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En octubre Colombia será la sede de la decimosexta reunión de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica COP16. En ella se discutirá sobre conservación, restauración y uso sostenible de la diversidad biológica y sus interrelaciones con el cambio climático. En la pasada reunión (COP15), llevada a cabo en Canadá, tuvo amplio protagonismo Jaime Pumarejo, ex alcalde de Barranquilla. “Ciudades de todo el mundo, como Barranquilla, están actuando decididamente para proteger sus ecosistemas, abordar los impactos del cambio climático y mejorar el bienestar de sus ciudadanos; sin embargo, se necesitarán más socios y recursos para ampliar con éxito la financiación de la naturaleza en las ciudades”, dijo el entonces alcalde. Y concluyó: “Hoy hacemos un llamado a aumentar la financiación para liberar el poder de la naturaleza en las ciudades”.
Lo cierto es que Barranquilla ha contado con su buena dosis de financiación. Recientemente recibió un gran crédito del Banco Interamericano de Desarrollo y participó en la iniciativa BiodiverCiudad, que le brindó apoyo financiero durante el gobierno Duque (de hecho el recién inaugurado Ecopark Mallorquín tuvo un costo de más de 230 mil millones de pesos). Barranquilla ha gozado además de un cierto renacimiento industrial e inmobiliario.
Detrás de ese milagro industrial y constructor que hace posible los verdores de la BiodiverCiudad está sin embargo un severo proceso de degradación ambiental. A pocos kilómetros del Ecopark, el municipio de Malambo que hace parte del Área Metropolitana de Barranquilla le hace frente a una crisis de contaminación sin precedentes. Históricamente, el municipio organizó la vida cotidiana alrededor de las ciénagas de Malambo, de La Bahía y El Convento. Estas eran epicentro de la pesca artesanal y de la vida cultural de las familias. Pero, durante las últimas décadas, éstas han sido intensamente contaminadas por aguas residuales y vertidos industriales. Los pescadores tardan más o no pueden llegar a sus zonas de pesca debido a la sedimentación, hay pocos peces y han crecido el rebusque y la inseguridad alimentaria.
De acuerdo con el trabajo del investigador Gabriel Costa, la contaminación puede rastrearse a la creación de El Parque Industrial de Malambo PIMSA. Costa nos explica cómo, en el marco del Decreto 2143 de 1979, que fomentó el establecimiento de parques industriales en el país, la Cámara de Comercio de Barranquilla decidió crear un parque industrial. La idea cristalizó en el vecino municipio de Malambo. Para 1995 el mentado PIMSA otorgaba hasta un 100 % de exoneración de impuestos a las empresas de la industria. A su vez, el POT de 2011 cambió el uso de tierras agrícolas para ubicar fábricas e industrias.
Los cambios en la calidad del agua comenzaron a notarse a finales de la década de 1990. Mientras los flujos de capital volvían a Barranquilla, en Malambo empezaban a escasear los peces. “Muchos peces en los humedales se perdieron”, le contó un pescador a Costa. “No se ve nada más que la mojarra. Nada más. Entonces, ¿qué es del bocachico, la coordenada, qué es la dorada, viscaína, cuatro ojos, doncella, pechona, picúa, moncholo? Todos estos peces se perdieron. Todo esto se ha ido…'’.
Además de vertimientos por cuenta de Acerías de Colombia, Puro Pollo, Ingredion, Polyuprotec, Inyucal, Carnes Santacruz y el Centro Logístico de Olímpica, se registra gran contaminación de residuos sólidos. El servicio de basuras prestado por Interaseo es deficiente y muchos barrios no están incluidos en la recolección. De acuerdo con la Corporación Autónoma Regional, hoy en día las aguas de las ciénagas tienen temperaturas promedio de 29 °C, en algunos puntos han alcanzado los 36 °C y tienen altos niveles de materia orgánica. Un reporte de 2022 explica que la calidad del agua es “mala” o “regular”, recibiendo los peores reportes de todos los cuerpos de agua en todo el departamento del Atlántico.