Lejos, muy lejos de la posición moral y simplista de que un hombre casado no puede o no debe ir de la mano de otra mujer, ni tener muestras de intimidad, veo muchos elementos en este caso que lo sustraen de la esfera privada y lo meten de lleno en la pública, con lo cual la defensa del presidente está desenfocada. O muy bien enfocada hacia unos objetivos que desconocemos. Lo más simple es que todo sucedió en espacios abiertos, sin teleobjetivos espías o cámaras irruptoras; lo segundo es que Petro no se hallaba en vacaciones, sino en una delegación de Estado como representante de Colombia en un acto oficial en Panamá; salió dando previo aviso al Senado y viaticado con los recursos de todos. Él y su comitiva. Ni vale la pena mencionar que es muy difícil separar las acciones, declaraciones, opiniones de un jefe de Estado de sus acciones, declaraciones y opiniones personales, y que en ese sentido su derecho a la intimidad es más restringido que el del resto. Mi salud mental, mi condición clínica, mi patrimonio, por ejemplo, son asuntos míos; los de un presidente son del interés colectivo.
No así sus preferencias sexuales, y por eso no deben ser el punto a discutir, ni a indagar, ni a presuponer, ni a convertir en chiste, porque aquello sí es parte fundamental de su última ratio, de su más absoluta intimidad. Eso hace más innecesaria la aclaración expresa de su heterosexualidad, y deja un poco en el aire una contradicción, en estas particulares circunstancias, sobre la actitud incluyente, progresista, absolutamente proclive a la diversidad en todas sus formas, y en particular a la sexual, que le habíamos conocido todos estos años.
Es difícil sustraerse, por mera empatía o por sentido común, a lo que puede estar sintiendo Verónica Alcocer, primera dama, y no por invadir su esfera privada, porque entre otras fue su marido quien la expuso al público, aunque luego haya alegado el derecho a la intimidad. ¿Qué mensaje había para ella y para el país con todo este episodio? Petro es muy bueno desmarcándose de los afectos y las lealtades; no olvidemos el “no fui yo quien lo crio” con que despachó la responsabilidad por los eventuales delitos de su hijo Nicolás.