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Cuando Silvio Berlusconi, Financiador de Il Giornale, incursionó en la política, el veterano Indro Montanelli renunció a este periódico, que había fundado como prensa centrada en la opinión.
A Montanelli se le conoce como el maestro del periodismo italiano del Siglo XX (ganó el Príncipe de Asturias a la Comunicación, 1996). El mundo intelectual lo valora por su ejercicio de reportear, como lo haría el más ameno corresponsal, las historias de Grecia, Roma y la Edad Media en forma vibrante, divertida y actual, pero sin sacrificar rigor y profundidad.
Permaneció fiel a su talante moral: había empezado como reportero “de la calle” durante el gobierno de Mussolini, pero su resistencia a congratularse con el Duce y doblegarse a los intereses alemanes le acarreó la pena capital, de la que logró escaparse con la colaboración de un jerarca católico. En seguida cubrió la Guerra Civil española como amigo del bando republicano, debiendo proteger a comunistas prófugos del peligro franquista. Sin embargo, más tarde sería el cronista solidario de la insurrección anticomunista húngara (1956) y de la libertaria Primavera de Praga. En 1977 fue baleado por las Brigadas Rojas, pero, con nobleza, visitó a sus victimarios en el lugar de reclusión para estrecharles la mano y pedir que fueran indultados. Al final, rechazó el cargo de senador vitalicio que le ofreciera el presidente Cossiga.
Sus entrevistas y reportajes a grandes personajes fueron tan vívidos e impactantes, que inspiraron películas galardonadas (León Dorado de Venecia y nominación al Oscar). Con discreción y respeto (sin necesidad de cebar la curiosidad morbosa), el libro Personajes nos acerca a la mejor semblanza de Salvador Dalí mediante tres páginas descriptivas desde la perspectiva de Federico García Lorca, el entrañable amigo.
Su pluma jocosa hace sonreír cuando, por ejemplo, caracteriza a los atenienses como “las lenguas más viperinas del mundo clásico”. Al describir al misógino Hesíodo dice: “Según él, fue una mujer quien trajo todos los males a los hombres, que hasta aquel momento habían gozado de paz, salud y prosperidad: Pandora. Y entre líneas da a entender que, rascando un poco, se encuentra una Pandora detrás de cada mujer. De esto muchos críticos han deducido que debió haber sido soltero. Nosotros creemos, en cambio, que cosas semejantes sólo pueden escribirlas los casados”.
Indro Montanelli, escéptico y pesimista, se autodefinió como un “anarco-conservador”; un liberal-conservador, comprensivo de la eutanasia, crítico de Berlusconi y cuyo llamativo vaticinio fue: “Creo que la izquierda, como fuerza política, está bastante degradada. Pero, en compensación, enarbola una bandera que tarde o temprano volverá a encontrar un ejército”.
Aunque la Ley 918 de 2004 (re-promulgada como Ley 1016 de 2006) haya fijado como día del periodista el 4 de agosto, el mes de febrero es buena ocasión para rendir tributo a Indro, cuyo oficio fue: “hacer la historia del presente” (como diría Foucault en Vigilar y castigar) y hacerle buena corresponsalía a la Historia.