Lo puso en mis manos diciendo que era el libro más hermoso del mundo. Me sorprendió que una frase tan rotunda saliera de una mujer que lee y escribe apasionadamente. Creo que hay que ser muy atrevida para afirmar tal cosa. Renunciar al anhelo de encontrar el libro definitivo, el más hermoso de todos, es una manera de matar el vicio de buscarlo.
Empecé a ojear las primeras páginas en un rincón de la librería. Hay un campo nevado, árboles cubiertos con una fina capa de escarcha. Niños jugando, gente que camina sola, gente que camina acompañada, gente que va dejando las huellas de sus pasos sobre la nieve. Hay un pequeño terrier de...