02 de febrero de 2025 - 12:05 a. m.

De cómo Tola y Maruja no lograron impedir que Petro tomara tinto

Berrionditas, ¿cierto que están ganosas que les contemos qué pasó en la madrugada del domingo 26 de enero cuando Tavo trinó los disparates que trinó?

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Todo empezó a las 5 de la tarde, que Petro apareció en la cocina y nos pidió un tinto quizque porque esa hora de los domingos le da una desazón suprema y unas ganas las machas de dejar todo tirao y largase a espandir el virus del amor por los confines del Universo.

No señor -le dijo Tola muy seria-, sumercé no puede bogar tinto a esta hora porque le dan ganas de otro y de otro… y después no pega el ojo. Le voy a servir una tisana.

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Y mientras Tola le alistaba la bebida Gustavo buscó ávido la bolsa de café pa él mismo hervir el tinto. Ni esculque -lo paré yo-, por orden de la dotora Sarabiada lo escondimos.

¡Es mi café! -estalló Tavo brotando los ojos-, y el fuero presidencial me permite tomar las tazas que me dé la humana gana. Lo de ustedes, tías, es un manejo nazi de la cocina.

¡Que no hay tinto! -esclamó Tola repelente, y agregó con un tonito uribista que Petro encajó como un mamonazo en las costillas falsas: ¡gústele al que le guste! Ahí está su aromática.

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Tola y yo vamos pa misa y ya volvemos -dije yo conciliadora-. No le abra la puerta a nadie. ¿Ya hizo las tareas? Le vamos a traer confites de café pa que calme la astinencia. Harto fundamento.

En la misa le pedimos al Señor que ilumine al presidente Petro pa que no tire a Colombia por algún despeñadero y que deje el maldingo vicio del tuiter, que no trae sino jaleo.

Pero cuando volvimos de la Iglesia encontramos a Tavo güete conversando con Benedetti y tomando tinto que Armandito trajo de afuera en un termo 5 litros.

Tola se le abalanzó a Benedetti y le arrebató el termo y salió empitada y vació el tinto en una matera. ¡Y nos hacés el gran favor y te largás ya mismo de Palacio, alcagüetas!

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Tola sacó praticamente tallao a Armandito y lo guindó a cantaleta: ¡Valiente asesor resultates, corroncho! Un quizque “amigo” que en vez de ser líder de la regeneración es díler de la perdición.

En un descuido de Petro yo le eché mano a su cedular que lo tenía en la mesita de centro. Haga el favor Gustavo Francisco vaye orine y se acuesta -le dijo Tola con voz de sargento.

Petro pegó pa su pieza y Tola y yo nos fuimos a dormir. Cuando a medianoche sentimos un rumbido como de cucarrón y entonces nos levantamos a espantalo. Y adivinen qué era.

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Un jijuemadre dron que traía un domicilio de tinto pa Tavo. Lo perseguimos con el matamoscas y le tiramos una cobija encima: santo remedio, el bicho cayó al piso y el termo se estortilló.

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Cuando Petro se volvió a acostar con la promesa de dormise, Tola y yo tratamos de conciliar el sueño en un duermevela que se interrumpió tipo 4 de la mañana con unos alaridos de mujer.

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¡Tías, tías… vengan, el presidente se enloqueció! -nos dispertó Laura Sarabiada y nos condujo a la sala donde encontramos a Tavo disfrazao de Aureliano Buendía, con los ojos más brotaos y vidriosos y gritando: ¡Túmbame, Trump! ¡Me matarás pero sobreviviré en mi pueblo!

Miren tías por Dios lo que escribió el presidente en tuiter… ¡nos van a quitar la visa! Y pa dónde se vuela uno cuando Petro se declare presidente eterno si no es pa Mayami.

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Tola voló por el supuesto cedular que le decomisamos, y cuando lo destapamos era una licorera. ¡Busquemos a Uribe ! -propuso la Sarabiada. ¡Eso -apoyó Tola- llamemos al cucho!

Las cuchas tienen razón.

Berrionditas, ¿cierto que están ganosas que les contemos qué pasó en la madrugada del domingo 26 de enero cuando Tavo trinó los disparates que trinó?

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No señor -le dijo Tola muy seria-, sumercé no puede bogar tinto a esta hora porque le dan ganas de otro y de otro… y después no pega el ojo. Le voy a servir una tisana.

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¡Es mi café! -estalló Tavo brotando los ojos-, y el fuero presidencial me permite tomar las tazas que me dé la humana gana. Lo de ustedes, tías, es un manejo nazi de la cocina.

¡Que no hay tinto! -esclamó Tola repelente, y agregó con un tonito uribista que Petro encajó como un mamonazo en las costillas falsas: ¡gústele al que le guste! Ahí está su aromática.

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Tola y yo vamos pa misa y ya volvemos -dije yo conciliadora-. No le abra la puerta a nadie. ¿Ya hizo las tareas? Le vamos a traer confites de café pa que calme la astinencia. Harto fundamento.

En la misa le pedimos al Señor que ilumine al presidente Petro pa que no tire a Colombia por algún despeñadero y que deje el maldingo vicio del tuiter, que no trae sino jaleo.

Pero cuando volvimos de la Iglesia encontramos a Tavo güete conversando con Benedetti y tomando tinto que Armandito trajo de afuera en un termo 5 litros.

Tola se le abalanzó a Benedetti y le arrebató el termo y salió empitada y vació el tinto en una matera. ¡Y nos hacés el gran favor y te largás ya mismo de Palacio, alcagüetas!

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En un descuido de Petro yo le eché mano a su cedular que lo tenía en la mesita de centro. Haga el favor Gustavo Francisco vaye orine y se acuesta -le dijo Tola con voz de sargento.

Petro pegó pa su pieza y Tola y yo nos fuimos a dormir. Cuando a medianoche sentimos un rumbido como de cucarrón y entonces nos levantamos a espantalo. Y adivinen qué era.

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¡Tías, tías… vengan, el presidente se enloqueció! -nos dispertó Laura Sarabiada y nos condujo a la sala donde encontramos a Tavo disfrazao de Aureliano Buendía, con los ojos más brotaos y vidriosos y gritando: ¡Túmbame, Trump! ¡Me matarás pero sobreviviré en mi pueblo!

Miren tías por Dios lo que escribió el presidente en tuiter… ¡nos van a quitar la visa! Y pa dónde se vuela uno cuando Petro se declare presidente eterno si no es pa Mayami.

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Tola voló por el supuesto cedular que le decomisamos, y cuando lo destapamos era una licorera. ¡Busquemos a Uribe ! -propuso la Sarabiada. ¡Eso -apoyó Tola- llamemos al cucho!

Las cuchas tienen razón.

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