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En la película Barbie (2023), las muñecas del mismo nombre viven en una sociedad paralela en la que ellas mandan. Mientras ellas son juezas, médicas y astronautas, Ken es un muñeco sin inteligencia cuyo trabajo es “playa”. Este último descubre, sin embargo, que en nuestra realidad los hombres dominan el mundo y, tentado por las ventajas que el patriarcado le ofrece, lo importa al mundo de Barbie.
Ken tiene un éxito tremendo: las “Barbies” aceptan su subordinación y dejan de ejercer sus importantes profesiones para convertirse en servidoras sumisas de los “Kens”. La Barbie principal reacciona ante la situación y se alía con otras muñecas del mismo nombre para deshacer la revolución patriarcal de Ken. Utilizando argumentos que exponen lo absurdo de la dominación masculina, logran convencer a las demás “Barbies” de recuperar sus antiguos derechos y así retomar su poder.
Aquí encontramos la primera crítica a la ideología de la película. Por ideología entendamos un discurso que lleva a los sujetos a percibir de modo erróneo la realidad. Por ejemplo, la película muestra que en el patriarcado las “Barbies” pueden creer equivocadamente que el dominio masculino es bueno para ellas. Pero la crítica les muestra que el patriarcado es malo, de manera que se liberan del poder de los “Kens”.
Luego encontramos la segunda crítica a la ideología. En Barbie podemos ver cómo los ejecutivos de Mattel—fabricante de la muñeca—utilizan un discurso feminista para vender sus productos, sin tener la intención de aplicarlo en su empresa. En efecto, la película critica a la ideología contemporánea al exponer la discrepancia entre el discurso ideológico que Mattel vende a las niñas (puedes ser lo que tú quieras) y la realidad actual (las mujeres no pueden ser lo que quieran).
El nivel de cinismo es grotesco, pues los executive officers reales de Mattel son, de hecho, todos hombres (con una excepción).
La tercera crítica a la ideología implica contrastar el principio con el final. Como ya lo dije, al inicio las “Barbies” dominan su sociedad. Viven en una especie de matriarcado radical que anula a los “Kens”. Luego de la revolución patriarcal, sin embargo, aceptan un reformismo liberal desdeñoso con los “Kens”: las “Barbies” los tratan como las instituciones liberales tratan a las mujeres cuando piden igualdad. Estas les permiten entrar a ciertos cargos, pero con límites, mirándolas con arrogancia. Aquí se expone la discrepancia entre el discurso ideológico liberal y su realidad práctica.
Estas críticas a la ideología, sin embargo, no carecen de problemas.
La crítica a la ideología, como todo en el capitalismo, se ha convertido en una mercancía. Y sirve, por su éxito mismo, para llenar los bolsillos de los hombres que mandan (en este caso, los de Mattel). La crítica es parte del negocio, and the businesss is good. Los conservadores ignoran que en Hollywood no hacen películas “progres” o “woke” porque sean comunistas sino porque quieren enriquecerse.
En suma, Barbie es un producto para vender muñecas, pero eso no quiere decir que no sea crítica. El problema es que la crítica a la ideología es parte del producto que vende y mercantiliza.
El negocio que nos proponen es este:
Compre usted la “Barbie crítica”. Añada maízpira, Coca-Cola y un buen rato en el cine.
Todo en combo.