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Berrionditas, ¿cierto que están ganosas que les contemos qué pasó en la madrugada del domingo 26 de enero cuando Tavo trinó los disparates que trinó?
Todo empezó a las 5 de la tarde, que Petro apareció en la cocina y nos pidió un tinto quizque porque esa hora de los domingos le da una desazón suprema y unas ganas las machas de dejar todo tirao y largase a espandir el virus del amor por los confines del Universo.
No señor -le dijo Tola muy seria-, sumercé no puede bogar tinto a esta hora porque le dan ganas de otro y de otro… y después no pega el ojo. Le voy a servir una tisana.
Y mientras Tola le alistaba la bebida Gustavo buscó ávido la bolsa de café pa él mismo hervir el tinto. Ni esculque -lo paré yo-, por orden de la dotora Sarabiada lo escondimos.
¡Es mi café! -estalló Tavo brotando los ojos-, y el fuero presidencial me permite tomar las tazas que me dé la humana gana. Lo de ustedes, tías, es un manejo nazi de la cocina.
¡Que no hay tinto! -esclamó Tola repelente, y agregó con un tonito uribista que Petro encajó como un mamonazo en las costillas falsas: ¡gústele al que le guste! Ahí está su aromática.
Tola y yo vamos pa misa y ya volvemos -dije yo conciliadora-. No le abra la puerta a nadie. ¿Ya hizo las tareas? Le vamos a traer confites de café pa que calme la astinencia. Harto fundamento.
En la misa le pedimos al Señor que ilumine al presidente Petro pa que no tire a Colombia por algún despeñadero y que deje el maldingo vicio del tuiter, que no trae sino jaleo.
Pero cuando volvimos de la Iglesia encontramos a Tavo güete conversando con Benedetti y tomando tinto que Armandito trajo de afuera en un termo 5 litros.
Tola se le abalanzó a Benedetti y le arrebató el termo y salió empitada y vació el tinto en una matera. ¡Y nos hacés el gran favor y te largás ya mismo de Palacio, alcagüetas!
Tola sacó praticamente tallao a Armandito y lo guindó a cantaleta: ¡Valiente asesor resultates, corroncho! Un quizque “amigo” que en vez de ser líder de la regeneración es díler de la perdición.
En un descuido de Petro yo le eché mano a su cedular que lo tenía en la mesita de centro. Haga el favor Gustavo Francisco vaye orine y se acuesta -le dijo Tola con voz de sargento.
Petro pegó pa su pieza y Tola y yo nos fuimos a dormir. Cuando a medianoche sentimos un rumbido como de cucarrón y entonces nos levantamos a espantalo. Y adivinen qué era.
Un jijuemadre dron que traía un domicilio de tinto pa Tavo. Lo perseguimos con el matamoscas y le tiramos una cobija encima: santo remedio, el bicho cayó al piso y el termo se estortilló.
Cuando Petro se volvió a acostar con la promesa de dormise, Tola y yo tratamos de conciliar el sueño en un duermevela que se interrumpió tipo 4 de la mañana con unos alaridos de mujer.
¡Tías, tías… vengan, el presidente se enloqueció! -nos dispertó Laura Sarabiada y nos condujo a la sala donde encontramos a Tavo disfrazao de Aureliano Buendía, con los ojos más brotaos y vidriosos y gritando: ¡Túmbame, Trump! ¡Me matarás pero sobreviviré en mi pueblo!
Miren tías por Dios lo que escribió el presidente en tuiter… ¡nos van a quitar la visa! Y pa dónde se vuela uno cuando Petro se declare presidente eterno si no es pa Mayami.
Tola voló por el supuesto cedular que le decomisamos, y cuando lo destapamos era una licorera. ¡Busquemos a Uribe ! -propuso la Sarabiada. ¡Eso -apoyó Tola- llamemos al cucho!
Las cuchas tienen razón.