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Según lo narraron en su momento desde la publicación Cambio Colombia, Petro “recibirá la Llave de Oro de Madrid… como símbolo de la amistad y buenas relaciones entre los gobiernos españoles y colombianos (...) Y entrada la noche, la pareja presidencial acudirá a una cena en el palacio real de España en homenaje a los reyes”.
Casi todas las notas escritas y radiales, emitidas desde la capital del país, celebraron la visita por el sur de Europa, paso a paso. Hicieron eco de vestiduras, dignidades, negocios, pasados y futuros compartidos. El entusiasmo atrapó a los más esquivos críticos del Gobierno actual y hasta la revista Semana señaló que el tour por Portugal era una “estrategia del Gobierno para lograr la generación de más vacantes en el país y apuntarle al crecimiento económico”. No sucedió lo mismo semanas después cuando cristalizó el viaje a África de la vicepresidenta Francia Márquez Mina. No vale la pena recordar algunos de los lugares comunes que se repiten desde los días de la campaña, pero esta vez hubo espacio para los cálculos más mezquinos sobre gasolina y economías subsaharianas. Se pidieron explicaciones insospechadas sobre el interés en el continente y la rabia que, tras nueve meses de un acoso grotesco pero incisivo, exhibe con razón y dignidad la vicepresidenta.
Petro y Márquez atravesaron el Atlántico. Uno hacia Europa y la otra hacia África. Ante los escritos, voces e imágenes que suscitaron ambos trayectos, vale la pena recordar las enseñanzas del profesor Alfonso Múnera. Entre tantas otras cosas, Múnera nos ha explicado cómo durante el siglo XIX, los llamados “letrados” o intelectuales de la región andina “ejercieron una influencia decisiva en la forma como los colombianos aprendieron a mirarse a sí mismos y a su nación como un conjunto”. Nos cuenta también cómo, a través de sus reflexiones y obras, estos dibujaron imágenes perdurables sobre sus regiones y sus pobladores (que a la larga se popularizaron entre las élites de otras regiones). Así, desde el altiplano cundiboyacense se hicieron apreciaciones sobre nuestras geografías y diferencias de rasgos y colores de piel, que luego calaron y se tradujeron en estereotipos.
Acá es importante recordar que los mentados intelectuales habían construido sus ideas, certezas y sueños en sus viajes por Europa. El ideólogo liberal Salvador Camacho Roldán, los influyentes hermanos Miguel y José María Samper (ancestros de los todavía influyentes hermanos e hijos Samper), el escritor y lingüista Rufino José Cuervo y muchos de sus contemporáneos solían pasar períodos en Europa y Estados Unidos. Múnera desentierra la forma en que estos hombres leyeron, por ejemplo, al conde de Buffon, que usó “el concepto de degeneración para explicar que el estado de perfección encarnado por la raza europea blanca se había degenerado hacia formas inferiores como la de la raza negra, por influencia del clima”. El sabio Caldas fue uno de los que tradujeron la idea entre nosotros: “El clima determinaba el mayor o menos progreso físico, intelectual y moral de los seres humanos”.
Algo similar sucedió con la obra de Jean-Baptiste Lamarck. En Colombia esta se usó para pensar una nación en la que pobladores podían aspirar al mestizaje como un rescate. “La condición de seres civilizados”, escribe Múnera, podría entonces ser alcanzada “por medio de un proceso lento de incorporación de nuevos hábitos y actitudes”. Este proceso dependía de nuestro contacto con Europa y los europeos. Las reacciones al viaje de Francia dan cuenta de esa ansiedad fundadora de la nación. Una nación edificada sobre “fronteras imaginadas” y la violencia que las acompaña. Hoy se sospecha de la geografía africana que, según nuestras ideas fundacionales, es el factor principal en una supuesta evolución negativa. Concluye Múnera que “la jerarquía (...) que dotaba a los Andes de una superioridad natural y la jerarquía (...) que ponía en la cúspide a las gentes de color blanco fueron dos elementos centrales de la nación que se narraba”.
Ojalá estos días en Sudáfrica, Kenia y Etiopia, con sus imágenes, sorpresas, trabajo y encuentros, nos ayuden a narrar la nación de otra manera.